-¿Quién no ha jugado alguna vez con pompas de jabón? Lo que probablemente nunca se hubiera imaginado es que mientras hace estas figuritas también está realizando complejos procesos matemáticos. El matemático y profesor de Didáctica de las Matemáticas de la Universidad de Barcelona (UB) Anton Aubanell emplea las pompas de jabón para despejar incógnitas matemáticas y de geometría, como, por ejemplo, cuál sería la red de carreteras más rápida para unir tres ciudades que forman un triángulo. Su proyecto, titulado Geometría con pompas de jabón, recibió el primer premio europeo en la convención Science on Stage que se celebró en la sede de la Agencia Espacial Europea en Noordwijk (Holanda) en 2002.

-Usted afirma que las matemáticas son el mejor invento de la humanidad, pero lo cierto es que son más que temidas, ¿por qué?

-Tengo un amigo que dice que este mundo se divide en dos clases de personas: quienes aman las matemáticas y quienes no las aman pero lo harán. Las matemáticas son la gran herramienta para entender el mundo que nos rodea. Lo que sucede es que muchos de nosotros tenemos el recuerdo de las matemáticas del colegio, de esa pizarra y de ese cuardeno lleno de fórmulas. Y este recuerdo hace que la imagen social de las matemáticas sea muy mejorable. Pero muchas veces hay más matemáticas en un simple juego o en un enigma lógico que en una pizarra llena de números.

-Habla de los recuerdos infantiles que tenemos de esta materia, ¿Hoy ya no son esa pizarra llena de números?

-Yo creo que se está haciendo un considerable esfuerzo por parte del profesorado para que esto no sea así y para que las matemáticas estén llenas de contexto. Las matemáticas están en todas partes, en un atasco de tráfico; en la iluminación de las calles; en el tráfico aéreo; en la red de desagües de la ciudad; en las predicciones meteorológicas, que son resultado de unos cálculos de probabilidad; en las estadísticas, que si no existiesen habría que inventarlas porque es la único instrumento de medida del comportamiento humano.

-¿Y cómo vive un apasionado de las matemáticos como usted los resultados tan malos en matemáticas que obtienen nuestros estudiantes en informes como el PISA?

-Me pasan dos cosas por el cuerpo. Primero, cierta moderación a la hora de interpretar determinados aspectos porque el método que emplean estos estudios están más orientados a medir unas matemáticas más aplicadas y nuestra tradición académica es más de algoritmos y de repetir operaciones. Y luego, PISA nos marca un camino: que tenemos que hacerlas más aplicadas porque unas matemáticas llenas de números y fórmulas no llegan a nada y crean una imagen social que no permite vivirlas con pasión.

-¿La pasión es importante en la ciencia?

-Sin duda y creo que lo más apasionante de las matemáticas es que son un reto de pensamiento y una posibilidad de conocimiento de uno mimo. Constantemente ofrecen las posibilidad de pensar, de hacer abstracciones y de comunicarse. Hay que reconocer que son una ciencia que tiene unas dificultades especiales. Una es que tiene un formulismo muy determinado, y otra que es un conocimiento progresivo, es decir, que si no sabes sumar difícilmente aprenderás a multiplicar. Pero esto, sin embargo, es lo que a la vez las hace tan apasionantes. Las matemáticas son emoción, reto, experiencia, y esto es lo que habíamos olvidado en un mar de formulismos.

-¿Y de verdad que se pueden explicar con pompas de jabón?

-Una buena parte sí. El jabón en una superficie siempre se une y crea ángulos de 120 grados. ¿Cómo puede ser esto? La respuesta es: matemáticas.

-Entonces, ¿las pompas de jabón saben matemáticas?

-Yo siempre digo que son las matemáticas las que saben jabón. ¿Y por qué? Porque las matemáticas saben interpretar el mundo que las envuelve.

-Habla del esfuerzo que están haciendo los profesores por acercar la realidad a las matemáticas. Quienes no tenemos muy buenos recuerdos de las matemáticas ¿deberíamos también hacer un esfuerzo por reconciliarnos con ellas?

-Hay un poeta italiano que afirma: 'Nunca es tarde para tener una infancia feliz'. Y yo digo que nunca es tarde para tener una experiencia feliz en matemáticas.

-O sea, que quiere convencer...

-Claro. Yo salgo a convencer, a mostrar que hay muchas matemáticas en la realidad que vivimos y esa experiencia es alucinante. Siempre intento hacer un ángulo de 120 grados y a veces el público aplaude y le digo: cuando lleguen a casa recuerden que han aplaudido a un ángulo de 120 grados. El aplauso es apasionado y están aplaudiendo un hecho matemático. Es fantástico.