Sanidad

El ‘peso’ de la bata blanca

La emergencia del COVID deja tras de sí un repunte de la demanda para el programa del Colegio de Médicos de A Coruña destinado a tratar a compañeros con problemas de salud mental

Dos facultativos, en la puerta de entrada de un centro hospitalario del Sergas.

Dos facultativos, en la puerta de entrada de un centro hospitalario del Sergas. / Aguete

“El médico enferma igual que el policía municipal, el fontanero o el ama de casa. Enferma como todo el mundo. Pero hay un grupo de dolencias con un doble filo, las enfermedades mentales y las adicciones, cuya incidencia es un poco mayor en los profesionales sanitarios, incluidos los facultativos”, explica Guillemo Debén, hematólogo del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) y responsable del Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (Paime) del Colegio Oficial de Médicos coruñés, en funcionamiento “desde hace un montón de años” y cuya demanda ha experimentado “un ligero repunte” a raíz de la pandemia de SARS-CoV-2, que se prevé “vaya a más”. “Seguramente, recogeremos durante muchos años parte del daño causado por la emergencia sanitaria del COVID, porque ha sido muy intenso y las secuelas vienen más tarde. Nos va a ir pasando factura poco a poco”, estima.

El ‘peso’ de la bata blanca  | VÍCTOR ECHAVE

El doctor Guillerno Debén. | VÍCTOR ECHAVE / María de la Huerta

“Paime lleva en marcha desde hace... ufff... no sé, pero estando yo ya directamente implicado, 10 o 15 años. Es un programa afianzado en Galicia, y muy consolidado en España, desde hace muchos años. Arrancó de una preocupación del Colegio de Médicos de Barcelona, tras detectar que muchos compañeros enfermaban y estaban un poco al albur”, explica el doctor Debén, quien incide en que “enfermar, enfermamos todos”, no obstante, “hay un grupo de dolencias con un doble filo, las patologías mentales y las adicciones, cuya incidencia es un poco mayor en los profesionales sanitarios, incluidos los médicos”.

“Y también ocurre que somos muy, muy, muy malos pacientes, en el sentido de que muy pocos conocemos el nombre de nuestro médico de cabecera o tenemos una historia clínica reglada como la que puede tener un señor de Os Castros. Esto hace que el tratamiento de problemas que requieren de cierta discreción, como las enfermedades mentales o las adicciones (más aún en un médico, que puede ser el tuyo), sea un poco más complicado”, considera.

“Consciente de este problema, identificado ya en todo el mundo —continúa—, el Colegio de Médicos de Barcelona elaboró un programa de atención específico para los facultativos, es decir, para los compañeros en esas situaciones tan delicadas, que requieren un abordaje delicado también, exactamente igual que en el resto de la población, porque para nada somos ‘especialitos’. La explicación es que no es bueno que un paciente vaya a la consulta de un especialista de la Salud Mental y se encuentre compartiendo sala de espera, por ejemplo, con su médico de cabecera”, explica el doctor Debén, quien aclara que, aunque el propio colectivo médico fue quien puso en marcha, inicialmente, el Paime, “las administraciones sanitarias, y en concreto la Consellería de Sanidade, hicieron la reflexión” de que es una iniciativa “buena para los médicos, es decir, para una serie de asegurados suyos, y también para la colectividad”.

"Con este programa, se consigue tratar a una serie de personas que pueden estar gravemente enfermas y de las cuales depende la salud de muchas otras"

Guillermo Debén

— Hematólogo del Chuac y responsable del programa Paime del Colegio de Médicos de A Coruña

"Con este programa, se consigue tratar a una serie de personas que pueden estar gravemente enfermas y de las cuales depende la salud de muchas otras. Muchas de esas personas, además, podrán superar, o al menos controlar su enfermedad y volver a trabajar en los suyo. Es decir, Paime permite recuperar enfermos, para sí mismos y para el sistema. Esa es la esencia del programa”, resalta.

