Brian Johnson | Cantante de AC/DC

“Es un alegrón volver a oír las guitarras tras haberme quedado sordo”

“El primer bolo con AC/DC fue como mi primer salto con paracaídas, pero sin paracaídas”, relata este rockero de clase obrera

El cantante Brian Johnson,
durante un concierto de AC/DC
en Sídney.  | // JOEL CARRETT / EFE

El cantante Brian Johnson, durante un concierto de AC/DC en Sídney. | // JOEL CARRETT / EFE / Ramón Vendrell

Ramón Vendrell

El cantante del grupo de hard rock AC/DC publica Las vidas de Brian (Contra), memorias de un rockero de clase obrera al que en 1980 se le apareció la Virgen en forma de llamada para sustituir al fallecido Bon Scott. Tenía 32 años y poco futuro en la música. En 2015-2016 perdió casi por completo el oído.

¿Cómo están sus oídos?

Por suerte, tenemos el maravilloso nuevo invento del profesor Stephen Ambrose. Lo utilicé hace unos meses en el concierto de homenaje a Taylor Hawkins [el batería de Foo Fighters, fallecido el 25 de marzo de 2022], en Wembley, y fue fantástico. También lo utilicé en los ensayos con AC/DC [para el tour de Power up, de 2020], pero entonces llegó el COVID y no pudimos girar. ¡Funciona! Estaba en un pozo hondo y oscuro del que pensaba que no saldría. Es un alegrón volver a escuchar las guitarras, la melodía. Todo.

¿Alguna vez ha maldecido el volumen brutal al que toca AC/DC?

Bueno, es parte del espectáculo. La gente que trabaja en fábricas lo llama lesiones relacionadas con el trabajo. El volumen es una parte muy importante de la excitación del show. Este es el misterio que muchos críticos musicales no entienden o al menos no entendían, ahora parece que sí lo entienden. “¡Es solo ruido!”, decían. Pero los fans sí que lo entendían. Entendían el poder del volumen y AC/DC no podía fallarles. Hay un montón de músicos afectados, aunque pocos tanto como yo. El caso es que vuelvo a ser totalmente capaz de hacer mi trabajo. Pero soy mucho más viejo.

¿Cómo se sentía con 32 años cantando con Geordie II en clubes de trabajadores, sin perspectiva de grabar ni subir en el escalafón del rock?

Geordie II fue una de las bandas más alegres y divertidas en las que he estado. Cuando recibí la primera llamada para hacer una prueba con AC/DC me planteé seriamente no acudir porque con Geordie había acabado harto del gran tinglado de Londres, y yo era feliz con mi pequeño negocio y mi pequeño grupo. Temía que volvieran a pisotearme.

Pero acudió al ensayo.

A dos. No me lo creí hasta que Malcolm [Young, guitarra rítmica de AC/DC] me llamó. Era un sábado. Acababa de volver a casa de mis padres, donde vivía, de jugar unas partidas de billar en el pub. Le había comprado una botella de whisky a papá porque era su cumpleaños. Sonó el teléfono y Malcolm dijo: “¿Quieres grabar un álbum con nosotros?” Le pedí que volviera a llamar en 10 minutos. Para saber que no era una broma. Y lo hizo. Quedamos en que el mánager me llamaría el lunes para arreglarlo todo.

Un cuento de hadas, ¿no?

Exactamente. Se lo conté a mi madre y dijo: “Ah, qué bien. ¿Quieres una taza de café?” No pillaba lo que significaba. ¡Lo que hice fue abrir la botella de whisky que había comprado para mi padre! Cuando se lo expliqué a los chicos de Geordie II les dije que seguro que en dos semanas estaría de vuelta porque la habría cagado en algo. Pero siguieron las seis semanas más fantásticas de mi vida, grabando en las Bahamas Back in black, que ni siquiera estaba escrito. Y hasta hoy.

¿Qué aprendió actuando con Geordie II en locales del área de Newcastle del Working Men’s Club and Institute Union?

A esos clubes iban mineros y trabajadores siderúrgicos que pagaban 50 peniques, se sentaban muy serios y esperaban que les hicieras pasar un buen rato a cambio de su valioso dinero. Era un público duro. El rock les importaba un rábano, de hecho no podías ser demasiado ruidoso, pero si sabías cómo hacerlo te los metías en el bolsillo. El humor ayudaba. Nuestro batería, Davy Whittaker, había ido a ver actuar a Pavarotti. Yo le preguntaba: “¿Te gustó Pavarotti?”. “No, me echaron del espectáculo”, respondía. “¿Por qué?”. “Bueno, a Pavarotti no le gusta que canten con él”.

¿Recuerda su primera actuación con AC/DC?

Sí. Fue en Namur, en Bélgica. Se había decidido hacer algo tranquilo para probar las canciones de Back in black” que aún no se había publicado. Un show para 2.000 invitados. Pero la noche del concierto estaban esas 2.000 personas dentro y 2.000 chavales más fuera. Se abrieron las puertas para todos. Me sentí como cuando hice el primer salto con paracaídas, pero sin paracaídas. Estaba lleno de pancartas en memoria de Bon Scott. Al final del bolo Malcolm me dijo: “Buen trabajo”.

¿Qué le pareció el punk?

Música pasada de moda, antigua. Mucha de esa música era basura. Después vinieron los nuevos románticos con sus peinados con laca y todo eso, y ahí estábamos AC/DC con tejanos y camisetas. AC/DC no ha seguido ninguna moda. Por el contrario, a Geordie la discográfica nos imponía cómo vestir y cómo sonar, y eso mató al grupo.

¿De verdad no había probado ninguna droga antes de AC/DC, como cuenta en el libro?

En mi Newcastle, de clase obrera, los cigarrillos eran la única droga. Bebíamos cerveza y quizá algún whisky los sábados, pero no había ni hachís. Mi primer porro fue uno que hizo Cliff Williams [bajista de AC/DC] para celebrar que la mujer de Malcolm había tenido una niña. Tosí 20 minutos. Pero se me puso una sonrisa de oreja a oreja. Pusimos una mezcla aún cruda de You shook me all night long y me pareció la mejor canción de rock and roll del mundo. Después me quedé grogui.

¿Cómo habría sido su vida si no hubiera recibido la milagrosa llamada de AC/DC en 1980?

Ni idea. Poco después empezó el declive de los clubs para trabajadores debido al cierre de fábricas y el paro, pero aún habría tenido mi pequeño negocio [de techos de vinilo personalizados para coches]. Mis héroes son los humoristas, pero no tengo el talento necesario. Quizá me habría unido a una iglesia.

¿Qué opina de Thatcher?

Era el demonio para los trabajadores. Para mí fue complicado porque los sindicatos intentaron derrocar al Gobierno con huelgas, y eso no me gustó porque el Gobierno había sido votado por la gente. Ella se mantuvo firme. Los políticos son palabras, palabras y palabras. Thatcher actuó, y eso tengo que admirarlo. El asunto es que nunca debes confiar en un político. Mi teoría es que si no votas, los políticos no tienen trabajo y desaparecen. Hay otras maneras de gobernar un país. No necesitamos políticos sino personas sabias. ¿Cómo puede ser ministro de Transportes alguien que no sabe de camiones, carreteras y trenes?