-¿Llevaba usted cocaína cuando regresaba a España?

-No. Me cambiaron el maletín en el aeropuerto. Me pusieron uno igual que el mío pero que tenía dentro, además de los 4,9 kilos de droga, ropa de hombre. La mía había desaparecido. Les dije que no era mío, pero les dio igual. Y eso que me habían registrado cuatro veces y no habían encontrado nada y me llevaron a un cuarto, donde me hicieron un láser para buscar en mi estómago y tampoco vieron nada.

-¿Por qué le hicieron esto?

-No lo sé. Me habrán tomado por idiota.

-¿Por qué rechazó aceptar su culpabilidad durante el juicio?

-Porque soy inocente. Mi abogada quería que me declarase culpable cuando fui a la audiencia. Solo vino esa vez. Después de un año y pico en prisión mandó a un hombre de su bufete que no tenía ni idea, solo venía con la idea de que yo iba a firmar. Le dije que no lo haría y pedí a la jueza que por favor le diera tiempo para leer mi expediente. Cuando lo leyó, él mismo me dijo que no había pruebas contra mí, pero me condenaron igual.

-¿Cómo fue el juicio y su estancia en la prisión de la República Dominicana en 2011?

-De ese tema no puedo hablar. Estuve allí en la cárcel de enero a junio. Me declararon inocente. La primera prisión en la que estuve era peor que esta, la segunda, mejoró.

-¿Tiene una comunicación fluida con España?

-No. Solo cuando puedo o estoy deprimida. No me visita nadie.

-¿Cómo es su vida en prisión?

-No tengo dinero y todo lo que como es arroz y pan, pan y arroz; debo de estar hinchada. No hay higiene, hay que guardar colas de hora y media para ir al servicio, a la ducha, a la cocina. Hay dos duchas para 200 mujeres y estamos hacinadas.

-Tienen que pagar por todo...

-Hasta por la comida. Un paquete de cereales cuesta 5 dólares, lo mismo que litro y medio de leche. Un tomate o una cebolla, un dólar.