INVESTIGACIÓN

Los ladrones del Atrio: una historia de amor, vino caro y sexo en la cárcel

El lunes empieza el juicio contra Priscila Guevara y Constantin Dumitru, la pareja acusada de robar 45 botellas del hotel restaurante de Cáceres

Constantin Dumitru y Priscila Lara Guevara.

Constantin Dumitru y Priscila Lara Guevara. / CASO ABIERTO

Un tipo nacido en Rumanía, supuesto limpiador de riesgo de cristales en grandes rascacielos y una miss y modelo mexicana. Los dos están en prisión a la espera del juicio por robar 45 botellas de vino en el hotel restaurante Atrio, en Cáceres. CASO ABIERTO ha reconstruido, con fuentes de la investigación y también próximas a los acusados, la historia de su relación, que se mantiene en prisión, donde disfrutan de encuentros íntimos (vis a vis) cada semana.

Los investigadores de la policía y la fiscalía, que pide cuatro años y medio de prisión para cada uno de ellos, confiaban en que la pareja se rompiera entre rejas, donde están desde julio de 2022. Que la mujer, sin trayectoria criminal anterior, traicionara a su amante y se supiera así dónde están los vinos robados de Atrio. No ha ocurrido así, más bien al contrario. Siguen enamorados como el primer día. O más, según quienes les conocen y para disgusto de quienes les investigaron y los detuvieron.

Constantín Gabriel y Priscila Lara Guevara en sede policial tras ser detenidos. / POLICÍA NACIONAL

Constantin Gabriel y Priscila Lara Guevara en sede policial tras ser detenidos. / POLICÍA NACIONAL

Las fuentes consultadas por CASO ABIERTO coinciden en que todo empezó en una playa de Barcelona, en el año 2017. Hasta allí había llegado haciendo turismo Priscila Lara Guevara, un bellezón mejicano, Miss y modelo en su país, de entonces 24 años, y a la que algunas páginas de contactos sexuales en internet utilizaban como cebo. En esa playa estaba Constantin Gabriel Dumitru, un tipo musculoso y de ojos azules, rumano con nacionalidad holandesa. El tipo se acercó a la chica. Fue un flechazo que aún continúa.

Los investigadores confiaban en que la pareja se rompiera entre rejas. Que la mujer, sin trayectoria criminal anterior, traicionara a su amante y revelara dónde están los vinos. No lo consiguieron

La pareja se trasladó a Madrid, donde Dumitru tenía a sus dos hijas. Cogieron un piso de alquiler cerca de la Jefatura de la Policía Nacional en Canillas. Ella, según ha contado, estudiaba Arte Dramático y ganaba algo de dinero cuidando niños. Él, según su versión, seguía limpiando cristales de riesgo en grandes edificios. Lo cierto es que el registro de su vida laboral, comprobado por la policía, está vacío en España.

En agosto de 2019, la policía detiene a Dumitru. El dueño de una tienda de vinos del barrio de Salamanca, en Madrid, lo ha pillado in fraganti tratando de llevarse una botella de whisky Balvenie, valorada en 5.250 euros. El dueño de la tienda asegura que iba con una mujer, que queda sin identificar. Ese robo le costará años después una condena de un año de prisión.

Aquel mismo año, el hombre pasa por Suiza. En el Duty free del aeropuerto de Ginebra roba tres botellas de vino Romanee Conti, un tinto de Borgoña muy caro y exclusivo, su favorito, del que robará 38 botellas en el Atrio años después. No lo detienen hasta 2020 y poco después queda en libertad a la espera de juicio.

Un bolso de 800 euros

En julio de ese año, el exlimpiador de rascacielos vuelve a la milla de oro de Madrid y roba otras dos botellas de Romanee Conti en una tienda de la calle Velázquez. Cada botella cuesta 19.900 euros. La víctima denuncia que Dumitru iba acompañado de una mujer que "parecía sudamericana". La mujer queda sin identificar.

Poco después, Dumitru entra en una tienda de lujo en el mismo barrio de Madrid. Allí no venden vino. Se lleva un bolso de mujer valorado en unos 800 euros. Los investigadores creen que lo robó para hacerle un regalo a su novia.

Su rastro se pierde hasta octubre de 2021. Trece días antes del robo del Atrio, una pareja de policías lo identifica caminando por el barrio de Salamanca y le dan la "receta" (en argot policial, la notificación de que tiene pendiente un juicio). Junto a él iba una mujer latinoamericana y atractiva. Todo indica que era Priscila.

ADN en la habitación

Los investigadores creen, por el rastreo de sus móviles, que Dumitru y Priscila estuvieron tres veces en el restaurante hotel Atrio, preparando el golpe y comprobando las medidas de seguridad. Vieron que por la noche solo se quedaba un empleado, el de recepción. Y regresaron. Por separado.

