Nacho Duato | Coreógrafo

“La danza está para que se le dé el pésame”

Acaba de estrenar el primer espectáculo de su compañía, que recupera repertorio propio: “Forma parte de la historia de la danza de España”

El coreógrafo y  bailarín Nacho Duato,  el pasado martes en  Alicante.

El coreógrafo y bailarín Nacho Duato, el pasado martes en Alicante. / Morell / Efe

amparo barbeta

Nacho Duato acaba de estrenar en Alicante el primer espectáculo de su compañía de danza, en el que recupera su repertorio porque, a su juicio, “forman ya parte de la historia de la danza de España y merece ser preservado y compartido con las nuevas generaciones”.

¿Por qué ahora y qué busca con la Compañía Nacho Duato?

La compañía surge de la Academia Nacho Duato. En el conservatorio hay 250 niños y niñas y en el programa de entrenamiento, 28. Ahí se les prepara para que salgan a hacer audiciones y lleguen a compañías profesionales. De mayo a agosto, este grupo se convierte en compañía. Quiero que tengan experiencia profesional y bailen mi repertorio. Como no hay ninguna institución pública a la que le interesen mis 20 años de carrera y mis más de 70 ballets, pues por iniciativa propia y con dinero privado, he formado esta academia y conservatorio.

Para estrenar elige piezas emblemáticas suyas. ¿No es mucha presión para los bailarines?

No tiene por qué. Pretendo retomar mi trabajo, el que se quedó en el baúl de los recuerdos. Es curioso que mis trabajos se siguen bailando en todo el mundo excepto en España cuando gustan porque son estéticos, bonitos y agradables.

¿Su éxito, en parte, es que ha sabido hacer danza para puristas y neófitos?

Creo que sí. Además, durante los 20 años que estuve aquí le puse cara a la danza contemporánea. Ahora estoy haciendo clásico en Rusia y con Chaikovski me he metido en ópera y estoy dirigiendo. Me interesa mostrar la importancia del ballet.

¿Cómo es usted como profesor?

No soy profesor, soy coreógrafo y luego ensayo mis ballets. No doy clases, enseño mis bailes. Mis asistentes son los que enseñan y yo les doy el retoque y el estilo. Como coreógrafo soy muy exigente porque, como cualquier trabajo bien hecho, este requiere de concentración, dedicación y disciplina. Adoro mi trabajo y me lo paso bien. Adoro a los bailarines porque son gente maravillosa. Me gusta la música, me encanta el escenario y así soy feliz. Para mí, trabajar no es un trabajo, lo haría gratis.

¿Está nervioso?

Estoy con ilusión porque el espectáculo se ve muy bonito. Nunca presentaría algo que no esté a nivel. Creo que mi nombre se va a volver a oír en el mundo de la danza en España, y no solo en el extranjero.

Nunca ha dejado de oírse.

Se habla de mí pero no de mi trabajo. Quiero que mi trabajo se siga viendo, ir de gira y hacer nuevos trabajos. Estrenaré el año que viene un trabajo dedicado a los niños de la guerra. Mi obsesión es ayudar a bailarines y apostar por la danza para acercarla a todos los públicos.

Es marca España de danza. ¿Le presiona?

He sido director de la Compañía Nacional y he sido consciente de que era un embajador cultural. He llevado el nombre de España por el mundo. Me siento satisfecho. En un momento se prescindió de mí y he seguido con mi vida. Dirijo el Ballet de Moscú en Rusia y soy feliz. En esta compañía tengo la ayuda de mis bailarines y, ya que las ayudas públicas no se interesan por la danza, nos interesamos nosotros individualmente con mucho trabajo, poco dinero y mucho esfuerzo. Para el debut, yo mismo he estado tiñendo una falda. Es como volver a los principios y eso es bonito.

Desde su salida de la Compañía Nacional la danza no tiene referentes potentes.

Es muy malo. Nadie sabe quién es el director. Yo tenía enganche.

¿Tan mal está la danza en este momento?

Para el Día Internacional de la Danza recibí un mensaje que me decía: “Celebremos la danza”, y yo ese día a la danza le daría el pésame. No hay motivos para alegrarse y eso que a mí me va bien. Vox nos ha quitado ayudas y se las ha dado a los toros. ¡A los toros! No sé qué va a pasar aquí. En Valencia, Puig me pidió mi nombre para el Conservatorio Superior de Danza y yo no puedo tener un conservatorio que parece un manicomio de la época de Franco con mobiliario de los años 90. Eso demuestra el poco interés. Con los de ahora voy a seguir hablando, pero quiero que cambie porque no puede estar como está.

Eso contrasta con la riqueza de dirigir el Teatro Mijáilovski de San Petersburgo, la cuna del ballet.

Allí tengo 180 bailarines, dos orquestas, 60 cantantes, tenores, barítonos y bailamos 20 espectáculos de danza y 15 de ópera todos los meses. Es otra cultura. Allí se apuesta por el arte porque creen en él. Algunos se meten conmigo porque he seguido en Rusia, pero el arte no tiene nada que ver con la guerra y la política. Me han dolido muchas críticas. En mi compañía tengo a 30 bailarines ucranianos que, además, están casados con rusas. ¿Qué hacemos? ¿Les echamos? Hay que disociar una cosa de la otra. Cuando la guerra de Ucrania, decían que no se podía ni leer a Dostoievski y que los cantantes rusos no podían cantar fuera de Rusia. ¡Pero qué tontería es esa! ¿No podemos escuchar la música de Chaikovski porque haya una guerra? Pues entonces no podríamos escuchar nada americano, porque América está en guerra todo el día.

¿Cómo mantiene la ilusión?

No hay que ser una bengala que da mucha luz y se apaga, sino ser como una vela encendida, discreta y que alumbra constantemente. Tengo la misma ilusión que el primer día.

¿Ve en sus alumnos algún futuro Nacho Duato?

Mis zapatos no están a la última moda ni son los más bonitos, pero te digo que con ellos vas a poder andar mucho tiempo porque están bien hechos.

¿Qué le aporta pintar?

Dejé de bailar a los 53 y empecé a tener tiempo libre y más energía. Fue entonces cuando empecé a bailar con los colores encima de un lienzo. Soy muy obsesivo y cuando me empeño en algo no paró. Muchos cuadros los regalo y otros los vendo para, por ejemplo, pagar la beca de un bailarín.

¿Dónde guarda los premios? ¿Qué siente al mirarlos?

Nunca los miro y los acumulo en el cuarto de la lavadora y la plancha. Los tengo todos allí metidos porque no sé dónde ponerlos. Tengo más de 200. Los que conllevan dinero, fenomenal, pero otros la mayoría de la veces te los dan para promocionarse ellos y ese día tienes que ponerte un traje de chaqueta, ser educado, dar las gracias... A ver, que lo agradezco, pero no creas que te cambia la vida.