Incendio en Murcia

Tragedia en Murcia | "Hay quienes lloran y gritan y otros que se sumen en el silencio absoluto"

Luis Pérez, uno de los psicólogos de Cruz Roja en el incendio de Atalayas, explica cómo ayudan a los familiares a superar "un posible duelo"

Las imágenes de los alrededores de las discotecas de Atalayas tras el mortal incendio.

Las imágenes de los alrededores de las discotecas de Atalayas tras el mortal incendio. / JUAN CARLOS CAVAL

Alejandro Lorente

El Palacio de los Deportes, lugar que habilitó el Ayuntamiento de Murcia para atención psicosocial, vivió ayer algunas escenas desgarradoras por el dolor de los familiares y allegados de los desaparecidos, cerca de un centenar, en el incendio de las discotecas de la zona de Atalayas. El dispositivo de atención tuvo que asistir a decenas de personas que se encontraban "colapsadas". Algunas mostraron ese dolor con rabia, con negación y culpa, mientras que algunos permanecían en silencio, en estado de shock.

Uno de los psicólogos de Cruz Roja desplazados al Palacio de Deportes es Luis Pérez Molina, de Yecla, del Equipo de Respuesta Inmediata de Intervención Psicosocial (ERIE). Este profesional lleva cerca de dos décadas trabajando como voluntario y ha participado en la atención a los refugiados que llegan en patera o a los afectados por el volcán de La Palma.

Sostiene que en los primeros momentos, la principal línea de trabajo tuvo que ver con la gestión de la incertidumbre. "Muchos desconocen exactamente lo que ha pasado, si sus seres queridos han fallecido o se encuentran hospitalizados, y ahí estamos nosotros para ayudarles en esta primera intervención de apoyo psicológico y emocional", explica este sanitario. 

Luis Pérez, psicólogo de Cruz Roja L.O.

Según Pérez, el protocolo tiene que adaptarse de manera individual a sus necesidades: "Cada persona es un mundo y tiene un tipo de respuesta distinta; nos hemos encontrado con crisis de ansiedad, llantos, gritos, pataleos, pero también con personas que permanecían en el más absoluto de los silencios". En estos casos, los profesionales prestan una atención activa y cercana "para intentar que canalicen de alguna manera una situación tan extrema". 

Explica Pérez que al principio estuvieron atendiendo a 6 familias de los desaparecidos, a las que se sumaron más núcleos familiares a lo largo del día. Asegura que en el terreno pudieron disponer de un equipo de voluntarios "bastante extenso", que cubrió las necesidades de atención psicológica, y que durante el día llegaron a la zona compañeros de Mazarrón, Águilas, Alcantarilla y Lorca, entre otros municipios, un nutrido grupo que permitió relevos cada 8 o 10 horas para que la atención fuese permanente.

"Intentamos ayudarles en temas de autocontrol, a regular la respiración, trabajamos de manera inicial con un posible duelo, y en promover el contacto con su grupo: vecinos, amigos y familiares, que respondan a ese apoyo más cercano que necesitan y, cuando eso pasa, damos un paso atrás porque ese apoyo es el mejor soporte que pueden tener" explica.

Ayudan a la identificación

Por otra parte, el equipo de Cruz Roja también recogió toda la información clave para poder ayudar a la Policía a identificar a los fallecidos: "Tatuajes, piercing o alguna cosa particular que pudieran llevar en su cuerpo; estamos todos a la espera de que la Policía Científica nos dé los datos pertinentes: pasada la primera conmoción este intervalo de espera es relativamente tranquilo", indica el psicólogo del ERIE.  

Aunque nadie requirió, en principio, atención hospitalaria, "tenemos preparado un servicio de atención sanitaria por si fuese necesario", aseguró Pérez. 

Cruz Roja, SEMAS y Protección Civil se vuelcan en la atención psicosocial

Cruz Roja desplazó al Palacio de los Deportes, reconvertido en centro de atención psicosocial, a cinco psicólogos y 20 personas de apoyo, entre trabajadores sociales, enfermeros y socorristas de acompañamiento, y el SEMAS, el Servicio de Emergencia Móvil y Atención Social del Ayuntamiento, aportó cuatro personas más para atender a familiares y allegados de los desaparecidos en el incendio. Entre los atendidos había varios allegados que venían de otras localidades. A todos ellos se les proporcionó alimentación y a los que lo requirieron, alojamiento. 

Atayalas, una zona de celebraciones y fiestas empañada por la tragedia

El incendio ocurrido en Fonda Milagros y Teatre ha azotado una de las principales áreas de ocio nocturno de la capital murciana. A apenas un kilómetro y medio del centro de la ciudad, esta zona suele ser foco de disturbios e intervenciones policiales a las puertas de los diversos locales (más de una decena de discotecas, boleras, locales de comida rápida y clubes nocturnos) que pueblan sus calles.

La zona, que hace algunas décadas era conocida por albergar numerosos concesionarios de coches, desde hace unos años es lugar de celebración de despedidas de soltero, graduaciones y cumpleaños, como el que tenía lugar en la madrugada de ayer y se vio empañado por la tragedia.

Atalayas era en Murcia sinónimo de ocio, fiesta y música a todo volumen en filas de coches y a las puertas de los locales. Sin embargo, ayer la situación tornó bien distinta: el sonido de las sirenas a cientos de metros de distancia, la presencia policial en las rotondas cercanas y los cordones que impedían el paso al ciudadano de a pie.

La sala Teatre, en la que no se han producido fallecimientos, según ha dicho su portavoz, María Dolores Abellán, fue identificada por error a primera hora de la jornada de ayer como el lugar de origen de las llamas. La atención volvió, precipitadamente, al incendio que el local sufrió en 2009, en el que no hubo víctimas pero 50 clientes tuvieron que ser desalojados. El suceso, que se desencadenó por la sobrecarga del tendido eléctrico que pasaba por encima del local a causa de un cortocircuito, desencadenó la inspección, por parte de la Comunidad Autónoma, de 40 locales de este tipo para comprobar el funcionamiento de sus sistemas de seguridad. En aquel episodio, la única marca que dejó el fuego fue una mancha de humo en la fachada de Teatre.