El aumento de la longevidad y la esperanza de vida conllevará más años de mala salud

La soledad no deseada causa “un 30% más de mortalidad prematura”, advierten los gerontólogos

En tres décadas, la expectativa de vida en España alcanzará los 87 años

Una pareja de personas de avanzada edad pasea por Ourense.

Una pareja de personas de avanzada edad pasea por Ourense. / Iñaki Osorio

Mateo G. Triñanes

El porcentaje de población que se encuentra en el grupo de mayor edad lleva años registrando un incremento continuado. Al cierre del 2022, el 26% de los gallegos tenían o superaban ya los 65 años —una proporción bastante más elevada de la que registraba el conjunto español, que se encontraba entonces ligeramente por encima del 19%—. La tendencia irá a más en los próximos años, puesto que la esperanza de vida y la longevidad de la ciudadanía, gracias a los continuos avances médico-científicos, siguen en aumento. La previsión es que para el 2050 un recién nacido en España cuente con una expectativa de vida de 87,5 años, casi cuatro y medio más que en los últimos estudios que datan del año 2021.

No obstante, el alza en el número de personas de mayor edad supondrá inevitablemente un ascenso de los ciudadanos afectados por enfermedades crónicas y comorbilidades, es decir, dos o más trastornos al mismo tiempo o uno después del otro, lo que implicará en el plano asistencial un importante refuerzo en la demanda de atención sanitaria.

En efecto, publicaciones recientes refieren que las personas llegan a esas edades más altas con un peor estado de salud. En este sentido, en 2050, una vez cumplidos los 65 años y cuando todavía resten veintidós de esperanza de vida, los vaticinios científicos auguran que la mitad de los mismos no se vivirán con buena salud.

Así se explicó ayer en la primera sesión del XXXIV Congreso Internacional de Geriatría y Gerontología que la Sociedade Galega de Xerontoloxía e Xeriatría (SGXX) organiza durante este fin de semana en Santiago. En ella participaron Cristina Candal Pedreira, del área de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidade de Santiago (USC); Federico Pallardó Calatayud, catedrático de Fisiología de la Universidad de Valencia; y José Augusto García Navarro, presidente de la Sociedad Española de Gerontología y Geriatría (SEGG), que abordaron las proyecciones de la longevidad para 2050, sus determinantes y los retos que esto implica desde un punto de vista sanitario y asistencial.

La encargada de dar a conocer las proyecciones científicas existentes de cara a 2050 fue Cristina Candal, que explicó como a pesar de su utilidad, para conocer el desarrollo y los avances en asistencia sanitaria y condiciones de vida, la esperanza de vida es un indicador susceptible de ser influenciado por diferentes situaciones o escenarios que en su gran mayoría son incontrolables. “De hecho, entre 2020 y 2021 disminuyó a nivel global 1,6 años debido al aumento de mortalidad causado por la pandemia del COVID”, explicó.

A pesar de ello, manifestó que todas las proyecciones y estimaciones apuntan que esta va a continuar aumentando. “Existen tres escenarios posibles: un crecimiento a un menor ritmo de lo que ha crecido la esperanza de vida en las últimas décadas, un aumento al mismo ritmo y un tercer escenario que indica o sostiene un aumento a un ritmo mayor debido a los avances médico-científicos que nos esperan en el futuro”, auguró la profesora de la USC.

Precisamente, estos avances científicos vendrán en gran medida del estudio de la epigenética y los factores ambientales, aquellos determinantes de la longevidad sobre los que existe la posibilidad de intervenir.

“La epigenética son características genéticas que pueden ser heredables o no, y que modifican la expresión de los genes”, aclaró Federico Pallardó, que lo distinguió de las mutaciones genéticas que produce, por ejemplo, el tabaco, “aquí no hay ninguna alteración en la estructura de las bases que forman el gen”.

La deriva epigenética se correlaciona con la esperanza de vida, de modo que el grupo de estudio del profesor Pallardó ha desarrollado una serie de biomarcadores epigenéticos que permiten, por ejemplo, saber “cuál es la edad biológica, no cronológica, de un paciente”.

Más allá de la capacidad de intervención —una buena alimentación y el ejercicio físico pueden modificar estos biomarcadores—, su principal ventaja es que se trata de pruebas cuya realización se aguarda que sea muy económica.

“Vivir solo es como fumar”

El presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, José Augusto García, abordó durante su intervención cuáles son los principales retos de la especialidad para el futuro: el combate a la soledad no deseada y la disminución de la mala salud a partir de los 65 años. “Las personas que están solas o que sienten soledad, tienen hasta un 30% más de mortalidad prematura. Es equivalente a fumar 15 cigarrillos al día”, alertó García. Bajo su punto de vista, ambos desafíos deben ser abordados con un mismo enfoque: la integración de la atención sanitaria y los servicios sociales. “Estas personas tienen muchas necesidades, no se pueden dar respuestas únicas a necesidades múltiples”, apuntó.

“Hemos de replantear el sistema de cuidados, somos el país europeo que más carga el cuidado de mayores en cuidadores informales, en su mayoría mujeres, mientras dedicamos al sistema solo un 0,75% del PIB mientras la media europea se sitúa en el 1,7%” concluyó García.

Galicia opta a ser “uno de los mejores lugares del mundo para hacerse mayor”

Tras esta primera sesión, la conselleira de Política Social e Igualdade, Fabiola García, destacó en la sesión inaugural del Congreso que Galicia se consolida como “modelo de longevidad y calidad de vida” al optar a convertirse en una de la Blue Zones del mundo junto con Okinawa (Japón), Cerdeña (Italia), Nicoya (Costa Rica), Ikaria (Grecia) y Loma Linda (California), que ya cuentan con la mencionada distinción. En un comunicado, Política Social recuerda que el comité científico internacional realizará un estudio en varios ayuntamientos gallegos de las provincias de Lugo, Ourense y Pontevedra para analizar la posibilidad de concederle este distintivo que reconoce a las comunidades con más longevidad y calidad de vida. García agradeció al investigador responsable de este estudio, Michael Poulain, por destacar a Galicia como “uno de los mejores lugares del mundo para hacerse mayor”. También ha remarcado que el Gobierno gallego lleva trabajando durante los últimos años en la creación de un modelo de cuidados que responda a las características territoriales de la comunidad y permita a las personas mayores vivir esa etapa de sus vidas “dónde y cómo ellos prefieran”.

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