¿Seríamos capaces de vivir un año sin nuestro móvil? Parece complicado cuando lo primero que hacemos nada más levantarnos y lo último que realizamos antes de acostarnos es mirar nuestro teléfono.

La empresa norteamericana Vitaminwater, que pertenece a Coca-Cola, ha lanzado un reto: pagará 100.000 dólares a quien sea capaz de vivir un año sin su smartphone. La compañía será la que elija a los participantes quienes solo podrán utilizar durante 365 días un móvil de 1996. No podrán coger los teléfonos y las tablets de sus amigos, aunque sí ordenadores portátiles y de mesa. Una vez acabado el reto, tendrán que someterse a un detector de mentiras para verificar que han cumplido las reglas.

Este reto es la versión más moderna y salvaje de lo que se conoce como detox (desintoxicación) digital, que consiste en una desconexión total temporal de los dispositivos móviles.

El uso intensivo que hacemos de la tecnología ha provocado que haya personas que se planteen desenchufarse en algún momento. Lo de los 365 días sin móvil es una forma de hacerlo. Pero los hay que se deciden por recluirse varios días en hoteles sin ningún contacto con la tecnología. Son escapadas de desconexión en las que se vive durante esos días en un ambiente casi monacal. Apagan su móvil al llegar y lo vuelven a encender cuando se marchan. La experiencia no está mal, aunque al salir del hotel el uso intensivo de la tecnología vuelve a producirse.

La última moda son las desconexiones temporales voluntarias. Son breves, o no tan breves, periodos de tiempo en los que se evita tener contacto con la tecnología. Como todo músculo, el cerebro también necesita entrenamiento, por eso la desconexión, en primer lugar, tiene que ser gradual, para que no acabe en la interminable lista de objetivos no cumplidos que solemos tener.

Lo habitual es comenzar con desconexiones de media hora cada día, luego ampliarlas a una jornada entera y después a un fin de semana. Conozco a gente que, por ejemplo, solo mira el correo electrónico al comienzo y al final del día o comprueba el WhatsApp solo a las horas en punto. Lo importante es marcarse unas reglas y una fecha de inicio y fin.

Además de gradual, para que funcione este ayuno tecnológico tiene que ser regular. Es igual que en el gimnasio. De nada vale ir todos los días durante una semana y no volver hasta el mes siguiente. Para que el detox digital funcione hay que repetirlo con una frecuencia prefijada.

Un truco es incluir a amigos o familiares en la dinámica. Si vas al gimnasio con un amigo es más llevadero que si vas solo. Y además sabrán cuáles son tus horarios de desconexión y cuando no podrán contactarte.

También es importante poner algunas reglas: no dejar el móvil encima de la mesa cuando se está comiendo, no usarlo mientras se está viendo la televisión o cuando se va al baño (la pregunta cómo secar un móvil mojado arroja en Google más de medio millón de resultados), eliminar las aplicaciones que no sean importantes o quitar las notificaciones (si, sé pueden vivir sin ellas).

Dice el profesor José Luis Orihuela que "los móviles se han convertido en prótesis sociales y parece que ya no sabemos vivir sin ellos". El detox digital no es otra cosa que recuperar el control que hemos perdido con el uso intensivo que hacemos de la tecnología. De vez en cuando está bien parar, desconectar y volver a enchufarse.