Marisol Martínez Campos tuvo la mala fortuna de hallar ayer los cuerpos sin vida de sus padres cuando, como cada domingo, se desplazó con su esposo y su hija pequeña a la casa de sus progenitores en el pequeño pueblo de Amendo, en el municipio ourensano de Taboadela. El hallazgo se produjo en torno a las 13.00 horas, cuando la joven comprobó extrañada que sus padres no estaban en el interior de la vivienda. Fue entonces cuando se dirigió al patio exterior y encontró los cadáveres junto al pequeño galpón en el que el matrimonio criaba gallinas y conejos.

La Guardia Civil tuvo conocimiento del suceso en Amendo número 24 a las 13.15 horas a través de una llamada al 112 y enseguida se presentó en el domicilio donde, en efecto, se encontraban los cuerpos abatidos a tiros. Se trata de María Teresa Campos Márquez, de 63 años, y de su esposo José Martínez Vázquez, de 65. Según fuentes de la Guardia Civil, la mujer presentaba dos impactos de bala en el cráneo y se encontraba dentro del cobertizo, mientras que el hombre tenía un disparo en el cuello y estaba en el patio, al fondo de la escalera que sube a la vivienda.

Desde su llegada, y hasta las cinco de la tarde, el equipo de la policía judicial de Ourense, la titular del Juzgado de Instrucción número 3, agentes de la Guardia Civil y el médico forense inspeccionaron los cuerpos y el lugar de los hechos para después permitir el traslado de los mismos al Complexo Hospitalario de Ourense, donde posiblemente hoy por la mañana se les practique la autopsia ya que a última hora de ayer todavía no se había presentado el personal judicial. Por su parte, y tras el levantamiento de los cadáveres, la jueza decretó el secreto de sumario.

El equipo de la policía judicial permaneció toda la tarde de ayer en Amendo 24 investigando las causas y posibles autor o autores del doble crimen. Según explicó el subdelegado del Gobierno en Ourense, Camilo Ocampo, no se halló en el escenario arma de fuego alguna, por lo que se descartan las hipótesis de violencia de género y suicidio. Tampoco se le ha dado relevancia a la posibilidad del robo, ya que ni en el interior de la vivienda se hallaron indicios de desorden, ni las puertas de acceso al domicilio presentaban señales de haber sido forzadas.

Ocampo no dudó en señalar lo misterioso de este suceso ocurrido aparentemente en el transcurso de una escena cotidiana en el patio. Sospecha que el autor o los autores del presunto homicidio puedan ser personas conocidas del matrimonio, aunque también afirma que, "en estos casos no hay que descartar ninguna posibilidad: venganza, robo, un perturbado...".

Lo que todavía no se ha confirmado es el momento de la muerte, aunque se sospecha que el suceso pudo ocurrir el sábado por la tarde. De hecho, los vecinos que los vieron por última vez afirman que fue el viernes por la tarde cuando recibieron la visita de su hija Marisol, que acudía con mucha frecuencia a ver a sus padres.

José Martínez era topógrafo de profesión pero se había jubilado un año antes, mientras que Teresa Campos se dedicaba a la costura, aunque lo había dejado hace unos meses. Ella era de Santander y fue en esta capital en la que se conocieron y casaron, para después marcharse a Ourense, donde tuvieron dos hijos, Marisol y Miguel. En Amendo se instalaron hace unos quince años y allí llevaban una vida muy tranquila. Las fuerzas de seguridad confían en que la autopsia aporte más datos a la investigación.

Todavía no se ha podido establecer la hora de la muerte del matrimonio pero se cree que pudo ser el sábado por la tarde. De hecho, Manuel, el vecino de enfrente, asegura que a las 16.00 horas escuchó varios estallidos que le sorprendieron: "Estaba arreglando el ordenador y oí los estallidos, creí que podía ser un problema de combustión en la caldera y bajé para ver qué ocurría", explicó. Al parecer, todo estaba normal y llovía a cántaros, así que volvió a subir y reanudar su tarea. Hasta que ayer se vio sorprendido por el hallazgo de los cuerpos. "Ahora que me entero de que murieron de varios disparos -indica-, empiezo a relacionar. Quizás lo que oí fueron los tiros".

Sin embargo, ni él ni otros vecinos del pueblo vieron ni oyeron nada extraño ese día. Todos coinciden en lo misterioso del suceso pues aseguran que la pareja se llevaba bien con todo el mundo y que, aunque discretos, eran muy buenos vecinos.

A Teresa le llamaban "la castellana" porque no sabía hablar gallego. Era muy alegre y buena conversadora y siempre acompañaba a su marido. "Pasaban el día paseando o en la finca que tienen al lado de la casa. Siempre estaban juntos, se querían mucho", relatan los vecinos, que todavía no pueden dar crédito a lo ocurrido. Marina Iglesias, propietaria de la panadería de Amendo, aseguró que fue incapaz de acercarse a la casa cuando le informaron de que Teresa y José murieron a tiros.

Su local está en la entrada del pueblo así que pudo ver cómo la hija, el yerno y la nieta del matrimonio llegaban, como cada domingo, a Amendo a la hora de comer: "Antes de la una del mediodía vi pasar a la hija y poco después ya llegó corriendo un vecino con la cara blanca del susto diciendo que habían encontrado a la pareja muerta en la casa". Disgustada por la noticia pensó inicialmente que podría haber sido un accidente relacionado con el gas: "Pensé que estarían en la cama, pero cuando pasada una hora nos dijeron que había sido por disparos quedamos todos desplomados. Yo ya no me moví de aquí, no fui capaz de ir a la casa".

El suceso ha caído como un jarro de agua fría sobre Amendo. A primera hora de ayer reinaba la confusión y nadie quería creer que las muertes habían sido por disparo de arma de fuego. De hecho, nadie sabía a ciencia cierta que así había sido pues, al parecer, Marisol Martínez, la hija que halló los cadáveres, fue presa de un ataque de nervios y apenas podía hablar cuando abandonó el domicilio de sus progenitores. Una de las vecinas que intentó tranquilizarla asegura que sólo repetía "mis padres están muertos", una y otra vez. Y aunque si bien Marina y otra vecina que tenía buena relación con Teresa destacaron el carácter alegre y amable de la víctima, el resto del vecindario consultado manifestó no tener excesiva relación con esta pareja: "No eran de mucho cuento con los vecinos, estaban siempre allí, en su zona (en referencia a la casa y la finca colindante), y siempre andaban ellos solos, eso sí, muy encaramelados".