El coruñés Santiago Martínez nació con un problema renal que ponía fecha de caducidad a sus riñones. Con solo 13 años y tras seis meses en hemodiálisis, se sometió al primer trasplante, un proceso por el que tuvo que volver a pasar 17 años después. Santiago se considera afortunado. "La primera vez solo esperé seis meses por el órgano y la segunda algo más de dos años, pero hay gente que está casi 20 años a la espera y además, las dos veces que me llamaron, el órgano me servía porque igual llegas allí y no sirve o estás acatarrado y no puedes hacerte el trasplante", explica este coruñés, quien tiene claro que "la vida te cambia con el trasplante, es una liberación". Antes, estos pacientes vivían ligados a "la pesadilla" de la diálisis. "Te limita la vida, son tres o cuatro horas en el hospital día sí, día no y eso si vives cerca. Hay gente que entre ir y venir y la diálisis hace una jornada laboral de 8 horas", quien resalta la importancia de los donantes. "Es más fácil llegar a ser receptor de un órgano que donante", indica este miembro de Alcer Coruña, entidad que no solo fomenta la donación sino que ayuda a todas las personas con enfermedades renales tanto a nivel psicológico como social.