Día Internacional de las Personas con Discapacidad

Coruñeses con discapacidad intelectual con plaza fija en la Administración: “Con apoyo y esfuerzo, todo se puede conseguir”

Brais Pérez, Ana Rúa y Santiago López, que aprobaron una oposición, cuentan cómo prepararon los exámenes, animan a otros a seguir sus pasos y reivindican: "Todos tenemos los mismos derechos"

Brais Pérez Fernández, en el almacén de la farmacia del Hospital de A Coruña, donde trabaja tras lograr una plaza en el Sergas.  // Iago López

Brais Pérez Fernández, en el almacén de la farmacia del Hospital de A Coruña, donde trabaja tras lograr una plaza en el Sergas. // Iago López

Brais Pérez Fernández es coruñés, tiene 26 años, una discapacidad física “del 48%” e intelectual de grado “límite” y, desde el pasado mes de septiembre, trabaja como técnico auxiliar de farmacia en el Hospital Universitario de A Coruña (Chuac), donde asegura estar “muy contento”, tras haberse sacado una plaza de esa categoría profesional en el Servizo Galego de Saúde (Sergas), mediante un proceso de concurso-oposición. Cuenta que empezó a preparar oposiciones “hace unos años”, con Fademga Plena Inclusión Galicia, primero “para ordenanza” pero, pasado un tiempo, le comentaron que “habían salido unas plazas para técnico auxiliar de farmacia”, y decidió apuntarse. “En Fademga no las preparaban, porque no tenían grupo, ya que solo éramos dos chicos de A Coruña, así que me buscaron otra academia, donde me ayudaron con el examen. La parte específica no estaba adaptada para personas con discapacidad, y me dijeron que me la tenía que estudiar como si fuese por el proceso ordinario. Lo que hizo, entonces, la profesora de la academia, fue darme unas pinceladas sobre el temario. Es decir, me lo resumió un poco y, aparte, por las tardes, estudiaba en casa”, refiere Brais, quien antes de opositar, había cursado un “ciclo de Farmacia”, en el Centro de Formación Profesional de Cruz Roja, en A Coruña. “Entregué muchos currículos en farmacias, pero no me llamaban para trabajar, por eso opté por preparar oposiciones, para intentar obtener un empleo, además, estable”, resalta.

Admite Brais que sacarse una plaza en la Administración pública no es tarea fácil, ya que “hay que dedicarle muchas horas” de estudio, “tanto en la academia, como en casa”, pero insiste en que, “el esfuerzo, al final, tiene su recompensa”. “En mi caso, por la mañana, iba a la academia que me buscaron en Fademga, donde me resumían los temas. Por la tarde, encima de comer, estudiaba en casa dos horas y, después, volvía a la academia, donde me pasaba otra hora y media estudiando. Y así estuve quince meses. Con todo, no me dio tiempo a resumir los 19 temas que eran, en Fademga ya me habían avisado de que me pasaría eso, pero yo me los estudié igual, los ocho que me faltaban, todos por el libro”, recuerda. “A la profesora de la academia, siempre le decía: ‘¿Me acordaré de todo esto el día del examen?’. Porque sabía que era muy complicado, ya lo había sido el ciclo formativo, y esto más, pero ella confiaba mucho en mí y me respondía: ‘Tranquilo, sí te vas a acordar, tienes mucha memoria’. Pero es que yo siempre que he tenido un examen cerca, me ponía de unos nervios... aunque no se me notaban mucho, porque a mí los nervios me atacan por dentro”, reconoce.

