Las preguntas sobre la falta de deseo sexual aumentan en las consultas de los terapeutas

La mayor libertad sexual y la creciente oferta de ocio son algunas de las razones por las que se tienen menos relaciones íntimas | El número de personas asexuales va en aumento

Una pareja descansa en un parque.   | // E. PARRA

Una pareja descansa en un parque. | // E. PARRA / Patricia Martín

Patricia Martín

“Doctor, no quiero mantener relaciones sexuales”, “no me gustan”, o “no me apetece”. Frases similares a estas se escuchan cada vez con más frecuencia en las consultas de sexólogos, terapeutas de parejas o psicólogos. El tabú en torno a las relaciones sexuales se resquebraja y, por ende, la ausencia de ellas, por lo que parejas y personas a título individual acuden cada vez más a consulta en busca de una terapia que les permita tener sexo de manera más placentera o recuperar el deseo sexual, dado que la libido, según los especialistas, parece estar cayendo en picado.

Las motivos son variados, pero influye que la mayor libertad sexual ha traído consigo, paradójicamente, un mayor cuestionamiento de la sexualidad y del coitocentrismo. Además, la sociedad hiperproductiva y con una mayor oferta de ocio de la historia hace que muchas personas coloquen el sexo en el último lugar entre sus prioridades. Y las imágenes que dejan el porno o las series y películas, con los elevados estándares del placer que muestran, tampoco ayudan.

Incluso hay personas que, como cada vez es más conocido que existe la asexualidad, es decir, la posibilidad de no sentir atracción sexual hacia otras personas, tienen dudas y preguntan a los médicos si pertenecen a esta orientación sexual o si esta opción, hasta hace poco tan desconocida, encaja en su situación.

“Cuando aparece un concepto nuevo mucha gente se reconoce en ello y aumentan las consultas. Por ejemplo, tengo parejas que uno de los dos es asexual y no lo sabía; ha vivido años sin saberlo y hasta que no acude a terapia no se identifica que es asexual”, dice Nuria Jorbá, psicóloga especializada en parejas.

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ha preguntado en tres ocasiones a los españoles desde 2021 sobre su orientación sexual, y el resultado de las tres encuestas es que el número de personas asexuales va en aumento. Declaraba pertenecer a esta orientación el 0,1% de los consultados en 2021, porcentaje que ha subido al 0,4% en 2023.

Es una cifra minoritaria comparada con el de otras orientaciones —el 90% se declara heterosexual, el 3,7% bisexual y el 1,9% homosexual—, pero destaca otro dato: un 5,5% de los españoles reconoce que mantiene una relación sentimental sin sexo. El porcentaje ha subido un punto desde 2021, lo que indica que tanto las personas asexuales como las parejas que no mantienen relaciones van en aumento.

Pero son fenómenos distintos, sobre los que hay cierta “confusión”, según Jorbá. “Ser asexual no significa no tener sexo en tu vida, sino no tener impulso sexual, pero te puedes enamorar y practicar la masturbación o tener relaciones sexuales por afecto a otras personas y, en el caso de los hombres, por descarga testicular”. Además hay personas que han tenido experiencias traumáticas con el sexo y “usan el concepto pensando que son asexuales, cuando su deseo está bloqueado por el trauma”.

Por ello, esta especialista subraya que hay que distinguir entre personas asexuales y personas con el deseo sexual inhibido de forma temporal, que son muchas más. En su centro especializado en terapia sexual y de pareja, el 5% de las consultas son de personas que tienen dudas en torno a la asexualidad, pero casi el 50% corresponden a personas con la libido baja o que colocan el sexo en el último lugar de sus preocupaciones o que, debido a algún trauma o mala experiencia, bloquean el deseo.

Hay parejas de mediana edad, dado que la monotonía o los cambios de ciclo vital pueden provocar un descenso en las relaciones sexuales. Pero también hay personas, sobre todo mujeres, que tienen inapetencia porque “han tenido experiencias neutras o poco agradables” debido a la concepción coitocentrista dominante. También hay parejas con discusiones permanentes, así como personas con trastornos mentales o enfermedades, que también inhiben el deseo.

En lo que se refiere a las mujeres, no está demostrado que la menopausia implique directamente frigidez, según advierte Roberto Sanz, vocal de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS). “Tenemos interiorizado que en esa etapa hay un descenso del deseo, pero generalmente no es algo implícito, al igual que pensamos que cuanto más viejo hay menos sexo, y eso nos lleva a asumir la pérdida de frecuencia”, resalta.

Sanz explica que las personas que tienen problemas con su sexualidad “generalmente se agobian mucho”, por lo que la pérdida del deseo supone entre el 30% y 40% de las consultas en la Fundación Sexpol para la que trabaja, sobre todo en mujeres de entre 30 y 50 años. No obstante, advierte de que estos problemas también pueden afectar a hombres, aunque quizá estos se atreven a consultarlo menos con los profesionales porque “la falta de deseo se ha aceptado en el perfil de las mujeres maduras”, pero en el resto sigue siendo tabú.

Incluso acuden por bajo deseo sexual parejas jóvenes sin patologías, pese a que el inicio de cualquier relación sentimental, en el imaginario colectivo, es el más fogoso. “Vienen a consulta parejas jóvenes que dicen que son un súper equipo pero que no tienen química”, relata Jorbá, quien considera que “el principal problema es que la sociedad de la hiperproductividad, donde tienes que rendir en el trabajo, en el gimnasio, en la cocina... está acabando con la sexualidad, dado que si estamos siempre pensando qué hacer, la parte sensitiva y emocional la bloqueamos”.

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