El certamen World Press Photo arrancó en el año 1955 otorgando el premio a la mejor foto del año a una imagen de Mogens von Haven que mostraba en blanco y negro a un motorista cayendo de su vehículo en una carrera en Dinamarca. Desde entonces, pocas veces, la mejor instantánea se ha escapado a los conflictos bélicos. Niños amortajados, familias devastadas por la pérdida o escombros con protagonistas perdidos se repiten cada edición. Durante unos segundos, las miradas captan, el estómago trata de digerir saliva amarga y el cerebro se pregunta por qué siguen sucediendo desgracias.

Este año, la tragedia de la población siria, en conflicto desde 2011, protagoniza la instantánea ganadora, que el pasado verano ningún medio quiso publicar. En ella, no aparece un niño muerto como en la de Nilufer Demir sobre Aylan. En esta, hay vida. En ella, un hombre recibe a un bebé entre una maraña de alambres de espino.

La esperanza de una nueva vida, se titula y fue tomada el 8 de agosto de 2015 en la frontera entre Serbia y Hungría. "Yo -explica el fotógrafo, el australiano Warren Richardson en declaraciones a Efe- estaba en el lado serbio, donde casi no había policía, apenas un coche, pero los refugiados podían encontrarse con los guardias fronterizos en el lado húngaro. Durante esos días, estaban terminando de colocar la valla y cada vez venía más y más gente, algunos en pánico", recuerda para explicar que captó la foto de noche sin flash. No podía utilizarlo. "Si lo hubiera hecho, la policía habría venido", recalca.

Curiosamente, Richadson se dio cuenta "de que había un bebé en la foto 4 o 6 días después, cuando la vi en el ordenador en Budapest".

Podemos pensar que ese niño es Aylan, que no falleció en las costas turcas junto a su madre sino que se salvó y que su familia llegará a su destino, encontrará trabajo y saldrá adelante. Pero también hay que fijarse en que una nueva vida puede tener una cara funesta.

Recordemos la información del mes pasado en The Guardian, recogiendo datos de la Interpol, denunciando que han desaparecido 10.000 niños sirios refugiados que viajaban solos en su entrada a Europa y que se sospecha que muchos están en las zarpas de organizaciones de tráfico de personas para explotación sexual o esclavismo. ¿Puede esta foto mover conciencias?

El World Press Photo también ha premiado una serie de imágenes sobre otro conflicto, el de los crímenes en una favela de Río de Janeiro, firmada por el español Sebastián Liste y que ha conseguido el tercer premio en la sección Vida diaria. En esta serie, muestra cómo unos jóvenes han formado el colectivo periodístico Papo Reto para contar historias que callan los medios tradicionales. En ella, se ve cómo siguen el caso de un joven taxista asesinado por policías.

Hiriente también es el tema tratado por el otro español premiado este año, Daniel Ochoa de Olza (que ya había ganado un segundo premio del World Press Photo en 2013 por una serie sobre el torero Juan José Padilla, el diestro que torea con un parche). En el tercer premio de Gente, ofrece una serie de fotos que muestran las gotas de lluvia sobre retratos de jóvenes asesinados por Daesh (ISIS o Estado Islámico) el 19 de noviembre de 2015 en París. Esas imágenes se mostraron en el memorial en las calles de la capital gala.

El segundo premio a la mejor serie en Gente también se lo llevó Ochoa con el trabajo Fiesta de la Maya, sobre un festival de ritos paganos en Colmenar Viejo con niñas de 7 a 11 años.