Un programa que, en los últimos tiempos, ha visto repuntar “ligeramente” su demanda, como consecuencia de “todo lo vivido” durante lo peor de la emergencia sanitaria del COVID. “Durante la pandemia, los médicos hicimos lo mismo que todo el mundo, subirnos a la bicicleta y pedalear, pero nosotros, muchas veces, como responsables en primera línea. Esto lo pasaron, con más dureza, los médicos de los servicios de Urgencias y Atención Primaria, y después los de UCI, hospitalización… pero en un plazo un poco más decreciente”, apunta el responsable del programa Paime en A Coruña, quien insiste en que “los compañeros de Urgencias y Primaria fueron los que más sufrieron el embate” del COVID.

“Todo eso ha ido minando la salud mental de todos, y ha creado situaciones, por entendernos, de estrés postraumático muy importante. Un informe presentado, esta misma semana, por el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos revela, a grandes rasgos, que el consumo de psicofármacos y los cuadros de depresión reactiva se han elevado de manera importante. Esto se ha traducido en un pequeño repunte de la demanda del Paime. Pequeño, porque la capacidad humana ante la agresión es tremenda, muy fuerte. Se van creando sistemas de adaptación, con la ayuda de psicofármacos, y así, el que tiene suerte, va aguantando el chaparrón”, señala.

"Seguramente, recogeremos durante muchos años parte del daño causado por la emergencia sanitaria del COVID, porque ha sido muy intenso y las secuelas vienen más tarde. Nos va a ir pasando factura poco a poco"

Guillermo Debén

— Hematólogo del Chuac y responsable del programa Paime del Colegio de Médicos de A Coruña

Refiere el doctor Debén, en este punto, otra cuestión “a tener en cuenta”. “Los médicos jóvenes (MIR), que están ingresando en el sistema sanitario, provienen de un sistema educativo extremadamente exigente y competitivo. Estos colegas, chicos y chicas que empiezan ahora, muchas veces, ya en su etapa de estudiantes, habían comenzado a consumir psicofármacos. No de una manera significativa, cuantitativa y cualitativamente, sin embargo, no es normal que una población muy joven, que ronda la veintena, tenga que tomar ese tipo de medicamentos para la vida cotidiana. Evidencia que el nivel de exigencia es tan grande que, muchas veces, son incapaces de hacer frente a esas situaciones”, considera el responsable del programa Paime en A Coruña, y prosigue: “Si partes de esto, y te encuentras ante un panorama que ignoras si va a ser el apocalipsis... y no sabes si vas a poder enfrentarte con éxito a una epidemia de un virus desconocido, que no viene en los libros, y que al principio ves que causa muchas muertes... eso, para la salud mental, no es bueno”.

Las “vías” para llegar a l programa Paime “son varias”. “El Colegio de Médicos ha hecho campañas para dar a conocer la existencia de Paime, lo cual ha facilitado que muchos compañeros acudan al programa. Lo hace directamente el afectado, sus familiares o, en menor medida, los responsables jerárquicos de ese profesional. Una vez identificado el problema a tratar, el Paime cuenta con un psiquiatra con una consulta donde atiende a estos compañeros de manera absolutamente discreta (no clandestina), es decir, fuera del circuito de la población general. Ahí se establece un programa de tratamiento, con un compromiso terapéutico por parte del médico enfermo. Algunos casos, los más graves, pueden requerir ingreso, que se hace en una clínica dedicada prácticamente solo a esto, con un nombre ficticio, que únicamente conoce el médico tratante, para garantizar el anonimato del paciente. Allí permanecerá el tiempo que sea necesario, y después volverá al circuito normal, con una tasa de éxito que ronda el 80%”, destaca el doctor Debén, antes de agradecer el “apoyo constante de Sanidade” a Paime, un programa que, reivindica, “han copiado otros colectivos profesionales donde la discreción es importantísima”.

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