‘Bone smashing’, la tendencia de darse martillazos en la cara

Las consecuencias de llevar a cabo esta práctica pueden ir desde la caída de los dientes hasta la pérdida de visión de forma definitiva o daño de los nervios faciales de los que depende la sensibilidad de la piel

adriana quesada

La viralidad no solo supone que un contenido sea visto por millones de personas de todo el mundo, sino que también tiene a sus espaldas el peligro de que algo se convierta en tendencia. Dentro del mundo de los trends, que son aquello —retos, bailes, frases...— más repetido en redes sociales durante un periodo de tiempo, existen todo tipo de cosas: desde coreografías al ritmo de la canción del momento hasta el hecho de coger un martillo y empezar a golpearse en determinadas zonas de la cara para conseguir modificar la estructura de, por ejemplo, la mandíbula o los pómulos.

Esta última acción descrita tiene un nombre: bone smashing, que es la práctica de golpearse la cara con martillos, botellas, masajeadores u otro tipo de objetos con el objetivo de marcar determinados rasgos faciales por un motivo estético. Es decir, en el intento desesperado de conseguir alcanzar ciertos estándares de belleza, algunos jóvenes se golpean para romperse los huesos de los pómulos o mandíbula y modificar su estructura ósea. Esta práctica se ha hecho viral principalmente por medio de la red social TikTok, donde el contenido relacionado con el bone smashing tiene millones de visualizaciones: desde tutoriales que enseñan cómo hacerlo de la forma —supuestamente— adecuada hasta personas que comparten su cambio físico llevando a cabo esta práctica.

Riesgo para la salud

Es posible que parezca evidente para algunos que esta forma de buscar encajar con los estándares de belleza es peligrosa, pero además de eso tenemos que preguntarnos si realmente funciona. Abel García García, jefe del Servicio de Cirugía Maxilofacial del Hospital Provincial de Conxo y catedrático de la Facultad de Medicina y Odontología de la Universidad de Santiago de Compostela, señala: “Para conseguir los efectos que dicen que se producen a nivel óseo habría que estar dándose golpes en los huesos, pero golpes en condiciones, de forma que se formaran hematomas por debajo del periostio —membrana que recubre los huesos— y eso duele muchísimo”.

Además del dolor, la propia naturaleza parece poner todo en contra para que esto tenga los resultados deseados: “Conseguir que esos hematomas se organicen y se transformen en hueso ya es otra historia. Cuando hay una fractura, alrededor del foco de esta se forma un hematoma que se transforma en hueso, lo que se llama callo de fractura. Este bulto con el tiempo se va remodelando y queda igual que antes, es como si la naturaleza tuviese programado que el hueso en ese sitio tiene que ser de determinada forma”, explica el doctor Abel García.

Esto tiene como consecuencia que, a pesar de que pueda parecer que hay resultados durante un tiempo, finalmente terminarían por desaparecer y los huesos recuperar su forma original. A esto hay que sumarle la gran cantidad de riesgos que tiene golpearse con objetos tan contundentes en zonas sensibles como la de la boca o cerca de los ojos, pudiendo causar la caída de dientes e, incluso, pérdida de visión de forma definitiva.

“La gente se piensa que los huesos son estructuras inertes que no tienen en su interior nada importante pero, sobre todo en la región facial, tienen nervios muy importantes de los que depende la sensibilidad de la piel de la cara, de la boca... El hecho de golpearlos puede causar una lesión definitiva. Esto se ve en los casos de traumatismos faciales”, explica el doctor Abel García.

Seguir tendencias

La presencia de los jóvenes en redes sociales es algo evidente cada vez que abrimos cualquiera de estas aplicaciones. Según el informe de Qustodio, De Alpha a Zeta, educando a las generaciones digitales, los jóvenes dedican casi 400 minutos a la semana a estas plataformas, más tiempo que a cualquier otro tipo de plataformas digitales. Además, este mismo informe muestra como son los jóvenes los que prefieren aplicaciones como TikTok, que es la más popular en España.

El hecho de estar expuestos a estas plataformas en las que la imagen personal es lo principal tiene como resultado que muchos jóvenes sientan la necesidad de alcanzar unos estándares físicos que, muchas veces, son inalcanzables. Es por eso que, a pesar de que la idea de coger un martillo para marcar zonas como la mandíbula suene, de primeras, disparatada, algunos se atreven con tal de conseguir verse de una manera determinada.