“A Nacho Vidal le costó funcionar con público”

El actor porno debutó en el Bagdad, sala de ‘shows’ eróticos de Barcelona | La dueña del local recuerda sus primeros pasos

Juani de Lucía, la reina y jefa del Bagdad, este mes, en el local que regenta en Barcelona. Debajo, Nacho Vidal.   | // MANU MITRU

Juani de Lucía, la reina y jefa del Bagdad, este mes, en el local que regenta en Barcelona. Debajo, Nacho Vidal. | // MANU MITRU / Marta Cervera

Marta Cervera

“Chicas, vestíos que haremos una foto antes de empezar el show. ¡Es que si no las aviso estas se despelotan a la mínima! No se pueden ver pechos ni nada, ¿verdad?”. Así, con esta pregunta, Juani de Lucía, la reina y jefa del Bagdad, empieza el reportaje en el local de espectáculo erótico más famoso de Barcelona. Aquí, en esta sala subterránea, empezó Nacho Vidal, actor porno cuya vida encarna el actor Martiño Rivas en la serie Nacho, recién estrenada en Atresplayer Premium.

“A Nacho Vidal le costó funcionar con público”

“A Nacho Vidal le costó funcionar con público” / Marta Cervera

Gran parte de la serie se grabó allí hace un año, tras mantener el local cerrado por la pandemia y un mes antes de volver a subir la persiana: “Abrimos el 26 de febrero cuando el rodaje aún no había terminado. Por la mañana rodaban la serie pero por la noche lo sacaban todo para poder entrar nosotras. Aquí trabajan 40 personas”, dice orgullosa. La muerte de su marido la ha dejado sola al frente de la sala donde han hecho sus pinitos un montón de actores y actrices porno. “Yo nunca he actuado”, aclara, sentada en el sillón de su despacho desde donde controla todo lo que ocurre en el local.

En la serie, la Terremoto de Alcorcón encarna a la patrona del Bagdad. “No me gusta demasiado la caracterización por ahora, pero hay que ver más capítulos para opinar”, admite la descubridora de Nacho Vidal. “Vino aquí cuando no le conocía nadie. Tenía muy claro que le gustaba el sexo y que quería ser una figura mundial del porno. Era joven, apuesto y con una buena herramienta”, dice en referencia a su pene, famoso por sus 25 centímetros, que aparece en el plano final del primer capítulo gracias a un cameo de la estrella porno. “Le iba la diversión y el sexo, pero ese constante desenfreno que retrata la serie me ha sorprendido. Echo de menos su parte positiva”, dice Juani.

“Nacho tenía un don”, recuerda. Su novia de entonces, Sara Bernat —una prostituta con quien empezó como pareja en el porno show— fue quien le animó a ir al Bagdad. “Ella pensó: esto hay que rentabilizarlo. Como dice Shakira. ¡Quería hacer caja!”, suelta entre risas Juani. Admite que la primera vez que lo vio desnudo la impresionó. Más allá del tamaño de “su herramienta”, conectó con él. “Nacho era un tío guapo, atrevido, descarado y exhibicionista, que es algo muy importante. Le gustaba que le miraran”. Apostó por él. Nacho y su novia empezaron a trabajar aprendiendo, primero, coreografías teatrales para ambientar las escenas antes de pasar al sexo puro y duro. “Lo ensayamos todo menos las partes de sexo porque Nacho siempre estaba listo, erecto. No fallaba nunca. Nos sorprendió que se le encogiera en su debut”.

Y no solo fue ese día: “A Nacho le costó hacer funcionar su herramienta en público”, cuenta. En el escenario no funcionaba pero al traspasar la cortina que le separaba de la sala todo volvía a endurecerse. “Él se enfadaba. ‘¿Cómo puede ser?’, se preguntaba”. Tenía 22 y no entendía nada. Juani tuvo paciencia: “Confiaba en él y seguí pagándole. Sabía que el día que los nervios dejaran de jugarle malas pasadas e hiciera su primer show completo, se desbloquearía. Y así fue. Nacho es un animal sexual”.

La mejor época del Bagdad fue en plena Transición. “La gente prefería venir aquí que ir a ver películas a Perpiñán. Cada noche la cola para entrar daba toda la vuelta”. Ahora, tampoco les va mal. Ofrecen varios pases y las entradas no son baratas: 90 euros. Y cada noche, cuenta, hay quien se lanza a practicar sexo en directo.

Juani es la guardiana de las esencias del Bagdad. Abierto desde 1975, sus normas son claras: todo lo que ocurre en el Bagdad se queda en el Bagdad y el sexo que se practica en la sala ha de ser consentido: “Cuido mucho el espectáculo, no tengo escenas fuertes que puedan herir la sensibilidad”, apunta. Espera que la serie reporte más público, aunque publicidad, dice, necesita poca porque su sala es un clásico de Barcelona.