Las monjas que ‘huyeron’ de un convento en Santiago rehacen sus vidas, alguna con hijos

El juez decidió archivar el caso en 2016 al considerar que no estaba probado que las cuatro religiosas estuviesen retenidas

La comunidad de las Madres Mercedarias de Santiago, en la rúa da Mercé.

La comunidad de las Madres Mercedarias de Santiago, en la rúa da Mercé. / Antonio Hernández

Arturo Reboyras

Las alarmas saltaban el 29 de diciembre de 2015, cuando una mujer residente en Madrid escribió un correo electrónico a la unidad especializada en trata de seres humanos del Cuerpo Nacional de Policía para alertar de que “tres mujeres extranjeras están retenidas en contra de su voluntad desde hace muchos años”. Esta información se la había trasladado una empleada del hogar de origen indio que trabajaba en su casa desde hacía apenas unos meses; la cual aseguraba que también ella había estado “retenida en un convento de clausura de Santiago”.

Se iniciaba así una investigación policial que remató con una orden judicial para que todas las religiosas de origen indio que vivían en el monasterio de las Madres Mercedarias de Santiago, un total de cinco en ese momento, compareciesen en el Juzgado para aclarar cuál era su situación en la casa religiosa. Se estaba investigando un supuesto delito de detención ilegal por parte de la superiora del monasterio, a la que las dos denunciantes habían señalado como responsable de estos hechos.

De las cinco religiosas indias que acudieron el 23 de enero de 2016 a la sede judicial, dos manifestaron su deseo de regresar a la clausura; pero otras tres, a las que la mujer residente en Madrid se refería en el primer email que envió a la Policía, optaron por colgar los hábitos y “huir” de la comunidad. Desde entonces han pasado ocho años y, aunque aquel episodio no tuvo finalmente consecuencias penales para nadie —el juez concluyó después de cinco meses de pesquisas que no había indicios para demostrar que las religiosas habían sido retenidas en contra de su voluntad ni que habían sufrido un trato degradante ni coacciones— no cabe duda de que supuso un antes un después tanto en la vida de las cuatro exmonjas como en la de la propia comunidad.

El Correo Gallego, del mismo grupo editorial que LA OPINIÓN, ha podido saber ahora que, pese al mal trago de este capítulo, las cuatro exreligiosas han conseguido rehacer sus vidas. “Están muy bien y tienen otra vida junto a sus familias”, señala la mujer que las acogió en Madrid tras su salida del convento de las Mercedarias de Santiago. La misma fuente, que prefiere no dar muchos datos para garantizar la privacidad de las cuatro mujeres indias, apunta que “alguna se casó, otras tienen hijos, alguna solo marido... pero todas tienen una vida muy feliz en familia”. Todas están en España, aunque no concreta su lugar de residencia.

La versión de las cuatro monjas que dijeron haber estado retenidas en el convento compostelano de las Mercedarias no tuvo la suficiente consistencia en el momento del procedimiento judicial. De hecho, el caso fue finalmente archivado por el juez Andrés Lago Louro, que en su auto determinó que no había indicios de un supuesto delito de detención ilegal, puesto que “todas las monjas, inclusive las que han decidido abandonar el convento, afirmaron en sede judicial que podían visitar a sus familias cada siete años, salvo casos justificados como por ejemplo enfermedad de algún pariente, en que podían visitar su país de origen sin necesidad de respetar ese período estipulado en la reglas por las que se rige la comunidad”.

En el fallo se señalaba que todas las religiosas indias habían podido pasar, después de entrar en el convento compostelano, largas temporadas de descanso en su país de origen, por lo cual el juez entendía que siempre que regresaban al convento lo hacían “voluntariamente”. Lago Louro también sostenía que “no podemos hablar en absoluto de secuestro o detención ilegal”, puesto que todas las religiosas que comparecieron en sede judicial admitieron que, pese al régimen de clausura en el que se hallaban, “sí podían comunicarse habitualmente con sus familias tanto por carta como por teléfono”.

El juez que investigó el caso, que dudó de la “veracidad” de la versión ofrecida por la exreligiosa denunciante, ya que encontró “contradicciones en su relato”, también concluyó que “no se ha constatado en ninguna de las mujeres indias la existencia de un menoscabo grave a su integridad moral por lo que no podemos hablar de un delito”.

Estos hechos provocaron un profundo “dolor y consternación” en la comunidad de las Madres Mercedarias de Santiago, que en su día emitieron un comunicado en el que señalaban que quisieron “facilitar el desarrollo de la vida contemplativa a distintas jóvenes extranjeras con vocación”, al tiempo que apuntaban que “algunas ahora son monjas de votos solemnes y otras fueron descubriendo con el paso del tiempo que el Señor las llamaba a otro tipo de vocación en la Iglesia y en el mundo”.