La Xunta avisa a los profesores de que la mala conducta de un alumno no puede bajar nota

En la guía para elaborar las programaciones que estructuran el curso y cómo se evalúa, aconseja evitar que comportamiento o asistencia tengan peso en la calificación

Alumnado accede a un centro educativo.  | // XOÁN ÁLVAREZ

Alumnado accede a un centro educativo. | // XOÁN ÁLVAREZ / C. Villar

C. Villar

Muchos progenitores premian la buena conducta de sus hijos porque consideran que así la promueven. Y no son los únicos: hay docentes que tienen en cuenta el comportamiento de los chavales a la hora de ponerles nota. El cómo influye, cuando lo hace, depende de quién imparte la asignatura, pero la Xunta no ve con buenos ojos que cuestiones no asociadas al aprendizaje curricular o que impliquen sanciones entren en consideración a la hora de calificar a un estudiante. De hecho, la Consellería de Educación las considera unas costumbres que “recomienda evitar”, igual que la de tener en cuenta la asistencia o la de condenar toda una evaluación solo por la no lectura de un libro o por la no realización de una actividad concreta.

La Xunta no aprueba letanías del tipo “si no te portas bien, te bajo la nota”. Se deduce del “Manual de axuda para a elaboración das programacións didácticas”, una guía que ha puesto “recientemente” a disposición de su profesorado para echarle una mano a la hora de afrontar un documento en el que tienen que especificarlo todo: desde qué enseñan a cuándo, pasando por el cómo, y en donde también es obligatorio indicar cuáles son los aspectos que van a valorar en la evaluación al detalle.

“Indicar que la construcción de la nota es el resultado de un 70 por ciento exámenes + 20 por ciento trabajo + 10 por ciento comportamiento no está valorando el resultado del aprendizaje curricular al 100 por ciento al otorgarle de forma general un 10% al comportamiento”, recoge a la hora de sugerir cómo establecer criterios de calificación o de evaluación.

Y lo propio vale para la asistencia. El absentismo tampoco debería contar. En esa línea, la Xunta sugiere en el documento rehuir “criterios que den un peso concreto a la asistencia o al comportamiento en la construcción de la nota final”. Al respecto, argumenta que esos indicadores ya tienen su “consideración” en las normas de organización, funcionamiento y convivencia del centro o en el plan de convivencia.

El listado de usos y costumbres evaluadoras que la Xunta aspira a coartar también sitúa en el punto de mira lo que define como criterios “excluyentes” o que “minimicen” la valoración o nota, dado que, advierte, “pueden incumplir el derecho del alumnado a un evaluación objetiva”. Aunque los ejemplos que enumera la Administración educativa sean excepcionales, el que vengan recogidos en el documento guía demuestra que pueden darse. En concreto, especifica que “la no lectura de un libro o la no realización de una actividad no debería ser por sí mismo motivo para suspender una evaluación”. No obstante, sí concede que estos aspectos “sí podrían considerarse, de ser el caso, en la calificación de las pruebas o tablas de indicadores que se apliquen en torno a la lectura de ese libro o de esa actividad”.

Otro de los hábitos contra los que cargan las autoridades educativas es el de establecer reglas “que impliquen superar los puntos de nota máxima”, al entender que pueden contribuir a “fomentar la desigualdad entre el alumnado”. Se refieren, ponen por caso, a “dar x puntos de más por realizar tareas voluntarias, apuntarse a clubs de lectura o de ciencias, participar en competiciones...” A juicio de la Xunta, estos “pluses” no favorecen un trato igualitario entre el alumnado, ya que cada uno, avisa, tiene su propia realidad y esta no siempre es “compatible” con los criterios que se valoran.

Educación explica que todo lo expuesto no es una lista cerrada, sino que responde a la filosofía de establecer criterios de calificación o de valoración ajustados a “reglas claras y justas, basadas en la motivación y el aprendizaje del alumnado”. La norma, incide, es eludir la aplicación de criterios “que no estén asociados al aprendizaje curricular o que impliquen sanciones”.

En la guía de programación de la Xunta, la Administración educativa también aclara a sus profesores que las actividades complementarias, que pretenden “facilitar” aprendizajes o “complementar lo aprendido” buscando despertar “una mayor motivación” del alumnado deben incluir la “justificación” de “con qué elementos del currículo se relacionan” e insta a no programar aquellas acciones que “no tengan encaje” en él.

Si la evaluación es continua, las recuperaciones también: tema a tema

Aunque los exámenes extraordinarios de la repesca fueron exiliados en el caso concreto de la ESO y los alumnos, con carácter general, pasan de curso aunque no superen todas las materias, los estudiantes tienen que recuperar las asignaturas no aprobadas mediante planes de refuerzo, caso de esta etapa. Pero no vale, en general, con una recuperación al final del curso, sino que la filosofía de la evaluación continua se extiende también a la de la recuperación: debe ser progresiva. En la guía para elaborar programaciones, la Xunta explica que hay que incluir en ellas los momentos en los que se realizarán las recuperaciones. En esa línea, la Administración señala que “se tendrá que favorecer la progresión adecuada en el aprendizaje, dando siempre la oportunidad de recuperar cada parte suspensa a lo largo del curso”. “Y no únicamente al final del mismo”, previene. Respecto también a la recuperación, el documento elaborado por del Gobierno gallego matiza, asimismo, dos aspectos: que no se debe “limitar” la obtención de nota ni tampoco incluir en el cálculo las calificaciones no superadas previamente. Es decir, no se hacen medias entre la nueva nota y la nota obtenida anteriormente: si la nota de la primera evaluación es un 4 y recuperada es un 5, la nota que se queda es el 5. Tampoco se permiten topes por arriba a la calificación a la que puede aspirar el alumnado. Son ejemplos que la Consellería insta a evitar.

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