Antes del examen que le llevó a sacarse su plaza como técnico de farmacia en el Sergas, y que le permite trabajar, actualmente, en el Chuac, Brais se había presentado ya a los exámenes para “ordenanza en la Agencia Tributaria”, en convocatoria estatal, y también para la Xunta. “Las pruebas para el Estado las hice en Madrid, y las otras, en la facultad de Derecho de Elviña. Solo eran dos plazas, así que me presenté un poco por probar”, admite este joven coruñés, y prosigue: “Los exámenes para auxiliar de farmacia en el Sergas se celebraron en abril de 2022, en Silleda. Recuerdo que salí como un flan, de hecho, en cuanto vi a mi madre, le comenté: ‘Creo que habré acertado cuatro o cinco preguntas’, cuando tenía que responder correctamente quince como mínimo. Sin embargo, cuando salieron las listas provisionales del examen, me las mandaron desde Fademga por WhatsApp, y como después del examen nos habían dado una plantilla con nuestras respuestas, fui mirando pregunta por pregunta, y respuesta por respuesta, y ya comprobé que había acertado 21 sobre 30. En aquel momento, la alegría fue enorme”.

Ana Rúa López, frente a un ordenador, en el Centro de Inserción Social Carmela Arias y Díaz de Rábago, en A Coruña, donde trabaja como_personal de apoyo de la Administración del Estado. // Carlos Pardellas

Ana Rúa López, frente a un ordenador, en el Centro de Inserción Social Carmela Arias y Díaz de Rábago, en A Coruña, donde trabaja como_personal de apoyo de la Administración del Estado. // Carlos Pardellas / Carlos Pardellas

La confirmación de que la plaza de técnico auxiliar de farmacia era suya fue una explosión de júbilo para Brais, pero también para su familia, que “lo vivió a lo grande”, así como un bálsamo de tranquilidad. “Siempre he querido trabajar, conseguir mi dinero y tener mi vida para poder estar bien atendido cuando mi familia ya no esté”, subraya, antes de reconocer que, “al revisar las respuestas sobre la plantilla” de su examen, supo ya que “tenía la plaza”. “Y en Fademga ya me dijeron también que la plaza era mía seguro, porque además la convocatoria era de concurso-oposición, por tanto, había que tener en cuenta los méritos. Solo con la nota del examen, yo estaba empatado con otra persona, pero después, con los méritos, ya la adelanté y quedé primero en las listas”, señala. Unos méritos que, en su caso, consistieron en “cursillos” que había realizado previamente. “Como experiencia laboral no tenía, me contaron solo los cursos, pero como hice bastantes, logré superar en puntuación a la persona con la que estaba empatado. Teníamos 71 puntos los dos y yo, con los méritos, pasé a 79”, detalla.

A partir de ahí, Brais pasó “un año y pico” esperando por su plaza de técnico auxiliar de farmacia, antes de comenzar a trabajar, el pasado mes de septiembre, en el Hospital Universitario coruñés, donde lleva a cabo diferentes tareas. “Nos incorporamos, al mismo tiempo, dos compañeros con discapacidad intelectual. Empezamos acompañados por otra compañera de la Farmacia, haciendo pedidos para los carros, que después los celadores se encargan de subir a planta. Después pasamos a otros servicios, dentro de la misma Farmacia, llamados ‘entradas’, y lo que hacíamos allí era comprobar, con las hojas de pedido, que venía toda la mercancía, y darle entrada. Cubrir el albarán y todo, colocar las cosas en su sitio y, lo que no cabía, ubicarlo en el almacén”, explica Brais, quien reconoce que la Farmacia del Chuac es un servicio “muy grande”, en el que trabajan “muchos compañeros”.

“Antes de comenzar a trabajar allí, tuve que hacer un reconocimiento médico, y como vieron que tenía problemas, por ejemplo, para cortar los blísteres o para coger las cajas —porque, debido a mi discapacidad física [Brais sufre una “distrofia miotónica de Steinert”, que le “afecta a los músculos”], tengo muy poca fuerza—, entre el médico que me hizo ese examen y mi supervisora, decidieron que lo más adaptado para mí eran puestos que no implicasen hacer esas labores. Así que, lo que hago ahora es vaciar y censar los carros, para que mis compañeros ya no tengan que hacerlo. Es decir, yo a primera hora de la mañana, vacío los carros, se los llevo al compañero que lleva el servicio correspondiente (por ejemplo, Neurología) y, a continuación, saco las pegatinas del ordenador, y los censo. Después hago el descanso, y paso a ‘paquetería’, un servicio donde preparamos kits y cajas para que los transportistas lleven a los domicilios de los pacientes externos de la Farmacia del hospital. Tengo una compañera que me ayuda porque, según a la hora que acabe de vaciar y censar los carros, me queda más o menos tiempo”, refiere.

