Lo que prometía una gran juerga en el desierto de Nevada con sus siete días y siete noches se ha convertido en una auténtica pesadilla. Una gran tormenta ha reventado el Burning Man, el festival ecléctico y alternativo que cada año concentra en medio de la nada a decenas de miles de personas. El campamento es ahora un lodazal y buena parte de los 73.000 asistentes a esta edición, entre ellos algunos españoles, están allí atrapados porque los accesos a la zona están cerrados. Además, los organizadores del evento les han pedido que dosifiquen el agua, la comida y el combustible. De momento se sabe que hay un muerto. Las tormentas eléctricas también están causando estragos en el resto del estado de Nevada. Varias ciudades han sufrido inundaciones, incluida Las Vegas.