La dulce “chica de Ipanema”

La cantante brasileña, símbolo del auge de la bossa nova en los años 60, fallece a los 83 años por causas no precisadas

La cantante brasileña Astrud Gilberto, en una actuación.   | FOTO: EFE

La cantante brasileña Astrud Gilberto, en una actuación. | FOTO: EFE

Jordi Bianciotto

Jordi Bianciotto

La canción Garota de Ipanema podría haber sido tan solo una más de las exquisiteces salidas de la chistera de Jobim y De Moraes, pero un giro de guion, en el mismo estudio de grabación, cuando Astrud Gilberto coló su voz cantando el texto en inglés (y desplazando a la postre a la de su marido, João Gilberto), la elevó algunos peldaños más: hito universal de la bossa nova, símbolo de un exotismo brasileño de postal y ejemplo de cómo es posible seducir como vocalista sin disponer de un registro despampanante. La historia dice que el de “The girl from Ipanema” fue un éxito accidental, dado que Astrud Gilberto no era cantante de profesión y su implicación en la pieza se decidió sobre la marcha, si bien ese enunciado merece matices.

Cuando, aquellos días de marzo de 1963, en los estudios A&R, de Nueva York, donde se grababa el álbum Getz/Gilberto (entente del guitarrista con el saxofonista Stan Getz), el productor Creed Taylor accedió a que la insistente Astrud grabara su parte, hacía ya tres años que ella había empezado a cantar en privado con João, apareciendo ambos en escena en eventos como “A noite do amor, do sorriso e a flor”, iniciática noche de bossa nova en la facultad de Arquitectura de Río de Janeiro.

Deidad nórdica

Astrud Gilberto, que nos dejó el lunes a los 83 años de edad (lo comunicó en las redes sociales su nieta Sofía), era hija de una brasileña y de un alemán profesor de idiomas, que la bautizaron en honor a una deidad nórdica (como a sus hermanas, Eda e Iduna). Creció familiarizándose con media docena de lenguas, en las que llegaría a cantar en el futuro (incluyendo la japonesa). Aunque nacida en Bahía, Astrud Weinert (su apellido de soltera) creció en Río y fue allí donde conoció a João Gilberto, con quien se casó (por lo civil) a los 19 años, en 1959. ¿Qué decir de Garota de Ipanema, el elogio de la belleza adolescente, personificado en la diecisieteañera Heloísa Pinheiro, una habitual de la playa carioca a la que Jobim y De Moraes echaron el ojo desde el bar Veloso, donde solían empinar el codo? En la voz de Astrud Gilberto, corta pero dulce, sin ser sosa ni cursi, la canción cruzó fronteras después de que Creed Taylor, muy dubitativo, tomara una decisión drástica: extirpar la primera parte de la pieza, cantada en portugués por João Gilberto, y dejar solo las estrofas de ella en inglés. La duración original del tema, casi cinco minutos y medio, se redujo a algo menos de tres, y el disco trascendió el nicho cool-jazz y alcanzó a todos los públicos como objeto easy listening.

Por 120 dólares

Ella se benefició poco de aquel éxito en términos económicos: solo facturó los 120 dólares que le correspondieron por la sesión. Pero Verve Records le ofreció un lanzamiento en solitario con The Astrud Gilberto album (1965), con nuevas incursiones en el cancionero de Jobim y cercanías. En obras posteriores, en particular Look to the rainbow (1966, con arreglos de Gil Evans) y A certain smile, a certain sadness (1967, con Walter Wanderlay), afianzó su estilo, portador de una sensual melancolía, ampliando el espectro como autores como Carlos Lyra (la exquisita A certain sadness), Marcos Valle o el francés André Popp. Su matrimonio, que naufragó en aquellos años, dio un hijo, João Marcelo, que desarrollaría una carrera como músico y sería también bajista de sus grupos en el futuro.

Aquejada de miedo escénico, aunque aprendió a dominarlo, Astrud Gilberto (que mantuvo el apellido) vio deshincharse su carrera a partir de los 70 entre discos menores, cada vez más espaciados, y fugaces encuentros con James Last, Michael Franks o Chet Baker. A los que seguirían otros más adelante: de Étienne Daho a George Michael (un Desafinado en el álbum benéfico Red Hot + Rio, 1996), en tiempos en que reivindicaban la bossa Everything But The Girl o Stereolab. Dos décadas después de su último disco, Jungle (2002), su adiós se suma a las recientes pérdidas de Rita Lee y Gal Costa, así como cuatro años atrás, la de su primer marido, el mágico y huraño João Gilberto.