“Me gusta trabajar en el hospital, tanto por lo que hago, como por mi supervisora y mis compañeros, que son espléndidos. Me ayudan en todo lo que pueden, hablamos de otras cosas también, no solo de trabajo, y esto muy a gusto”, destaca Brais, quien aprovecha la conmemoración, hoy, del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, para animar a otras personas con discapacidad que quieran opositar, pero que no se atrevan a dar el paso por pensar que quizás no sean capaces de hacerlo, a iniciar el camino que él mismo comenzó hace un lustro, y que le ha llevado hasta hacerse con una plaza fija en la sanidad pública gallega. “Con apoyo y esfuerzo, todo se puede lograr”, subraya, y reivindica, contundente: “Las personas con discapacidad tenemos los mismos derechos que el resto, aunque a veces nos pongan trabas. En mi caso, por ejemplo, en algunos colegios en los que estuve no tuvieron en cuenta mi discapacidad ni me ofrecieron los apoyos que necesitaba, con lo cual me sentía un poco excluido del resto de la clase. En un centro concertado al que fui, de hecho, una profesora llegó a privarme de ir a las clases de gimnasia y al recreo. Me tenía como si fuese un mueble. No hay derecho a eso”.

Reivindicativa se muestra, también, Ana Rúa López, coruñesa como Brais, de 41 años, con una discapacidad intelectual “del 65%” y una plaza fija como personal de apoyo de la Administración General del Estado en el Centro de Inserción Social Carmela Arias y Díaz de Rábago, en A Coruña. “Podemos decir, con mayúsculas, que nos hemos sacado una plaza en la Administración pública”, proclama Ana, antes de detallar cómo y cuándo se lanzó ella a dar el paso de empezar a preparar oposiciones. “Hace cuatro o cinco años, decidí que quería cambiar de trabajo. Llevaba once años en la tienda de Zara de Cuatro Caminos, estaba muy contenta, pero los horarios del comercio son los que son, estás a turnos (una semana de mañana y otra de tarde), haces sábados... y a mí me apetecía ser funcionaria, porque es más estable, para poder asegurarme una tranquilidad de cara al futuro. Por eso comencé a preparar las oposiciones”, expone.

Decida ya a dar ese paso, lo primero que hizo Ana fue informarse sobre qué convocatorias había con plazas reservadas para personas con discapacidad, y dónde podía prepararlas. “De ordenanza, por ejemplo, había muchas, y como me dijeron que en Fademga me podían ayudar a prepararlas, allí me dirigí”, explica esta coruñesa, cuyo mérito es si cabe aún mayor, ya que compatibilizó el estudio con su empleo en Zara, que no dejó hasta que obtuvo su plaza fija en la Administración pública. “Me costaba un poco, porque al trabajar a la vez... Pero tuve la suerte de que en Fademga me dieron la facilidad de ir a la academia una semana de mañana, y otra de tarde. Todos los días preparabas algo, porque si no...”, destaca, y especifica: “Por ejemplo, yo tenía clase los lunes. Si estaba de mañana en la tienda, a la academia iba por la tarde y, después de trabajar, estudiaba un ‘cacho’. Si le dedicas un rato todos los días, tampoco es tan difícil. Bueno, un poco difícil sí que fue, porque trabajar y estudiar a la vez... pero yo quería sacarme la plaza, sí o sí. Y las ganas pudieron más que cualquier otra cosa”, reconoce.

