Entre las diez y las diez y media de la mañana. Es el intervalo de tiempo en el que se pierde el rastro de Sonia Iglesias el 18 de agosto de 2010 en Pontevedra, donde se celebró ayer una pegada de carteles simbólica protagonizada por su familia, compañeros, vecinos y amigos. El objetivo era recordar el triste primer aniversario de su desaparición y también invitar a una "participación masiva" a la manifestación que se celebrará el próximo día 25 para recordar su caso.

Visiblemente afectados, los padres de Sonia asistieron con lágrimas a las declaraciones de su otra hija, Mari Carmen Iglesias, tras un año que "ha sido muy largo y muy difícil". "Esperamos que al final la acaben encontrando", deseó.

Especialmente, se emocionaron al ser preguntada la familia sobre su nieto e hijo de Sonia. "Como cualquier niño, lo lleva mal. Le hemos dicho que su madre está desaparecida y que entre todos intentamos encontrarla, que para un niño de 9 años es más que suficiente", señaló Mari Carmen Iglesias.

Ésta añadió a propósito de la investigación sobre el caso: "Lo que sí sabemos es que sigue abierto, que para nosotros es importante, no queremos que caiga en el olvido y lo que sí sabemos es que sigue la investigación, lo que esperamos es que encuentren la pista que encaje todo el puzle que más o menos la policía tiene hecho".

La hermana de Sonia Iglesias no ha perdido la esperanza de encontrarla. "Pero hay que ser realistas y un año después no creo que esté con vida", afirmó. Reiteró su convicción, compartida por todo el entorno familiar y laboral de Sonia, de que no se fue voluntariamente "o se pondría en contacto con su familia a los pocos días, cosa que no ha hecho", añadió. "Tampoco creo que haya sido un secuestro porque nadie ha pedido un rescate. Lo que sí tengo claro, igual que la policía, es que mi hermana, si está desaparecida, es porque alguien de su entorno cercano la ha hecho desaparecer, de eso sí estamos convencidos".

Los padres, la hermana y el cuñado de Sonia Iglesias iniciaron la pegada de carteles en los escaparates de la tienda de ropa en la que trabajaba la pontevedresa, un acto simbólico al que se sumaron los compañeros de trabajo de la desaparecida, así como otros familiares y amigos y que continuó en los establecimientos cercanos.

Tras doce meses, la familia guarda pocas esperanzas de encontrarla con vida. La portavoz reconocía que "lo único" que quieren es "poder encontrar el cuerpo, poder enterrarla" y se lamentó de que la policía "que siempre tuvo las puertas abiertas para la familia", no haya conseguido mayores resultados en la investigación.