"A quien mira al pasado sin ira, sin odio y sin afán de venganza". Con esta dedicatoria, toda una declaración de intenciones, arranca Entre el odio y la venganza. El CICR en la guerra civil española (Espacio Cultura Editores), el último libro de Alfonso García, un extenso trabajo de 370 páginas, fruto de más de dos años y medio de investigación, con el que el autor coruñés busca reivindicar la misión humanitaria desarrollada por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) durante el conflicto bélico español. Una "intensa labor" que, a su entender, "no ha gozado de la atención que merecía". "Se han escrito centenares de miles páginas sobre esta parte negra de nuestra historia, pero aún hay aspectos no contemplados, y este es uno de ellos", recalca.

Durante siete décadas, desde que finalizó la Guerra Civil española, en los archivos del CICR, en Ginebra, se han custodiado 300.000 documentos relacionados con este conflicto y sus secuelas. Otro de los muchos trocitos de la memoria española del siglo XX que están desperdigados por oficinas de medio mundo, llevados por exiliados que huyeron de la derrota republicana y por organismos que intervinieron en la guerra. Aunque los originales continúan en la capital suiza, desde 2008 decenas de miles de legajos y más de 400 fotografías nutren los fondos del Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, tras haber sido digitalizados. De esas fuentes bebe Entre el odio y la venganza. El CICR en la guerra civil española escrito, según su autor, "con el propósito de recordar para perdonar y aprender".

"Pocos investigadores se han acercado a estos archivos, sobre todo por el hecho de que hay una falta de conocimiento de la intervención del Comité Internacional de Cruz Roja en la Guerra Civil española", reconoce Alfonso García, para quien el valor central de esta documentación es que ofrece la mirada de una institución humanitaria que no era parte implicada en el conflicto. "La visión de simples ciudadanos que se vieron frente a las atrocidades que se estaban cometiendo: los quince delegados que la Cruz Roja envió a España para reforzar sus oficinas locales y ayudar a la población civil", señala.

El Comité Internacional de la Cruz Roja desempeñó un papel destacado en el conflicto español. Medió en el intercambio de prisioneros, sirvió de puente postal entre ambos bandos, visitó a miles de prisioneros en las cárceles, distribuyó alimentos y, sobre todo, aportó la aureola de neutralidad que ni los republicanos ni los sublevados reconocían a la Cruz Roja del adversario. "Creó una amplia estructura de delegaciones en ambas zonas, a cargo de delegados, todos de nacionalidad suiza, que desplegaron una intensa labor humanitaria en ámbitos como información a las familias, distribución de ayuda material, intervención en canjes y evacuaciones, visitas a prisiones y protección mediante el uso del emblema de la Cruz Roja", destaca Alfonso García, quien hace especial hincapié en que esos delegados desarrollaron su tarea "desde una posición de neutralidad", que les permitió concitar una relativa credibilidad en ambas bandos, necesaria para cumplir su tarea humanitaria de forma eficaz, imparcial e independiente. Fueron "pioneros de la diplomacia humanitaria", que ejercieron ante las embajadas extranjeras acreditadas en España, ante las máximas autoridades, civiles y militares, de ambos bandos y ante toda clase de instituciones. "Esta misión en España fue la primera intervención del Comité Internacional de Cruz Roja en una guerra civil, una experiencia que resultó fundamental para otros conflictos similares posteriores", subraya el autor coruñés.

"El celo, la eficacia, la serenidad y la prudencia" con la que los delegados de la Cruz Roja desempeñaron su trabajo "adquiere mayor relevancia por haberlo hecho en un ambiente cargado de odio y afán de venganza, que les afectó en forma de insultos, difamaciones, acusaciones de espionaje, sometimiento a vigilancia, expulsiones de España y riesgos personales reales", remarca Alfonso García, quien recuerda cómo máxima expresión de ese ambiente hostil el atentado sufrido por el avión civil en el que viajaba de Madrid a Toulouse el delegado del Comité Internacional de Cruz Roja Georges Henny, con cinco heridos, los únicos pasajeros -el doctor Henny, dos periodistas franceses, Louis Delaprée y André Chateu, y dos niñas-, uno de ellos fallecido tres días después. Un suceso del que, precisamente hoy, 8 de diciembre, se cumplen ochenta años, y que el autor coruñés también recoge en su libro, que Espacio Cultura Editores tiene previsto presentar en las próximas semanas.