Svetlana Mojsov, la ‘madre’ del Ozempic que luchó para no ser excluida de la historia

La ganadora del Premio Princesa de Investigación ha visto ninguneadas sus contribuciones científicas a lo largo de su carrera. Permaneció fuera del foco mediático hasta que dijo “basta”

La científica macedonia Svetlana Mojsov, en un acto.

La científica macedonia Svetlana Mojsov, en un acto. / The Rockefeller University

V. DELGADO/A. Rubiera/Redacción

El reconocimiento, que no siempre va ligado al éxito profesional, le ha llegado a Svetlana Mojsov superados los tres cuartos de vida. Nacida en Skopje (Macedonia), cuando aquello era Yugoslavia hace 76 años, estudió Química y se trasladó en los años ochenta a Estados Unidos junto a su marido, el inmunólogo brasileño Michel C. Nussenzweig. Entonces, en el Hospital General de Massachusetts identificó el péptido GLP-1, lo sintetizó y estudió su función, además de desarrollar anticuerpos contra algunas de sus secuencias.

Allí empezó a gestarse el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica, concedido por el Ozempic, el milagro farmacéutico que ha marcado un antes y un después en la lucha contra la diabetes tipo 2 y la obesidad. El galardón también lo han recibido cuatro compañeros de profesión: Daniel J. Drucker, Jeffrey M. Friedman, Joel F. Habener y Jens Juul Holst.

Los cinco son líderes mundiales en el campo de la endocrinología, pero solo Mojsov tuvo que plantarse y exclamar “no sin mi nombre”. Ocurrió en 2021, cuando escuchó el anuncio del premio internacional Gairdner de Canadá, un prestigioso galardón de investigación biomédica. Se otorgaba a tres científicos (Joel Habener, Daniel Drucker y Jens Juul Holst) por su trabajo sobre los medicamentos para la diabetes y la obesidad cuya popularidad se ha disparado en los últimos años. Se especula, incluso, con un premio Nobel, pero a esa narrativa del descubrimiento científico le falta una pieza importante: la propia Mojsov.

El Gairdner (dotado con unos 67.000 euros) era el tercer gran galardón que laureaba al trío y dejaba fuera a la investigadora. “Me molestó mucho. Todavía no entiendo cómo fui excluida”, declaró Mojsov a la revista Science, que se hizo eco de la batalla que inició la científica, que fue la química que publicó los primeros artículos clave. Comenzó entonces una lucha para conseguir su lugar, como bien recordó la Fundación Princesa de Asturias en el compendio de méritos de la investigadora.

La misma revista Science publicó en septiembre de 2023 un artículo que alertaba de que Mojsov había sido excluida de la historia. La investigadora nunca dirigió su propio laboratorio y, tras sus revolucionarios hallazgos, permaneció fuera del foco, publicando estudios de forma mucho más esporádica que sus compañeros. Su reivindicación tuvo éxito y fue más allá: pidió que se corrigieran artículos aparecidos en medios como The New York Times, Nature y Cell. Desde entonces ha recibido los premios VinFuture en la categoría innovadores con logros sobresalientes en campos emergentes, o el más reciente Pearl Meister Greengard de la Universidad Rockefeller, cuya dotación económica ha decidido que se destine a la iniciativa Mujeres y Ciencia de la Universidad Rockefeller. Además, ha sido incluida, junto con Habener, Drucker y Holst, en la lista de la revista Time con las cien personas más influyentes del mundo en el ámbito de la salud en 2024.

El próximo mes de octubre, Mojsov recibirá en Oviedo un premio Princesa igual de merecido que el de sus compañeros, pero mucho más peleado fuera del laboratorio. “No conozco su biografía con detalle pero, lamentablemente, lo que le ha pasado a ella sucede frecuentemente y es algo que se sabe. Cuando son mujeres las investigadoras muchos de sus logros se atribuyen a sus mentores o a sus equipos. En el caso de los hombres suelen estar más claros los personalismos”, sostiene Teresa Valdés, de la comisión de Mujer y Ciencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

“Hay ámbitos de la ciencia donde esas desigualdades pasan menos y muchas esperamos que se vayan superando. Pero no se puede negar que era una realidad que ocurría, y en el ámbito clínico con más asiduidad”, añade María Fernández, delegada del CSIC en Asturias.

Críticas a la “ausencia” de filósofas en las pruebas de acceso a la Universidad, “una grave discriminación”

Las filósofas están excluidas del currículum de Bachillerato y de los exámenes de acceso a la Universidad, “una grave discriminación” que lleva a “algunos alumnos y alumnas a pensar que las mujeres no pueden generar pensamiento de calidad”, critica a Efe el profesor de la Universitat Pompeu Fabra Jordi Mir, que lleva años reivindicando incluir la perspectiva de género en esta materia. “La ausencia de filósofas en el Bachillerato y en la ‘selectividad’ es una discriminación, una opresión y una invisibilización de las mujeres que han generado pensamiento filosófico”, asegura el docente en referencia a Simone Weill, María Zambrano o Simone de Beauvoir. Incorporar la perspectiva de género es “un acto de justicia y de responsabilidad imprescindible”, insiste Mir, que también es profesor del departamento de Ciencia Política y de Derecho Público de la Universitat Autònoma de Barcelona. Desde que, en 2017, empezó a impartir clase en la facultad, Mir pregunta al alumnado el primer día de clase qué pensadoras han estudiado en el instituto durante Bachillerato. La respuesta es “ninguna”. “Algunos estudiantes afirman que no se habían planteado la ausencia de mujeres filósofas, otros dicen haber pensado en ello y la pregunta les reafirma sus inquietudes”, explica el profesor. En su opinión, hay un grupo «preocupante, formado sobre todo por chicos, que creen que las mujeres filósofas no se estudian en el instituto porque no han hecho aportaciones interesantes al mundo del pensamiento”. Estos alumnos “viven una realidad alterada”, que, “por extensión, les hace pensar que lo que opinan sus compañeras en clase no es relevante”, insiste Mir, que destaca que la ausencia de filósofas en los temarios, “perpetúa un tipo de pensamiento patriarcal”.