– ´Un cuento es un cuento, un artículo es un artículo´, escribe, ¿y una novela como esta qué es?

–Un amigo mío abogado dice que entra en la definición clásica de novela: una historia sobre un personaje, que puede ser o no de ficción, en la cual los hechos se desarrollan de forma cronológica. Lo que pasa es que esta no es una novela al uso sino que trata de incorporar los nuevos lenguajes que están surgiendo con las nuevas tecnologías.

–¿´Una novela del siglo XXI´?

–Es una novela que trata de abrir nuevos caminos aunque ni es el único camino ni es la única novela. Soy muy lector, me gustan mucho las novelas de género y disfruto muchísimo con las novelas convencionales. La literatura es un arte en el que caben muchísimas posibilidades y no es bueno cerrarse.

–¿Está satisfecho de esa ´estructura en red, como pantallas que se van abriendo y cerrando en el ordenador´ en su libro?

–Me quedé muy satisfecho porque lo que no quería era construir una trama y unos personajes; quería utilizar personajes reales en la ficción. Tampoco quería que el lector siguiese la novela enganchado por la trama sino que fuese el estilo el que realmente enganchase al lector: un estilo muy plural que recogiese muchas voces y muchos lenguajes: el científico, el lenguaje de internet, los diarios, el lenguaje oral tradicional. Me parecía que la novela tenía que ser muy plural para recoger estos momentos en los que estamos inmersos.

–¿´Autoficción´?

–Es un juego en el que el lector no sabe lo que es real y lo que no es pero se lo cree, que es lo importante. Entra fácilmente y escucha las historias que se le cuentan e incluso tiene que completar los espacios en blanco que le deja el autor. Lo que me interesaba era llevar a la novela no personajes de ficción sino a aquellas personas en las que se basan. Yo he querido dar un paso atrás. Al ser una novela que se está escribiendo, lo que aparece no son los personajes sino las personas en las que luego el autor se basará para construir los personajes.

–¿Es muy autobiográfico?

–De autobiográfico tiene muy poco. De real, un 90%.

–Es su primera novela, ¿es deudora de su obra poética?

–Mucho. Mi poesía y la novela es una línea continua, no hay ningún salto. Yo aprendí muchísimo con la poesía, sobre todo a ordenar ideas. En la poesía uno tiene que contar lo que realmente importa; lo que no importa no sale en un poema. Y eso me ayudó a prescindir en la novela de los personajes que me resultaban más dudosos, a ordenar todas las escenas y a establecer hilos entre todos los personajes, que era muy difícil.

–¿Para qué escribió este libro?

–Lo escribí para mí, porque me apetecía. Me apetecía escribir un libro así, con esta estructura, que contase el mundo que yo he conocido en casa, que es el mundo de la mar, y sentía que era el paso que tenía que dar: escribir una novela sobre ese mundo pero de una manera diferente. Este libro tenía que ser así, cada libro plantea unas preguntas y el autor debe responderlas. ¿Cómo escribir un libro sobre la mar sin ser costumbrista, sin ser realista, sin hacer realismo mágico? Yo debía escribir de otra manera y en eso me he esforzado.

–¿Qué reto se plantea ahora?

–Crear una historia con un personaje de ficción.

–¿Con planteamiento, nudo y desenlace?

–No, jamás (risas).

–¿Se cree esto de los premios?

–A mí el premio me ha venido muy bien. Había muy buenas novelas en liza y mucha gente me pregunta si me mete presión. No, yo ya tenía mi trayectoria como escritor. El premio me ha cogido en un momento bueno, me da posibilidad de trabajar en unos años, de publicar, de tener tiempo para escribir.

–Ha tenido muchas críticas favorables, pero también ha sido denostado, precisamente por la estructura del libro y por la ausencia de una trama que englobe todas las historias.

–Lo hice aposta, no quería construir una trama. Ahora hay críticos que dicen que sí hay una trama, aunque no sea muy visible.

–Dicen que es muy mediático.

–No sé, pero no lo busco. Un libro no funciona si no gusta al lector. El libro tiene que ganar en el cuerpo a cuerpo con el lector.

–¿Cuántos lectores alcanzó?

–15.000 en euskera y 30.000 en castellano. Ya salió en gallego, va a salir en catalán y también lo publicará en francés Gallimard, y pronto se editará en portugués.

–¿Le benefició que el lehendakari Patxi López leyera un poema suyo en su toma de posesión?

–Ni me benefició ni me perjudicó. Fue una elección suya muy natural, él sabía que el poema [Mientras tanto dame la mano] se había publicado en el New Yorker y en Visor. Eligió el poema de un joven autor, podría haber sido otro.

–¿Por qué escribe en euskera?

–Porque es mi lengua y es lo más natural. Cuando yo era joven ya había autores que escribían bien en euskera, como Bernardo Atxaga.

–¿Suscribió el Manifiesto por la lengua común, promovido por Sabater ?

–No lo firmé ni lo apoyé, me limité a decir que yo entendía y respetaba la opinión de la gente que lo suscribía.

–¿Cree que hay presión en contra del castellano?

–Sé la realidad del País Vasco y allí estamos logrando, poco a poco, que las dos lenguas convivan, que autores que escriben en euskera interesen a públicos que no lo hablan y que halla más comunicación.

–¿La situación del País Vasco?

–Estamos en un momento de espera. La sociedad vasca está a la espera de la pacificación, que no haya atentados... de que el cielo se abra.

–¿Ve cercana una solución política y el cese de las armas?

–Yo creo que sí, cada vez la sociedad vasca lo tiene más claro.

–El primer premio literario se lo dieron en 1995, cuando estaba en la cárcel por insumiso.

–Sí, estoy muy orgulloso y sigo comulgando con el pacifismo.

–¿Apoyó en 2005 a una agrupación electoral abertzale?

–No apoyé ninguna agrupación.

–¿Y al Partido Comunista de las Tierras Vascas?

–No, solamente, en un momento dado, me pronuncié en contra de la ilegalización. Pensaba que, en época de tregua, había que buscar otras vías. Pero eso fue entonces.

–¿Y ahora?

–Hay que esperar a que Batasuna dé sus pasos.

–¿El viaje que hizo en 2003 a Nueva York qué le cambió?

–Todo. Vi que un escritor, aunque escriba en una lengua minoritaria, puede tener lectores en todo el mundo. ¿Políticamente? Uno va cambiando: de jóvenes somos radicales y puros, luego ves que quizá es mejor contaminarte un poquito, ensuciarte. Con los años te das cuenta de que ser puro es muy aburrido. Ahora soy un escéptico, pero hay una cosa que no cambia: mi amor a la lengua vasca. Y que lo más importante es la persona: está por encima de cualquier ideología.