Santiago López Otero, en su puesto de trabajo, ordenanza en la sede de la Agencia Estatal de Administración Tributaria, en A Coruña. // Carlos Pardellas

Santiago López Otero, en su puesto de trabajo, ordenanza en la sede de la Agencia Estatal de Administración Tributaria, en A Coruña. / Carlos Pardellas

Cuenta Ana que, antes de realizar el examen definitivo que la catapultó a su plaza fija como personal de apoyo de la Administración General del Estado en el Centro de Inserción Social Carmela Arias y Díaz de Rábago, en A Coruña, se presentó “una vez a Hacienda”, pero no aprobó. Cuando le confirmaron que su actual plaza era suya, afirma, se quedó “en shock”. “Dije ‘no es verdad, no es verdad, no es verdad...’. Pero sí lo era”, recuerda, entusiasmada. “En mi entorno lo celebraron un montón. Mi familia estuvo muy contenta, sobre todo mis padres, con quienes vivo. Que me haya sacado una plaza fija, y tenga un trabajo para toda la vida, a ellos les da una tranquilidad enorme”, agrega, antes de exponer en qué consiste su trabajo, al que en enero hará un año que se incorporó. “Supe que había aprobado a finales de 2020, pero con la pandemia, tardaron mogollón en asignarme la plaza. Fue un poco desesperante. Al final, empecé en el centro en el que estoy en enero de este 2023. Trabajo por la mañana, de ocho a tres, y allí hago diferentes tareas: tanto fotocopiar, como escanear, como mandar correspondencia, recibirla, citar a la gente para que venga... Estoy muy contenta. Me gusta mucho mi trabajo y mis compañeros son geniales, al igual que mis jefes. La verdad es que me tocó la lotería. Yo al menos lo veo así. Y el poder tener libres todos los fines de semana me da la vida también, porque así puedo ir con mis padres a nuestro pueblo, Melide. Antes no podía hacerlo siempre, así que el primer sábado que me vi libre, ¡no me lo creía!”, resalta.

Al igual que hiciera Brais, Ana aprovecha la conmemoración, hoy, del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, para transmitir un par de mensajes. El primero tiene como destinatarias a otras personas con discapacidad intelectual que sueñen con conseguir una plaza fija en la Administración: “A la gente con una discapacidad intelectual que esté pensando en opositar, me gustaría decirles que no se desanimen y que, aunque les cueste mucho, se esfuercen por intentar cumplir su sueño. Una plaza así es para toda la vida y, aunque te lleve un año, dos o tres sacártela, vale la pena luchar por ella, por la tranquilidad que supone para uno mismo, pero también para la familia”. Su segundo mensaje, claro y conciso, se dirige a la ciudadanía: “Todos somos iguales y tenemos los mismos derechos”.

La tranquilidad que conlleva “un puesto para toda la vida” motivó también a Santiago López Otero, compostelano de 29 años, con discapacidad física (“cojera en una pierna”) e intelectual “del 50%”, a preparar oposiciones. Desde “octubre de 2022”, trabaja como ordenanza en la sede de la Agencia Estatal de Administración Tributaria, en A Coruña, a donde se desplaza todos los días laborables, desde Santiago, donde reside. “Antes, había realizado varios cursos del INEM y esas cosas, y ahí fue donde me informaron de que había estas oposiciones, y me animaron a presentarme. Fue entonces cuando comencé a prepararlas, con Fademga. La plaza no la conseguí a la primera, de hecho, me había presentado ya varias veces, había sacado el cien por cien de la nota, pero nunca me daba para la plaza por el tema de los méritos, ya que eran procesos de concurso-oposición. Decidí entonces coger cualquier trabajo que me fuese saliendo, aunque fuese por dos, tres, cuatro, cinco horas... lo que fuera, para sumar méritos y tener opciones a aspirar a un puesto para toda la vida. No era por otra cosa”, subraya Santiago, quien “ya con 18 años” tuvo claro que su futuro debía estar en la Administración pública. “Siempre quise comprarme una casa, un coche... tener una vida independiente”, remarca, antes de detallar que, para lograrlo, se presentó “como unas cinco veces”. “Tanto a Xunta, como a celadores, a ordenanzas del Estado y esta de la Agencia Tributaria, donde finalmente me saqué la plaza. A todo lo que iba saliendo, que veía que era un puesto de trabajo que me podía gustar, me presentaba”, comenta.

