-¿Qué es más peligroso, la falta o el exceso de información?

-La falta de información. Es más dañina. Un exceso como el que tenemos ahora es una perturbación, pero también una oportunidad de pasar a un nuevo modelo de sociedad, la del conocimiento.

-Dice que, saturados de información, hacemos con ella como con la comida, picoteamos.

-Sí, eso hace que no se tenga una información completa. El receptor se defiende de ese exceso de información desmenuzándola, desmigajándola. La información se rompe. La respuesta de la sociedad de la comunicación es que esa información, si ya es concisa, debe serlo mucho más que antes y que, sin embargo, el receptor pueda encajar esas piezas y componer un discurso coherente. La clave es encontrar nuevos formatos de comunicación.

-Eso está costando, los digitales no acaban de cuajar.

-Sí, porque es un cambio profundo, crucial, no es solo tecnológico. Lo que estamos observando, y los síntomas son claros, es que detrás de estas perturbaciones hay un cambio cultural y eso supone nuevas formas de comunicación.

-¿Cómo se resolverá?

-Todo proceso evolutivo es una encrucijada. Puede llevar a mejor o, por el contrario, precipitarnos por caminos no deseados. Es un proceso crítico, arriesgado.

-Si el lector o el oyente o el espectador fracturan la información, quedan lagunas. ¿No las rellena?

-Sí, cuando el mensaje se acorta en exceso las razones se sustituyen por emociones para que la información tenga la suficiente intensidad. Es peligrosísimo. No debe faltar la emoción en ningún fenómeno de comunicación, pero que esta prime por encima de las razones nos lleva a una sociedad frágil que se mueve por impulsos emocionales.

-¿Los medios no acortamos bien los mensajes?

-El papel de los medios es capital. Hay que ser comprensivo, están en el centro de este huracán y es natural que sufran mucha más perturbaciones y desorientación que otras actividades. No son recetas, hay que ensayar.

-Se da credibilidad a lo que cualquiera cuelga en internet.

-Ahora, la posibilidad de generar información llega hasta el último ciudadano. Cualquiera puede colgar desde su móvil la foto de un suceso al que no han llegado a tiempo los medios, o enviar un comentario. Se ha roto la visión piramidal de la información, ahora es sociedad en red. Pero en esa red, hay núcleos importantes. Ser uno de esos nudos potentes es el nuevo papel de los medios.

-¿Y los medios en papel?

-Es obvio que hay que ir a un soporte digital y el espacio, en vez de la página es la pantalla. Uno de los muchos desafíos de la prensa es una buena transformación de la escritura al nuevo soporte.

-Varias provincias se han quedado ya sin diarios. ¿Es un efecto de esa sociedad en red?

-Lo es. En estos momentos, como en todo proceso crítico, se producen incorporaciones y pérdidas, como los cierres de diarios. Nos desprendemos de cosas sin haber alcanzado aún las que pretendemos. Esa es la incertidumbre.

-¿Con estos cambios tan rápidos se puede prever cuál será la situación dentro de diez años?

-Se puede esbozar algún escenario de futuro y pasa por formas radicalmente distintas de transmitir la información.

-¿Esta obsesión por la rapidez implica la falta de reflexión antes de lanzar un mensaje?

-Evidentemente, la educación también tiene que adaptarse a condiciones que antes no se exigían. Soy partidario de que en las escuelas se enseñe a escribir en el móvil, a leer en el móvil, a usar las imágenes que pueden capturar en un móvil, es decir, que se enseñen las nuevas formas de escritura.

-Sin faltas de ortografía, espero.

-Sí, pero aceptando las nuevas normas que, a lo mejor, serán distintas a las del papel. Puede haber fórmulas aceptadas, como contracciones, y es inevitable enseñar a escribir de forma mucho más concisa sin que eso quiera decir que sea incorrecta. Hay que aprender a escribir conciso, claro y correcto, algo que en la hoja de papel igual no era tan necesario.

-¿Es posible ofrecer un mensaje suficientemente completo si es muy conciso?

-Sí, y hay que ir aprendiendo. Una de las maravillas de la lengua es que soporta, incluso se enriquece, cuando le retiras palabras. Un discurso puede ser extraordinariamente barroco o azoriniano. Y ambos tener extraordinariamente potencia.

-Pocos escriben en los digitales como Azorín.

-Por eso hay que enseñar. En estos momentos internet es como el muro de una casa en el que la tentación de todos, especialmente los niños, es pintar garabatos. Con la escuela, esas ganas de emborronar el muro se pueden convertir en escritura. Mucha de la información que estamos viendo ahora en la Red son garabatos. Para solucionarlo está la educación.