Con la lección bien aprendida (o no), los 3.635 alumnos de Bachillerato que desde hoy, y hasta el jueves, realizarán los exámenes de la ABAU (Avaliación de Bacharelato para o Acceso á Universidade) en los campus de la Universidade da Coruña (UDC) pueden respirar tranquilos. En sentido literal. Y es que la institución académica coruñesa ha instalado medidores de dióxido de carbono (CO2) en las facultades de Derecho, Ciencias, Ciencias de la Educación y Filología, y en las escuelas técnicas superiores de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos y de Arquitectura Técnica, en A Coruña, así como en la Escuela Politécnica Superior y en la facultad de Humanidades y Documentación, en Ferrol, para controlar, en tiempo real, la calidad del aire en las aulas donde se llevarán a cabo las pruebas. El objetivo es garantizar la correcta ventilación de esos espacios y, por ende, la seguridad de estudiantes y docentes en el contexto de pandemia de COVID.

Esta iniciativa se une a las medidas tomadas por la Comisión Interuniversitaria de Galicia, (CIUG) para garantizar la seguridad sanitaria durante la realización de la ABAU -en la que participan un total de más de 13.000 estudiantes gallegos-, y tiene su germen en un proyecto puesto en marcha, a principios de este año, por la UDC. Y es que la institución académica coruñesa es pionera, a nivel nacional, en la instalación de medidores de dióxido de carbono, y en los últimos meses, ha colocado hasta 60 dispositivos de ese tipo en sus dependencias.

“A finales de 2020, cuando la evidencia científica disponible hasta ese momento empezó a demostrar que el contagio del SARS-CoV-2 mediante aerosoles era evidente —y antes de que los gobiernos o la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) empezasen a reconocerlo—, tomamos la decisión de desarrollar una infraestructura de red para empezar a controlar los niveles de dióxido de carbono en las instalaciones de nuestra universidad y, ya en el mes de enero, empezamos a hacer mediciones, tanto en aulas, como en despachos, para comparar la concentración de CO2 con la ventilación que se estaba produciendo”, explica Carlos Escudero, catedrático, investigador del Citic, adjunto del rector para Tecnologías de la Información y las Comunicaciones y coordinador del proyecto, que cuenta con la colaboración de los servicios de Informática y Comunicación, y de Prevención de Riesgos Laborales, de la UDC.

“Los datos obtenidos en esas mediciones nos han dado una experiencia y una forma de sacar normas para garantizar esa ventilación. El umbral que manejamos es el que fija la comunidad científica, 700 ppm (partes por millón) para avalar que un espacio es seguro. La Xunta, por ejemplo, ha impuesto un límite de 800 ppm en los restaurantes, y nosotros somos incluso más restrictivos. Además, como controlamos los niveles de CO2 en tiempo real, podemos corregirlos al instante, por tanto, la seguridad es doble”, agrega Escudero, quien avanza que la información extraída de este proyecto se va a utilizar en una investigación “más amplia”, consistente en “desarrollar modelos matemáticos para poder predecir cómo se expandiría una situación de pandemia”, como la actual, “en un entorno universitario”.