Iosu Moracho y Sabela Gende, que viven en Navarra, estaban ya “en la recta final” de los preparativos para su boda en la tierra natal de la novia cuando estalló la pandemia. Pese a que iba a ser un enlace pequeño, con unos 60 invitados, muchos venían de Navarra, otros de Madrid o incluso de Francia y por ello, barajaron aplazar el enlace, pero finalmente siguieron adelante y contrajeron matrimonio en julio. “Tuvimos mucha suerte porque entonces solo había la restricción de las mascarillas. Estábamos en un pazo con aforo para 400 y hubo baile, barra libre...”, señala esta pareja, que reconoce que fue “la primera” y, en su caso, “la última fiesta tras el confinamiento” y esto hizo que la gente “disfrutase” mucho del reencuentro y de la celebración. “Salió todo muy bien, con las medidas que nos tocó aplicar pero pudimos tener la boda de nuestros sueños pese a las mascarillas, superó nuestras expectativas”, aseguran.

La suerte hizo que les tocase un mes con la pandemia semicontrolada y apenas restricciones, pero eso no quiere decir que la incertidumbre no marcase los preparativos del enlace, sobre todo teniendo en cuenta que gran parte de los invitados venían de otra comunidad. “Hasta una semana antes no confirmamos a todos los invitados que sí, teníamos miedo de tener que cancelar algo por cierre de comunidades o algo pero al final no hubo ningún problema”, explica Iosu, que reconoce que no quisieron aplazarla porque “tienes ya ilusión, tes has implicado mucho y no gusta”, pero también porque implicaba perder parte del dinero ya invertido ya que algunos proveedores les exigían un plus si cambiaban la fecha del enlace que finalmente se mantuvo en julio y se celebró en Bergondo, la ceremonia, y en Cambre, el banquete. “Teníamos claro que lo haríamos en julio como fuera, como si éramos solo nosotros y nuestros padres. Hubo que tener un plan A y un plan B”, reconoce esta pareja que sabe bien lo que son las restricciones. “Hace dos fines de semana que volvimos a Galicia, no se podía desde hace meses”, indican.

Se casaron cuando España aún tenía reciente los dos meses de confinamiento y tras una etapa de desescalada, la ciudadanía aún estaba acostumbrándose a la nueva normalidad. Por eso, hubo ausencias importantes. “Sobre todo gente de Navarra, mis abuelos que son mayores, algunos tíos o incluso amigos que eran personas de riesgo o que se vieron afectados por los ERTE. No es lo mismo las expectativas que había en marzo que en julio”, lamentan.

Y pese a que se cumplió escrupulosamente con las medidas de seguridad marcadas en ese momento, confiesan que respiraron “aliviados” cuando al pasar los 15 días nadie de la boda había resultado contagiado. “En el pazo nos pidieron un listado con los invitados y sus teléfonos por si acaso pero la gente respetó mucho las normas, estaban muy concienciados. Igual ahora que la gente está más cansada es más complicado”, sostienen. Su experiencia fue muy positiva y por eso lanzan un mensaje de ánimo a parejas que estén preparando la boda. “Ahora hay más gente vacunada y en nuestro caso todo salió bien y la gente estaba super agradecida de la celebración”, dicen.