Ni ve, ni oye ni puede oler y con solo dos años fue abandonada en un orfanato de Etiopía, pero nada de esto le ha impedido sacarse una carrera universitaria y ejercer actualmente como educadora. Gennet Corcuera es uno de los 100.000 sordociegos que residen en España, pero en su caso, su vida dio un giro de 180 grados cuando fue adoptada por Carmen Corcuera y dejó su país natal. Una vez aquí se matriculó en un colegio de la ONCE „donde aprendió la lengua de signos apoyada, es decir, en la que se realizan los signos sobre la palma de la mano y que permite a los sordociegos comunicarse„ para seguir con su formación hasta estudiar Educación Especial, lo que la convirtió en la primera sordociega europea que logra un título universitario y la segunda en todo el mundo. Ahora esta historia de esfuerzo y superación llega a los cines con la película Me llamo Gennet de Miguel Ángel Tobías, un filme que se estrenará el próximo 4 de abril, pero que ayer pudo verse en una sesión especial en Santiago, de la mano de la Fundación Telefónica, Acca Media y Versión Digital.

Tobías conoció la historia de Gennet por la prensa hace unos años y rápidamente fue consciente de que se trataba de un tema que debería ser llevado a la pantalla grande. "Esperaba que alguien lo abordase pero cuando después de tres años veo que nadie está en ello, decido hacerlo yo", sostiene el director, quien reconoce que fue todo un reto ya que "por una parte tenía que poder llegar hasta Gennet y después saber explicarle lo que quería hacer a una persona que nunca ha visto una película y transmitirle confianza para que aceptase el proyecto".

Pero todos los temores que podía tener el director se disiparon en el primer encuentro con la joven etíope. "Tras explicarle el proyecto le dije que se lo pensase durante unos días y me dijo que no hacía falta, que sí quería hacer la película", recuerda Tobías, quien explica cómo Gennet dio dos motivos para difundir su vida en forma de filme: "Para homenajear a su madre adoptiva „que justo había muerto un mes antes„ y porque quería que todo el mundo supusiese que los sordociegos existían". "Ella es muy consciente de que tuvo una gran oportunidad al dar con una madre con recursos intelectuales y económicos y me explicó que si todos los sordociegos tuvieran las mismas oportunidades que ella, miles tendrían una vida integrada y no sería noticia que se sacasen una carrera", indica Tobías.

Tras un mes de reuniones en donde gracias al apoyo de un intérprete Gennet fue desgranandodetalles de su vida, el equipo se entrevistó con otro medio centenar de personas relacionadas con la joven etíope (profesores, amigos, etc...) "porque necesitaba ver tambián cómo fue la vida de Gennet desde fuera".

Un año de trabajo y documentación que hizo que lo que en principio iba a ser un documental acabase como una película de ficción, donde la propia Gennet se interpreta a sí misma de adulta. El rodaje „con localizaciones en África y España„ obligó al equipo a idear fórmulas para adaptar la grabación de escenas al hecho de que una de las actrices ni viese ni oyese. "A través del intérprete le comunicaba lo mismo que a cualquier otro actor: el texto, lo que quería que transmitiese, etc... y una vez en escena lo que hicimos es que yo me ponía por detrás y ponía sus manos sobre las mías y hacía lo que quería que ella hiciese después. Una vez que ella lo tenía claro, me retiraba y se grababa", señala el director, quien explica que aunque Gennet no pueda ver realmente el resultado, "sí conoce la película porque ha leído el guión y participado en ella y está encantada con el resultado".

La película „cuya recaudación del día 4 irá integramente para la Federación Española de Asociaciones de Sordociegos y se destinará el 10% de la taquilla en el resto de días„ es un filme que, según su director, no deja indiferente. "Cambia la vida, anima a reflexionar y a relativizar lo que consideramos problemas. A la salida de algún preestreno, una persona sorda me confesó que siempre había estado enfadado con la vida por ello y ahora ve que ha tenido suerte en la vida", indica Tobías, quien explica que también abre los ojos a las familias para que no sobreprotejan ni corten las alas a personas con discapacidad.