Dos submarinistas localizaron ayer por la mañana el cadáver de Carlos Chapela Soliño, de 29 años y vecino de Cangas, que se encontraba desnudo de cintura para abajo y con las piernas atrapadas entre las rocas. Fue a las 11.10 horas cuando dos buceadores alertaron desde su embarcación a Salvamento Marítimo, que fue quien llamó a la Guardia Civil. Horas antes, la hermana del fallecido había ido hasta el cuartel del Instituto Armado a preguntar por el fallecido. Llevaba varios días sin verlo por Cangas y nadie en la calle le había visto en los últimos días. Ella no había acudido al cuartel a presentar una denuncia por desaparición, de hecho no lo hizo. Pero sí preguntó a los agentes por su hermano.

En varias ocasiones había sido detenido por trapicheo de drogas y robo, así que no sería extraño que allí le pudieran decir donde estaba. Carlos Chapela Soliño acostumbraba a vivir con su abuela, aunque según señala la Guardia Civil no tenía un domicilio definido. No se sabe muy bien los días que llevaba desaparecido. Fuentes de la investigación hablaban de cuatro días.

El cadáver fue localizado en el lugar conocido como la Costa de A Vela, un lugar de muy difícil acceso, al que sólo llegan tres o cuatro pescadores muy experimentados. Los buceadores conocen la zona como As Chouzas. Así que una embarcación de la Guardia Civil fue la que se trasladó a la zona donde se hallaba el cadáver. Los buceadores habían dejado su boya en el lugar para señalizarlo y durante una hora esperaron a que la lancha de la Benemérita apareciese, para después trasladar el cadáver al muelle pesquero de Cangas, donde la Policía Judicial examinó el cuerpo y, un poco más tarde, cuando ya pasaban de las 14.00 horas, la hermana identificó el cadáver sobre la rampa del muelle acompañada por agentes de la Guardia Civil.

Con anterioridad, casi nada más llegar al puerto de pescadores, lo habían hecho algunos agentes que prestan su servicio en el cuartel de la Guardia Civil de Cangas, que conocían bien a Carlos Chapela.

El cadáver aún no estaba hinchado y no presentaba demasiados síntomas de descomposición, por lo que los expertos no creen que estuviera más de un día sumergido en el mar. Tenía un golpe en la cabeza y heridas en los codos. Estaba vestido sólo con una camiseta de asas y nada indicaba que estuviera ejerciendo de mariscador furtivo, como se sospechó en un primer momento. La Guardia Civil sostiene que se trata de un lugar que no era frecuentado por el fallecido. En las inmediaciones no se hallaron más prendas, que pudo fácilmente llevárselas la fuerte corriente.

Uno de los buceadores avisó a su compañero de que había visto un cuerpo que se movía. Le comentó que parecía un muñeco, todo blanco, pero sería mejor comprobarlo. A medida que se iban acercando, la primera hipótesis se iba descartando. Con el susto en el cuerpo, comprobaron que se trataba del cadáver de una persona.