El técnico del acuario de A Coruña que repite rescate 18 años después: “No pude ni ponerme el traje”

Antonio Vilar salvó a un hombre que se lanzó al mar el pasado miércoles y fue responsable de otra actuación en el lugar hace casi dos décadas

Antonio Vilar, en la zona del Acuario donde se arrojó el hombre. |   // IAGO LÓPEZ

Antonio Vilar, en la zona del Acuario donde se arrojó el hombre. | // IAGO LÓPEZ / marta otero mayán

Rescatar a una persona de una muerte casi segura en el bravo mar coruñés es una hazaña que no está al alcance de cualquiera. Hacerlo dos veces en la vida es, sin duda, digno de muy pocos. Antonio Vilar es uno de ellos. A este técnico conservador del Aquarium Finisterrae, el universo le debe ya dos vidas. Él le quita importancia. “Si fuese la lotería... pero ha sido pura casualidad que esté yo por aquí”, cuenta él. Dos veces el destino le colocó en la encrucijada de lanzarse a las aguas para salvar a una persona que no conocía. Dos veces no dudó en hacerlo.

La semana pasada, un hombre rondaba por las inmediaciones de la Casa de los Peces. En seguida, el personal del Aquarium se percató de que sus intenciones no eran las de pasear. “Una de las acuaristas me avisó de que había una persona con intención de tirarse. Pensamos que era un percebeiro, pero cuando fuimos al puente del barco y le vimos, al gritarle que se fuera de ahí, al momento vimos qué era lo que quería hacer”, cuenta Vilar. También ellos se dieron cuenta al instante de lo que debían hacer. Sin perder ni un segundo, y mientras daban aviso a emergencias, se encaminaron al lugar.

“Esta vez, no me dio tiempo ni de ponerme el traje de neopreno”, cuenta el técnico, buzo de formación, que acudió al lugar provisto únicamente de un chaleco salvavidas que le había facilitado la acuarista que dio el primer aviso, que se colocó por encima de la ropa. “Bajé a las rocas y empecé a hablar con él, a pedirle que no se tirase. Le dije que si lo hacía él, me obligaba a tirarme a mí detrás. Me decía que tenía familia. Yo le contestaba que yo también tenía la mía, que no me hiciese arriesgarme. Al mismo tiempo, ya me iba desvistiendo”, relata el biólogo.

Sus intentos de disuasión no hicieron mella en la determinación del hombre, que se arrojó al mar entre las rocas. Vilar, como había adelantado, lo hizo detrás. “La suerte es que no había un mar de fondo espectacular. Me metí, lo cogí y empecé a arrastrarlo hacia tierra”, cuenta el espontáneo rescatador. La Policía Municipal llegó justo a tiempo para ayudarle. Una intervención sin la que, juzga Antonio Vilar, el desenlace podría haber sido distinto. “Cuando llegó el policía, ya empezaba a haber más olas. El hombre tenía un montón de ropa encima, pesaba un montón, no fue fácil mantenerlo a flote”, recuerda.

Y eso que él repite gesta. Tiene en su haber otra vida: la de un percebeiro furtivo que cayó al mar en las inmediaciones del museo coruñés en 2006. El técnico de biología se encontraba trabajando en su despacho cuando recibió el aviso. En esta ocasión, sí tuvo tiempo de enfundarse en el traje de neopreno antes de lanzarse a por el hombre, que se ahogaba cerca de las instalaciones de la Casa de los Peces después de haber sido desplazado por un golpe de mar. Cuando llegó al lugar, según recoge la crónica de aquel suceso, el mariscador se encontraba fatigado y visiblemente nervioso. Vilar pudo mantenerlo a flote gracias a un chaleco salvavidas. Instantes después del rescate, estalló un fuerte temporal. “Ese día había un mar fuerte, andaba la cosa más difícil. Fue más complejo, pero iba más preparado. Al menos me dio tiempo de ponerme el traje. En esa ocasión, Salvamento nos evacuó por mar”, recuerda.

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