Hotel Atrio, lugar donde se produjo el robo. SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

Hotel Atrio, lugar donde se produjo el robo. SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

La tarde noche del 26 de octubre de 2021, una mujer joven, atractiva, con gafas oscuras, peluca y mascarilla contra el covid llega al hotel Atrio. Habla en inglés y enseña una tarjeta de identidad de una mujer suiza para registrarse. Le dan la habitación 107. Paga con tarjeta prepago y dice que esa noche cenará en el restaurante de lujo del hotel y que lo hará con su pareja, un hombre que llegará luego.

La mujer no es suiza, es la miss mejicana. Y el hombre, que no se registrará en el hotel, es Constantin Gabriel Dumitru. Los dos dejaron su ADN en la habitación, una de las pruebas principales contra ellos en el juicio.

Un vino de 300.000 euros

Aquella noche cenan el menú degustación, pagan en efectivo los casi 400 euros y el maître se ofrece a enseñarles la bodega. Vuelven a su habitación. De madrugada, cuando solo queda un empleado en recepción, la mujer llama por teléfono. Está disgustada, ha pagado mucho por la cena, pero tiene hambre. El empleado le explica que la cocina está cerrada. La mujer insiste. Él se ofrece a hacerle una ensalada y se la lleva a la habitación. La recepción queda vacía. Ella le dice que tiene más hambre y le pide un postre.

Dumitru aprovecha ese rato para entrar en la bodega del Atrio. Sabe que allí hay muchas botellas de Romanee Conti, su vino fetiche. Va a llevarse 38 de ellas. Otras seis botellas más de otros vinos y también una de Chateau d’Yquem del año 1806, un vino dulce de Burdeos valorado en carta en 150.000 euros y que puede alcanzar los 300.000 euros. Uno de los misterios del caso es cómo lograron una tarjeta, si contaron con ayuda de alguien, si fabricaron una o si simplemente la robaron.

En cualquier caso, las cámaras de seguridad graban a la pareja saliendo del hotel con mochilas y bolsas de deporte hacia las cinco y media de aquella madrugada. Han metido las botellas en toallas del hotel para que no hagan ruido ni puedan romperse al chocar los cristales. Cruzan tranquilamente el centro de Cáceres y su rastro se pierde.

Buenos hoteles

Tras el robo, dejan el piso de Madrid y pasan por Alemania, Holanda, Rumanía, Montenegro y Croacia, donde son detenidos. Vestían bien, se alojaban en buenos hoteles e incluso alquilaron un piso en Holanda que les costaba más de dos mil euros al mes. No les encuentran dinero en metálico ni rastro de las botellas de vino. La abogada de la pareja, Sylvia Córdoba, asegura que pasaron por Holanda para "arreglar los papeles de la residencia de ella, allí están inscritos como pareja de hecho".

En enero de 2022, cuando ya se habían ido de España, Dumitru recibe una noticia terrible. Su hija menor ha muerto en Madrid. La investigación dirá luego que es un suicidio. Ya sospechoso del robo, el hombre vuelve a España y acude a la incineración de su hija en el tanatorio de Alcobendas. La abogada Sylvia Córdoba matiza que "en esos días no podía saber que lo estaban buscando. Se murió una de sus hijas y vino a Madrid, nada más. Deberían investigar más las circunstancias de esa muerte", defiende la letrada.

Tal y como adelantó CASO ABIERTO, una confidencia alertó a la policía de que Dumitru presumía de haber vendido buena parte de las botellas del Atrio a unos millonarios rusos con los que se había encontrado durante su periplo por Europa. La abogada conoce la historia: "quizás haya sido un confidente o alguien desde la cárcel que se lo contó a la policía, pero es un bulo. Él no ha dicho eso nunca y eso no se verá en el juicio".

Las investigaciones sobre esos millonarios rusos no han llegado a nada. Tampoco la búsqueda de la botella millonaria de Chateau d'Yquem que, según la misma confidencia, Dumitru tiene guardada a buen recaudo como una especie de "plan de pensiones".

Rechazaron un acuerdo

El juicio empieza el 27 de febrero después de que la pareja de presuntos ladrones no quiso aceptar el acuerdo que les ofrecieron. Debían declararse culpables, aceptar tres años y medio de cárcel para cada uno y devolver las botellas. "No se puede devolver lo que no se tiene", explica su abogada, que peleará porque la condena no supere los dos años de prisión y sus clientes puedan salir en libertad.

Un momento del juicio en el que no aceptaron el acuerdo. EL PERIÓDICO

Un momento del juicio en el que no aceptaron el acuerdo. EL PERIÓDICO

Si lo consiguen, podrán celebrarlo en uno de los restaurantes a los que habían echado el ojo: el 'Coque', de los Hermanos Sandoval, un dos estrellas michelín con una muy buena bodega en Madrid. Allí Priscila y Constantin habían hecho una reserva para cenar diez días antes del robo del Atrio.

En noviembre, un grupo de ladrones entró en el restaurante y se llevó 132 botellas de vino, valoradas en unos 150.000 euros. Constantin y Priscila no están implicados, ya estaban en prisión. Además, no es su estilo. En el robo del Coque, los ladrones reventaron las paredes desde una farmacia cercana y acutaron a granel: se llevaron botellas muy buenas y otras con poco valor.