Ha llegado el hombre lumbersexual, el hombre leñasexual, una especie de híbrido entre el metrosexual y el hipster. Le reconocerán por su barba, sus vaqueros desgastados y sus camisas a cuadros. Ah, pero ¿que ya lo han visto suelto?, ¿que se lo encontraron a las puertas de una cárcel zaragozana? No, almas de cántaro, no, aquel era el torero, el viudo de la más grande. Sus bíceps no lucen aún tatuados y acerados como a punto de empuñar un hacha para cortar troncos y su perilla perfilada está lejos de las barbas luengas y pobladas. Pero denle tiempo y un entrenador personal como el de Aznar. No reconocerían a Ortega porque está más delgado y se ha teñido las canas. Y porque iba en familia, con la frutera, con la que ya piensa en boda, y el retoño; con la chica y el chico descarriado. Pero es Ortega, cambiado, casi irreconocible, mejorado a decir de algunas, que ya hay que ir a malas, o partir de muy abajo, para sostener que las rejas lo mejoran a uno. Habrá que ver cómo reaparece en libertad la tonadillera. Si se ha teñido la melena endrina, o se ha hecho rastas o, peor, mechas californianas.

Pimpante. "Así de pimpantes han empezado el año mis orquídeas". Lo escribe una socialité nacional de relumbrón en las redes sociales. Solo carmeneslomanas, tamarasfalcós y así mantienen en uso semejante adjetivo, correctísimo por otra parte, a la par que sonoro. Están en la RAE, pero abundan poco en el wasap, la nueva aldea global, por no tener ni siquiera tienen emoticono correspondiente. Pasa como con cáspita o recórcholis, interjecciones que habitan como en una reserva dentro del habla de esta casta rosa. Lo confesó la mismísima en televisión: en su ecosistema el insulto más grueso que quepa imaginar es "barbie geriátrica", exactamente el que cuentan las leyendas de pilates que le espetó (pero en inglés) Victoria Beckham a Anita Obregón. Los videntes europeos empiezan el año bien pimpantes. Se citan en Barcelona, tierra esotérica para el Gobierno central, para un aquelarre.

Los oráculos vaticinan: una Cataluña independiente en seis años, Podemos gana las elecciones o Isabel Pantoja sale de prisión con permiso de fin de semana para dar conciertos. Adelina, la pitonisa doméstica de Pujol, va a lo fácil y se limita a pronosticar un año mejor. Como Rajoy.

La cremallera. Miren que no quería. No soy mala, de verdad, es que me han dibujado así. Ya sé que son las fechas que son. Pero es que me lo sirven en bandeja. Miren si no TVE. No contentos con resucitar viejos fantasmas, galas de toma moreno, campanadas deja vú y otros clásicos casposos, nos endosan no una sino dos dosis del hijo de la rea de España. Acabas el año con el crack, el padrazo, cantándole a su hijo en playback, por lo de las millas, pero tragas uvas y perdonas; entras en 2015 y sigues con el DJ y reparas en la cremallera de los vaqueros algo bajada, cosas del precocinado televisivo, bebes un sorbito y olvidas. Pero llega Reyes y te endosan otra, y de nuevo las millas, y los pantalones de tiro bajo, y la voz en lata. Y como es para niños (¿?), se sube la bragueta y se sienta en las rodillas de los reyes. Pequeño del alma, el chavalote.

Carbón o roscón. La web dawanda.es ha hecho una encuesta entre sus usuarios. ¿A quién llevarían carbón? Para sentirse reyes por un día era o eso o casarse con una princesa heredera. Delfines solteros en España no quedan y el matrimonio homosexual todavía no es legal en las monarquías. Lo dicen el CIS y este sondeo: carbón, a Rajoy, la infanta y Mariló Montero. A Juan Carlos Monedero, el de Podemos, le esperaba en un pisazo del Madrid de clase alta un roscón republicano, en su honor, sobre loza fina, en el de los demás ilustres invitados. El pisazo pertenecía a Carmen Lomana, por supuesto, con quien ya se fue de cañas y tertulia política. Los duendecillos de la fama hacen extraños compañeros de viaje. Que se lo digan a los reyes (magos).

21 días. Si Samantha Villar, o Adela Úcar, da igual, hubieran convivido 21 días, las 24 horas del día, 524 horas, con Alberto Isla y Techi, Techi a secas, con esa camarita de vídeo de porno casero, habrían terminado como en la parodia de José Mota y la gallina, poniendo un huevo. Tres semanas ha durado el matrimonio -ante Dios, ante los hombres y ante las cámaras- del ex de Chabelita y la ex de Kiko Rivera. La boda ya no resultó excesivamente creíble, pero tampoco la de los príncipes monegascos y ahí los tienen, amamantando por partida doble. Dicen que hubo monumental bronca, pero Samantha, o Adela, no la grabaron así que intuyo que el problema era la endogamia. Son prácticamente exconcuñados políticos. Y eso casi roza el incesto.

La cabra. Cuenta una antiquísima leyenda china que Buda congregó a los animales de la selva. Encargó la misión a la rata, que logró reunir a una docena. Buda repartió atributos a cada animal, otorgando a cada uno el derecho a un año de reinado sobre los demás según el orden de llegada: la rata fue la primera, le siguió el búfalo, el tigre, el conejo, el dragón... La cabra fue octava y el último, el cerdo. Según la tradición china, 2015 será el año de la cabra. No cabe imaginar, por tanto, que el circo de Guadalix de la Sierra, que a punto está de recibir a sus habitantes VIP, no incluya una cabra. Concursó una, Rubia se llamaba, en la versión profana, de anónimos que aspiran a la efímera fama de bolos discotequeros. Con más razón ahora. Belén Esteban (personaje de difícil definición), Los Chunguitos (en el pasado cantantes del lumpemproletariado, ahora esperpentos variados), Víctor Sandoval (histriónico, hiperbólico, hipocrondríaco, hiperventilado), Sandro Rey (e-vidente), Ylenia Padilla (Gandía Shore como adjetivo), Olvido Hormigos (concejala en un tiempo muy lejano, carne de Interviú). Y, para poner un poco de sentido común, la cabra, por supuesto.