Las expertas alertan de la falta de estudios sobre menstruación

Las investigadoras consideran urgente tener datos fiables, a partir de estudios realizados con sangre real, para estudiar enfermedades que pueden llegar a alterar el ciclo menstrual

Una copa menstrual, de gran uso en los últimos años.

Una copa menstrual, de gran uso en los últimos años. / Valentina Raffio

Valentina Raffio

Hace tan solo unos días se publicaba el primer estudio sobre productos menstruales hecho con sangre real. La noticia dio la vuelta al mundo no tanto por los resultados de la investigación en sí (que, por cierto, también fueron impactantes), sino porque no ha sido hasta ahora, en pleno 2023, que se ha realizado un estudio de este tipo con sangre real y no con un sucedáneo como el típico líquido azul que aparece en los anuncios.

“El problema es que a la ciencia le sigue dando asco la regla. La menstruación siempre ha sido un tema tabú en la sociedad y esto ha acabado trasladándose a los laboratorios y sesgando la investigación sobre el tema”, comenta la endocrinóloga Carme Valls, una de las pioneras en el estudio de la salud menstrual. Cada vez son más las expertas que, como ella, denuncian la falta de estudios con menstruación real. Sobre todo si tenemos en cuenta que este proceso fisiológico afecta a la mitad de la población y que, cada día, viven más de 800 millones de personas en todo el mundo. “No puede ser que algo tan fundamental como la regla siga siendo ninguneado por la ciencia. Por un lado, a lo largo de la historia se han hecho muy pocos estudios sobre sangre menstrual. Por otro, durante décadas tampoco se ha estudiado cómo la menstruación puede afectar a diferentes procesos biológicos, enfermedades y fármacos”, añade Valls, autora de “Mujeres invisibles para la medicina”.

Desprecio científico

El desprecio científico a la menstruación se refleja de forma muy clara en los grandes repositorios de conocimiento médico. Según apunta un análisis de la Universidad de Stanford, antes de 1950 solo se había realizado un estudio sobre sangre menstrual. “En las siguientes décadas se publicaron 400 estudios sobre la menstruación frente a más de 10.000 sobre la disfunción eréctil. Esto muestra hasta qué punto los procesos que afectan a las mujeres han sido menospreciados por la ciencia”, apuntan las investigadoras Nichole Tyson, Olga Kciuk y Paul D. Blumenthalt.

En estos momentos, el buscador médico PubMed recoge cerca de 24.000 estudios sobre sangre menstrual: una cifra que palidece frente a, por ejemplo, los más de 376.000 realizados sobre COVID-19 en tan solo tres años.

Esta falta de estudios ha sido denunciada por innumerables profesionales de la ciencia, las principales editoriales del sector como Science y Nature y hasta ha protagonizado una manifestación multitudinaria a las puertas del prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT). “Hay quien plantea utilizar técnicas de big data e inteligencia artificial para estudiar enfermedades que alteran el ciclo menstrual como, por ejemplo, la endometriosis. ¿Pero cómo? ¡Si no hay suficientes datos para hacerlo!”, clamaron cientos de manifestantes.

Si ya preocupa la falta de estudios sobre la menstruación (como proceso biológico) inquieta la ausencia de análisis centrados en el contenido de la sangre menstrual. Los primeros estudios para entender la composición del flujo menstrual, así como sus cambios a lo largo del ciclo, no se realizaron entre finales de los años setenta y principios de los ochenta. A finales de esta década también se descubrió cómo, a través del estudio de estos fluidos, se podía rastrear la pérdida de hierro en las pacientes que sufren un sangrado excesivo. “Muchos de estos trabajos han sido una verdadera quimera, pues después de que se publicaran apenas se siguió trabajando en la misma línea”, comenta Valls.

En los últimos 20 años se han publicado estudios en los que, por ejemplo, se analiza la capacidad de obtener células madre a partir de los fluidos menstruales. Más recientemente, un análisis liderado por los investigadores Enriqueta Barranco y Nicolás Olea, de la Universidad de Granada, ha desvelado cómo la sangre menstrual refleja algunos disruptores endocrinos presentes en el cuerpo de las mujeres y cómo esto puede explicar la aparición de varias alteraciones hormonales y enfermedades.

La falta de estudios sobre el ciclo menstrual no solo ha afectado al conocimiento en sí sobre estos procesos. También ha afectado a las prácticas médicas y a la atención de las personas menstruantes. Según el ginecólogo Paul Blumenthal, en una entrevista en The Guardian, la falta de análisis rigurosos sobre la capacidad de absorción de diferentes productos menstruales complica entender si una paciente tiene un sangrado anormal o no.