"Se considera que hablar de muerte es pornográfico, no está bien visto", asevera la profesora de Antropología Social María Cátedra. "La sociedad pone mucho énfasis en los aspectos vitales y en la juventud. La vejez y la muerte quedan relegados a un segundo plano", apunta.

La psicóloga social y perito forense Eva Castro considera que los países más civilizados de Occidente en la actualidad "rehúsan a hablar de los muertos. La actitud social ante la muerte es de rechazo, casi de ocultación".

La muerte, en ese ámbito, se convierte en un problema sanitario: se encarga al hospital primero y a la funeraria después que manejen todo lo referente a los restos, en contra de la percepción de "tema familiar" que se produce en las sociedades pequeñas, dice la psicóloga.

Detrás de esta visión de los expertos consultados con motivo del próximo 1 de noviembre, celebración del Día de Todos los Santos, los responsables de las empresas de servicios funerarios perciben actitudes reales de cambio en la forma en la que las familias quieren que se gestione la despedida a un ser querido.

"Es evidente que el sector ha evolucionado porque hoy no se quiere el mismo entierro para un familiar que hace diez años", explica Juan Valdivia, vicepresidente de Funespaña, grupo dedicado a los servicios funerarios. Cualquier pueblo, en cuanto pase de 500 o 1.000 habitantes quiere tener su propio tanatorio porque "hoy no queremos velar los cadáveres en casa".

Esta necesidad de recibir a la familia y amigos en un lugar ajeno ha hecho que las empresas funerarias oferten todo tipo de servicios, desde música, a catering dentro de las salas, y hasta un sistema de SMS, instalado recientemente en el tanatorio de la M-30 de Madrid, para enviar condolencias personalizadas a los familiares. Todo un negocio en torno a la muerte del que no escapa casi nadie.

Para el antropólogo y presidente de la Sociedad Española e Internacional de Tanatología (SEIT), Alfonso García, "el rito en torno a la muerte ha dejado de pertenecernos, perdiendo con ello su significación". Por un lado se ha "profesionalizado" porque las empresas funerarias "se han apropiado de la gestión de las secuencias ceremoniales de todo el proceso", y por otro lado, "la tradición católica deja un margen reducido a la actuación no prescrita". El luto -dice Alfonso García- es considerado hoy en el proceso de negación de la muerte como una "costumbre obsoleta", arraigado sólo en el medio tradicional. "No se entiende como una expresión externa de dolor, ni como un hábito ceremonial para sacralizar la despedida".

"El duelo como práctica también ha desaparecido", explica la psicóloga Eva Castro. "Los funerales se hacen breves y la cremación se vuelve cada vez más frecuente. En muchas ocasiones los servicios fúnebres se reducen a veinte minutos en un crematorio". Las incineraciones, que fueron la gran revolución en los servicios funerarios, están por encima del 30% de media en España. Hace sólo 10 años no llegaban al 20%

Y por otro lado, cada año hay menos afluencia a los cementerios el 1 de noviembre. El gran número de cremaciones y de custodias familiares son los motivos por los cuales han disminuido considerablemente las visitas a los camposantos.