César de la Fuente | Catedrático de Biotecnología en la Universidad de Pensilvania

“Solo un par de laboratorios buscamos antibióticos, los privados se han apartado”

“Diez millones de personas morirán por infecciones de superbacterias en 2050; urge encontrar nuevos medicamentos” | “La inteligencia artificial tendrá un efecto similar a la revolución industrial”

charo barba

Pionero en utilizar la inteligencia artificial para el descubrimiento de fármacos, César de la Fuente Núñez (A Coruña, 1986) lleva a cabo sus investigaciones desde su laboratorio en la Universidad de Pensilvania, en EEUU, donde es catedrático de Biotecnología. Esta semana ingresó como miembro de número en la Real Academia de Farmacia de Galicia.

Es usted profeta en su tierra.

Es un honor, un privilegio, tener el reconocimiento de tu propia tierra.

Sin embargo, desempeña su trabajo en Pensilvania. ¿Cómo hemos de llamarlo? ¿Fuga de talento?

No lo sé, la verdad. Yo llevo mucho tiempo fuera. Llevo ya fuera de Galicia 20 años porque hice la carrera en León. Luego fui a Vancouver, en Canadá, a hacer el doctorado; después estuve en el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) haciendo el posdoctorado, y finalmente me reclutaron en la Universidad de Pensilvania, donde estoy ahora. Es una trayectoria que me ha permitido aprender un montón de cosas, crecer personalmente, científicamente. No sé si se puede llamar fuga de talento. Quizás, ya que me cultivé en España, hice la carrera en España. Quizás se pueda denominar así, pero yo estoy contento con mi trayectoria, contento de estar donde estoy ahora, en este caso fuera de España. No puedo contribuir directamente a la ciencia en España, aunque tengo colaboraciones aquí, en España y en Galicia.

Los expertos nos advierten del problema de la resistencia a los antibióticos. ¿Qué se puede hacer?

Hace falta encontrar nuevos antibióticos. La previsión es que en 2050 van a morir 10 millones de personas al año en el mundo como consecuencia de infecciones causadas por superbacterias, que son resistentes a muchos de los antibióticos que tenemos hoy en día en los hospitales. Y una de las cosas que hay que hacer es acelerar el proceso de descubrir nuevos antibióticos. Esa es la gran motivación en mi laboratorio, donde estamos utilizando máquinas e inteligencia artificial. Ahora con las máquinas, con algoritmos que hemos desarrollado, en cuestión de horas, a lo largo del día, mientras te tomas una taza de café o mientras comes, el ordenador ya ha encontrado antibióticos que son prometedores. Es un proceso que se ha acelerado, porque si piensas en métodos tradicionales se tarda años en encontrar cosas nuevas, moléculas nuevas.

¿Es más fácil entonces descubrir un antibiótico con un ordenador?

Es mucho más rápido. Los algoritmos pueden buscar cosas de manera mucho más rápida y explorar información mucho más rápidamente que la mente humana. Incluso por la noche puedes dejar el algoritmo mientras tú estás durmiendo y, cuando te levantas por la mañana, el algoritmo ha terminado su exploración de los datos biológicos que le hemos dado y muestra el ranking de las mejores moléculas que pueden llegar a ser grandes antibióticos.

¿Y esto qué supone? ¿Únicamente la rapidez, que es un avance muy grande, o también sale más barato?

También más barato, porque como estás acelerando el proceso en cuanto a rapidez, eso a la vez conlleva una disminución de los costes. Porque con métodos tradicionales tú lo que tienes que hacer son prospecciones en la naturaleza, vas al océano... tomas muestras... y miras si hay alguna molécula antibiótica ahí. O vas a suelos, tomas muestras de suelo en varios sitios... Es un proceso de iteración que lleva muchísimo tiempo y es caro, porque tienes que extraer las moléculas de esas muestras de agua o de suelo por ejemplo. Ahora hacemos todo de manera digital, es un poco descubrir nuevos antibióticos de manera digital y eso permite acelerar todo el proceso.

Usted fue pionero en la utilización de inteligencia artificial para descubrir antibióticos, ¿hay mucha gente que sigue por ese camino?

Sí, cada vez más. Es un campo que está creciendo, el de utilizar inteligencia artificial y ordenadores para descubrir unos antibióticos. Cada vez hay más grupos a lo largo del mundo que se han unido a estos esfuerzos. Y sí, es un campo que está madurando, está creciendo, y ojalá pueda dar productos en un futuro, moléculas, medicamentos que puedan salvar vidas.

La financiación es el caballo de batalla de todos los investigadores. ¿De dónde tiene que venir, de los gobiernos, de las farmacéuticas?

Yo creo que una combinación. El problema es que las farmacéuticas digamos que se han echado un poco a un lado porque desarrollar nuevos antibióticos no es económicamente viable. No son medicamentos que se tomen de manera crónica por el paciente, que eso es lo que realmente da dinero a las farmacéuticas. Hoy en día depende de un par de grupos académicos, como el nuestro, en mi laboratorio, donde intentamos pensar un poquito fuera de lo normal en cómo podemos descubrir nuevos antibióticos, qué tipo de ideas se pueden tener que sean poco convencionales, que nos permitan descubrir realmente algo nuevo. Es preocupante, pero es la realidad.

¿Es esa la razón por la que usted está en Pensilvania y no en Galicia?

No lo sé, la verdad. A mí me gusta estar en un sitio donde yo pueda desarrollar ideas de manera libre, donde haya posibilidad de financiación, aunque incluso para financiar un grupo académico es complicado porque la mayor parte de becas que pedimos no entran. Yo creo que nos dan quizás el 10% de las que pedimos. Sigue siendo muy duro también conseguir financiación incluso para desarrollar ideas a nivel académico. Pero en Estados Unidos ahora mismo estoy contento, puedo hacer un poco lo que queremos como equipo, tengo un equipo de gente excepcional de la que puedo aprender y aprendo cada día, y, bueno, eso es lo que quiero ahora mismo.

¿Resistiríamos otro COVID?

Seguramente sí. La humanidad tiene una gran capacidad de resistencia y de supervivencia, pero preferiría no encontrarme otro COVID.

Se demostró que se puede encontrar una vacuna en muy pocos meses...

Sí, eso es una realidad ya. Con tecnología de ARN mensajero y otras tecnologías, ahora es muy rápido. Se pueden diseñar vacunas de manera muy rápida. Entonces tenemos armamento, estamos mejor preparados a nivel científico que cuando empezó el COVID, pero no se lo desearé a nadie. Yo creo que fue un momento muy difícil para la humanidad, perdimos muchas vidas y espero que pasen muchos años antes de tener otra pandemia, pero es posible.

Los no expertos estamos acostumbrados ya a oír palabras como ARN mensajero, nanomedicinas... ¿A cuáles nos vamos a tener que acostumbrar a corto y medio plazo?

La inteligencia artificial ya está cambiando nuestro mundo y lo va a cambiar muchísimo más. Nuestra sociedad va a cambiar de manera sustancial en los próximos cinco o diez años como consecuencia de esta tecnología que va a disruptir prácticamente todo. Si lo miras a lo largo de la historia, la revolución industrial tuvo un efecto similar, se perdieron un montón de trabajos y se crearon muchos otros que nunca se habían imaginado antes. Creo que esta tecnología de ordenadores, de inteligencia artificial, de algoritmos, va a tener un efecto similar en nuestra sociedad. No va a ser un efecto automático, sino que va a llevar unos años, va a ser paulatino. Pero va cambiar el modo en que trabajamos, cómo nos relacionamos, cómo innovamos. Ya lo estamos percibiendo y eso va a continuar.