. 1 arzobispado de Tánger, una plaza de gran importancia para el Vaticano, ya que se ocupa de Marruecos, Argelia, Túnez y Libia, ha tenido tradicionalmente una vinculación coruñesa. Y con los franciscanos, cuyo ministro general es desde 2005 el gallego José Rodríguez Carballo. A esta orden pertenece el actual arzobispo, Santiago Agrelo, que sucedió en el cargo a otro coruñés, Antonio Peteiro. Santiago Agrelo dirige una plaza difícil. Los problemas de la inmigración, las relaciones con los musulmanes y la atención de la exigua comunidad católica, unos 2.500 fieles, centran la atención de este prelado que llegó a este complejo destino sin apenas conocerlo.

"Llegué sin experiencia en el mundo musulmán, pero con toda la disposición para aprender y adaptarme. El problema más importante que tengo es la lengua -el árabe- que no conozco y que, ya por la edad, no voy a conocer. Me tengo que limitar a los gestos, las sonrisas o el saludo", explica el arzobispo de Tánger.

Su antecesor, el también coruñés Antonio Peteiro, realizó unas amargas declaraciones a este periódico poco antes de dejar su cargo por enfermedad, en las que advertía del auge del integrismo islámico en el Magreb, favorecido por una desigualdad social que, en el caso de Marruecos, se plasma en "un país que está en manos de cinco familias que no quieren que cambie". "Sin avances sociales no se frenará el terrorismo", advertía Peteiro.

También Santiago Agrelo concuerda con que la injusticia social y el desprecio por la vida humana son la mayor inmoralidad. El arzobispo de Tánger no puede borrar de su memoria la tragedia del pasado septiembre cuando murieron en aguas del Estrecho de Gibraltar 40 personas, entre ellas un gran número de mujeres nigerianas, algunas embarazadas, cuyo destino eran los clubes de alterne en España.

"Todas las naciones de la Tierra tienen que plantearse cómo evitar que estas mujeres que dejan sus casas con un sueño de una nueva vida en la cabeza tengan que transformarse, nada más salir, en mujeres que viven de la prostitución o, lo que es peor, en mujeres explotadas sexualmente y convertidas en esclavas. Esto es un desafío a la conciencia de la humanidad", denuncia Agrelo -un inusual arzobispo que bloguea y cuelga sus homilías en internet-, que conocía a algunas de las víctimas.

"Se acercaban con frecuencia a la catedral para recibir comida, ropa o atención médica, sin que nadie les preguntara por su credo. Es muy duro tener nombres y rostros y ver cómo acabaron".

Marruecos es una lanzadera de inmigrantes subsaharianos a Europa; una esperanza que suele acabar en tragedia para unos, un gran negocio siempre para las mafias, los llamados conection men en el argot de la inmigración clandestina.

"Cada vez atendemos más a los clandestinos, que viven en una situación cruel. La mayoría vive a la intemperie, en los bosques alrededor de la frontera con Ceuta y no tiene absolutamente nada. Al menos los hombres tienen alguna posibilidad de defenderse, pero la situación de las mujeres es terrible. Están esclavizadas o con la prostitución como única forma de supervivencia en su camino a Europa e, incluso, cuando llegan. Los niños son los que más sufren. Incluso son usados por los propios inmigrantes como su puerta de entrada a Europa, aunque no se les pueda culpar porque todos son víctimas". Este flujo migratorio, sin embargo, se ha visto frenado por la crisis económica que golpea a Europa y muy especialmente a España.

"Ellos son conscientes de que la situación está más difícil, porque llegar es sólo una etapa más de un camino muy penoso para buscar una vida mejor. Ahora los inmigrantes se muestran más abiertos a plantearse el retorno".

La presencia de Santiago Agrelo como obispo en el Magreb no significa mucho para el mundo musulmán, que lo reconoce más como europeo que como cristiano.

"También es verdad que en Tánger visto con ropa de calle. No tengo trabas legales para tener una vida normal".

Pero sí hay algo tabú para un obispo cristiano en un país musulmán. "Lo único que está vigilado con escrúpulo es lo que ellos llaman proselitismo. Si hablas con una persona sobre tu fe no hay problema, pero no se puede hablar a un grupo de personas. En cualquier caso, no tenemos ningún interés en hacer prosélitos. Tengo el convencimiento de que todos buscamos al mismo Dios, aunque le demos nombres o figuras distintas", opina el obispo coruñés.

La experiencia en Marruecos le ha enseñado por otra parte a Santiago Agrelo que la fe cristiana es quizá "más decidida que en España". Y no vacila en asegurar que "en España las relaciones con la Iglesia son más conflictivas".