-Su libro ya enfila la segunda edición, ¡vaya éxito!

-Estoy abrumado, no me esperaba esta repercusión tan heavy. Se agotó en una semana y está a punto de llegar a las librerías la segunda edición. Fue entrevistarme en la radio y tener una difusión tremenda; una locura, me llaman de muchísimos medios.

-Y con tanta precariedad...

-Hay mucha precariedad y la gente se ve reflejada en mis crónicas, que hablan de los trabajos más al límite en el mundo laboral.

-¿Tan mal lo ha pasado que tuvo que contarlo?

-No estaba amargado, pero atravesaba una situación muy difícil porque el paro es un hoyo inmenso. Y, como siempre escribí, y hacía unos cursos de periodismo narrativo en la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, decidí hacer crónicas un poco a lo bonzo, tipo Hunter S. Thompson.

-¿Al acabar la jornada laborar se ponía a escribir?

-Era una catarsis; necesitaba liberarme de la compleja situación laboral que vivía. Me servía para compartir esa experiencia, que me estaba quemando, y para sacar conclusiones de esa situación, que es también la de un montón de personas que no encuentran un trabajo estable ni bien pagado.

-¿Su oficio?

-Escritor. He escrito toda mi vida. ¿Escritor es que te paguen por escribir? Entonces, todavía no lo soy, pero si es escribir, soy escritor. Llevo quince años haciéndolo.

-Mientras, ha sido, entre otras cosas, chocolatina, ¿cómo lo pasó?

-Fue muy duro. No estaba acostumbrado a meterme dentro de una chocolatina gigantesca. El traje me pesaba, me asfixiaba, pero con el tiempo le fui cogiendo el lado amable al trabajo, que era ver las emociones de los niños.

-¿Es peor hacer ERE?

-Peor que estar dentro de una chocolatina es hacer ERE en empresas con superávit y mandar a mucha gente a la calle. Eso es más indigno, aunque esa gente se sienta muy satisfecha.

-¿Qué tal le fue como controlador en el metro?

-Controlaba a la gente que se colaba pero no iba detrás de ellos, solo lo anotaba en un contador.

-Trabajar para una telefonía no le hizo mucha gracia.

-Fue el trabajo por el que menos me pagaron en toda mi vida, 4,50 euros a la hora. Tenía que sortear una bicicleta.

-Llegó a envidiar a un pobre.

-Es un episodio del que no me siento orgulloso. Miré y vi que la indigente que tenía al lado ganaba más. Al principio, la miré con envidia, pero luego sentí muchísima vergüenza de mí mismo.

-Trabajó como guía de una bodega.

-Eso no es nada raro, fueron las prácticas de mi carrera (Turismo).

-Fue su trabajo más normal.

-Tuve trabajos más estables: fui educador ambiental, tuve una empresa de proyectos educativos... Trabajé mucho, pero nunca tuve tantos trabajos distintos y tan precarios como ahora. Por eso escribí el libro: para reivindicar ese mundo que no se ve y en el que están sumidas muchas personas con preparación para trabajos más cualificados y mejor pagados.

-Hizo de speaker deportivo.

-Para una marca de coches. Narraba en un cine los partidos de la última Eurocopa y en medio introducía la marca de coches. Lo pasaba bien y, dentro de la precariedad, estaba bien pagado, 50 euros la hora, y duraba tres o cuatro horas. Tuve la suerte de coincidir con una generación espléndida de futbolistas que me ayudó mucho al llevar al final a España al triunfo.

-Y cronista de la NBA.

-Escribo para el magacín de Perarnau y retransmito partidos en una radio online de un colega.

-El libro recoge la experiencia laboral del último año, ¿su trabajo es ahora menos precario?

-Bastante menos. Ahora soy redactor de ofertas de publicidad para una empresa de planes de ocio. Soy autónomo y cuando hay menos ofertas hago otros trabajos.

-¿Hay que manifestarse?

-Debemos unirnos y salir a la calle a protestar y reivindicar, en esta época de recorte de derechos, el trabajo digno, que es también un derecho, y bien remunerado.

-¿Vive en una habitación?

-Si, comparto piso, como millones de personas en España, y tengo una habitación humilde.

-Tiene un hermano gemelo, ¿su situación es tan precaria?

-Pasó grandes precariedades, porque es periodista, pero, por suerte, está trabajando, se ha reconvertido en diseñador gráfico.

-¿Mandó su libro a Rajoy y a la ministra Báñez?

-Rajoy, que lee mucho el Marca, no creo que se vaya a parar en un un libro como este. Los políticos están tan alejados de la realidad que lo leerían como ficción, cuando no es más que la realidad.