El Juzgado de Instrucción número 2 de Burgos investiga el intento de suicidio de una menor supuestamente sometida a trece exorcismos y posibles malos tratos. El arzobispado de Burgos admitió ayer que se practicaron estos ritos pero aclara que el suceso no fue consecuencia de los mismos pues los padres la llevaron a un exorcista "bastante después" de que tratase de quitarse la vida.

Parte de la familia de la menor denunció el 13 de agosto ante el Servicio de Atención a la Familia (SAF) los hechos que se investigan y podrían ser presuntamente constitutivos de delitos de lesiones graves, trato degradante, coacciones, inducción al suicidio y violencia física y psíquica habitual, según la información publicada el viernes por Diario de Burgos. Las diligencias previas se han abierto una vez analizado el relato de la niña -que ahora ya es mayor de edad- y leídas las declaraciones de los padres ante los agentes, tras lo que se "presentan características que hacen presumir la posible existencia de delito de violencia d género, lesiones y maltrato familiar".

En el arzobispado tienen claro que los exorcismos nada tienen que ver con que la menor quisiese acabar con su vida. "El intento de suicidio de la joven no ha sido consecuencia de los exorcismos practicados. Según declaraciones de los padres de la joven recabadas por el arzobispado, la decisión de llevar a su hija a un exorcista de Valladolid fue bastante posterior a su intento de suicidio", indican. Según precisa la diócesis, los padres estaban "angustiados" al ver que después de estar ingresada varias veces en hospitales de Burgos y Valladolid, su hija "no se recuperaba". Por ello, según dice el arzobispado en un comunicado, "consideraron conveniente llevarla al exorcista en el mes de abril".

El arzobispado confirma que las sesiones de exorcismo concluyeron en junio de 2014, "con el convencimiento de sus padres de que estaba sanada". Además, añade que, según indicaron los padres, también acudieron tiempo atrás a un exorcista en Madrid pero no recibió ninguna sesión en aquella ocasión.

Por otra parte, la Iglesia de Burgos indica que se han puesto en contacto con el párroco de Nuestra Señora del Rosario y han concluido que la joven "nunca fue expulsada de la catequesis", que el párroco "no ha sido confesor habitual de la joven y nunca la ha confesado en los últimos dos años" y que "la parroquia no ha tenido nada que ver en la decisión de llevar a la joven al exorcista".

Según señala el comunicado, las personas que han colaborado con los padres lo han hecho "a título personal, nunca por mandato de la parroquia o del arzobispado de Burgos". Además, precisa que el arzobispado de Burgos "no ha tenido nada que ver en el desarrollo de los hechos" descritos en la noticia y que ha tenido conocimiento de la situación "solo después de lo sucedido, cuando se solicitó un exorcista en Burgos ante los inconvenientes de trasladarse a Valladolid y, posteriormente, tras entrevistarse los denunciantes con el vicario general".

El arzobispado también aclara que la noticia se basa en una querella interpuesta por algunos familiares de la joven "sin que los acusados hayan recibido todavía notificación judicial".

Según recuerda el arzobispado burgalés, los exorcismos son una práctica religiosa que se ha mantenido en la tradición de la Iglesia como un derecho de todos los fieles. El Código de Derecho Canónico exige que el exorcista sea nombrado por el obispo y que valore la oportunidad de realizarlo. En este caso, afirma que el exorcista de Valladolid está legítimamente nombrado por su obispo para realizar estas prácticas.