“Las oposiciones de la Agencia Tributaria las preparé solo, por mi cuenta pero, en el resto, siempre tuve la ayuda de Fademga. Nos echaban un cable, nos daban clases, y muy bien la verdad”, apunta Santiago, agradecido. “Me organizaba bastante bien. Primero me organizaba con el trabajo, después ayudaba lo que fuera en casa y, en mis ratos libres, me dedicaba a estudiar”, añade este compostelano, quien antes de sacarse una plaza fija en la Administración pública trabajó “en la recogida del cartón, en el sector de la limpieza, en la carga y descarga de camiones y como jardinero en el concello de Santiago”. “Mi discapacidad nunca me ha impedido desarrollar esos trabajos, pero sí ha condicionado algunas entrevistas En función de cómo fuera la empresa que ofertaba el puesto, muchas veces, ya veía que tenía el ‘no’. Aunque te dijesen ‘te llamaremos’, yo en la entrevista ya veía si era un ‘sí’ o un ‘no’. Por ese motivo, me he visto muchas veces en la necesidad de quitar del currículo que tenía un certificado de discapacidad”, admite.

Sobre su trabajo actual, Santiago destaca que lo que más le gusta es “el trato con los clientes”. “Todas las demás funciones que desempeño (comprobar el correo, repartirlo y alguna tarea más de reprografía puntual) me gustan también, pero la atención al público es mi favorita, porque me veo con la capacidad de poder ayudar a las personas”, reitera, antes de reconocer que, para su familia, el hecho de que consiguiese una plaza fija en la Administración fue también “una alegría tremenda”. Y, al hilo de la conmemoración, hoy, del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, demanda a la sociedad en su conjunto “el mismo trato” para ese colectivo que para el resto”. “Somos personas iguales. Realmente, la discapacidad es una característica más, como tener los ojos azules o negros. Hay grados y grados pero, ante todo, que la sociedad nos trate igual y nos valore, del mismo modo también, para puestos de trabajo, tantos públicos como privados”, concluye.

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Cerca de un centenar de entidades sociales de toda Galicia conmemorarán hoy, 3 de diciembre, el Día Internacional de las Personas con Discapacidad con la iniciativa Baixo o mesmo paraugas, que cumple ya ocho años “uniendo a todo el movimiento asociativo gallego con un fin común”: “defender los derechos” de esas personas y “mostrar una sociedad plural y diversa”.

Este año, Baixo o mesmo paraugas hace un llamamiento a la ciudadanía, con la campaña Abre tu paraguas, para que compartan vídeos cortos, en sus perfiles de redes sociales, con mensajes positivos a favor de la igualdad de oportunidades y las personas con discapacidad, etiquetando la iniciativa (@galiciadiversa). A lo largo de toda esta semana, se han sumado a la campaña la alcaldesa de A Coruña, Inés Rey; la concejala de Benestar Social, Yoya Neira; el Deportivo de A Coruña; el regidor de Vigo, Abel Caballero; el deportista Pablo Cimadevila; y la cantante Sés, entre otras instituciones y personalidades del panorama gallego.

Durante toda la jornada de hoy, asimismo, se llevarán a cabo actos reivindicativos y de visibilización, en ciudades como A Coruña, Pontevedra y Vigo, donde se dará lectura al manifiesto del Día Internacional de las Personas con Discapacidad. En A Coruña, la cita es a las 12.00 horas, en la explanada de O Parrote.

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