Muere el Nobel Kenzaburo Oé, el japonés pacifista con alma europea

El escritor era muy crítico con su país y rechazaba el uso de la energía atómica | Tuvo un hijo con hidrocefalia y autista que llegó a ser compositor de renombre y al que intentó dar voz en varias novelas

Kenzaburo Oé,  en una imagen  de archivo. |   
// YURKO NAKAO

Kenzaburo Oé, en una imagen de archivo. | // YURKO NAKAO / anna abella

anna abella

El escritor Kenzaburo Oé, galardonado con el premio Nobel de Literatura en 1994 y uno de los más importantes novelistas japoneses contemporáneos, ha muerto a los 88 años de edad por causas naturales. “Murió por su avanzada edad en la madrugada del 3 de marzo”, informó la editorial Kodansha en un comunicado, en el que ha agregado que ya se ha celebrado un funeral familiar.

Oé nació en 1935 en la isla japonesa de Shikoku, en la prefectura de Ehime, y estudió Literatura Francesa en la Universidad de Tokio. Destacó por su papel activo en la generación democrática de la posguerra, oponiéndose al militarismo y defendiendo el pacifismo. En 1994 se convertiría en el segundo japonés en conseguir el premio Nobel de Literatura, “por su fuerza poética”, después de que Yasunari Kawabata obtuviera este galardón en 1968. Posteriormente, en 2017, lo ganaría también Kazuo Ishiguro.

Oé era el tercero de siete hermanos en una familia de ricos terratenientes que había perdido buena parte de sus propiedades con la reforma agraria fruto de la ocupación tras la guerra. Su padre había muerto prematuramente en 1944 y fue su madre quien le crió y quien le compró libros como Huckleberry Finn. También su abuela alimentó su interés por la lectura narrándole mitos y leyendas japonesas.

Tenía diez años cuando Japón caía derrotado en la Segunda Guerra Mundial, cuyas consecuencias marcarían su decisión para dedicarse a escribir y su literatura, donde plasmó el horror de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki de 1945. Sería en textos como Cuadernos de Hiroshima (1965; Anagrama en castellano), relato de su viaje a esta ciudad del sur de Japón en 1963, donde entrevistó a víctimas.

Antes, ya en 1958, Oé había terminado su primera novela, Arrancad las semillas, fusilad a los niños, ambientada precisamente en tiempos de guerra y que se convertiría en uno de sus títulos más conocidos. Él mismo reconocía que escribir era una forma de exorcizar sus “demonios”.

En 1970, publicaría también Cuadernos de Okinawa, un diario de viaje donde narraba sus encuentros con los residentes de este conjunto de islas del sur de Japón, y cuestionaba las condiciones de vida en la región y el poder ejercido por el Gobierno central sobre la misma.

Siempre se mostró partidario de que Japón rindiera cuentas sobre su papel en el conflicto y, como dijo en una entrevista en 2014, creía que su país tenía “cierta” responsabilidad por la Segunda Guerra Mundial. “Este conflicto, en la que participaron tantas grandes potencias, causó un gran sufrimiento a personas de todo el mundo... Y es una realidad que dentro de esta inmensa guerra se crearon y utilizaron armas nucleares”.

También influyeron sus propios recuerdos de niño durante el conflicto, cuando en el colegio les preguntaban a diario si estarían dispuestos a morir por el Emperador, y él sentía vergüenza por las noches al constatar que no lo estaba.

En 1960 se casó con Itami Yukari, hermana del director de cine Itami Jzō. Con ella, cuatro años después tendría a su primer hijo, Hikari, que nació con hidrocefalia y tenía además autismo. Durante años no se comunicó con su familia, aunque ya de adulto se le conoció como compositor de renombre, y según reconocía el propio autor, su escritura, en la que la figura de su hijo estuvo muy presente, fue un intento de darle voz.

Ejemplo de ello son Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura, El grito silencioso o Un asunto personal, uno de sus mejores libros, donde habla de las dificultades para aceptar al niño. “Aunque yo mismo soy quizás un novelista bastante oscuro, creo que también mis novelas muestran una especie de confianza en los seres humanos. Y esto viene de mi hijo”, diría.

Mientras era estudiante de Literatura francesa en la Universidad de Tokio, donde se graduó y cursó la tesis sobre Jean-Paul Sartre, el futuro Nobel había empezado ya a publicar y ganó, en 1958, el premio Akutagawa para jóvenes escritores, con su segunda novela, La presa (Anagrama), sobre su niñez. Entre sus influencias, Dante, Poe, Rabelais, Balzac y Eliot, aunque siempre aportó a sus letras una sensibilidad asiática.

“No reconozco ninguna autoridad, ningún valor, superior a la democracia”, dijo Oé, consecuente con sus ideas, cuando se negó a aceptar la Orden de Cultura de Japón porque era un reconocimiento otorgado por el Emperador. Además del Nobel, en 2002 obtuvo la Legión de Honor, la máxima condecoración francesa.

Tras Fukushima

También, tras el accidente nuclear de Fukushima, en 2011, se mostró muy crítico con la energía atómica, sosteniendo que Japón tenía “el deber sagrado” de renunciar a esta fuente y escribiendo diversos artículos en contra. En 2013, incluso se significó en una manifestación antinuclear en Tokio y, en 2015, se sumó a las protestas contra la intención de Shinzō Abe de permitir a los soldados nipones luchar en el extranjero.

Entre sus últimas obras publicadas en España figuran Renacimiento (novela basada en el suicidio de su cuñado cineasta), ¡Adiós, libros míos!, Muerte por agua y La bella Annabel Lee (todas en Seix Barral)

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