La periodista Isabel San Sebastián prepara estos días la revisión de su próxima novela, Lo último que verán tus ojos, que llegará a las librerías en octubre. "El trasfondo de la historia es el trato que dio Franco a los judíos después de la II Guerra Mundial y a los nazis fugitivos después de la caída del III Reich", apunta. Ha sido colaboradora de diversos medios de comunicación y en los últimos años ha destacado en las tertulias políticas televisivas. En esta entrevista analiza el complejo momento político en España.

-¿Cómo sobrevive un periodista en ese mundo de ambiciones y poder del que habla?

-Haciéndote fuerte en tus principios y no claudicar. Hay muchos intentos de sobornarte, de intimidarte, de comprarte, de silenciarte y estamos en unos tiempos realmente oscuros. Con la crisis los medios se han hecho más vulnerables a la influencia del poder económico y, sobre todo, del poder político. El que se desmarca del discurso oficial, ya sea de un lado o del otro, lo paga muy caro. Hay que recordar por qué uno se hizo periodista, por amor a la verdad, a la investigación, pero, sobre todo, a la libertad, la libertad de equivocarse uno por sí mismo, no porque te lo dictan a la oreja. Y económicamente teniendo otra fuente de ingresos. La literatura, además de darme felicidad, alegría y sueños maravillosos me da libertad para poder opinar libremente en mi faceta periodística, porque si no, ya me habrían ahogado.

-¿Qué opina del acuerdo entre el PP y Ciudadanos?

-Opino que el PP, o mejor dicho Mariano Rajoy, ha contribuido a bloquear una situación persistiendo en su voluntad inquebrantable de ser él el candidato. Si hubiera ofrecido la posibilidad a otro, creo que ya tendríamos Gobierno, pero se ha empeñado y ha sido un obstáculo muy gordo. Evidentemente ganó las elecciones, pero son listas cerradas y bloqueadas, quien votó al PP votó a Rajoy. Y Pedro Sánchez ha obstruido absolutamente cualquier solución dando un no, no, no, sin que haya otra alternativa. Me parece una postura irresponsable. Y opino que Ciudadanos habría hecho mucho mejor quedándose en su abstención, desde mi punto de vista, porque ya constituía un movimiento respecto a la posición inicial que fijaron del no.

-¿Por qué?

-No creo que la mayoría de los votantes de Ciudadanos hayan elegido a Ciudadanos para hacer presidente a Rajoy. También es verdad que es un gesto responsable en una situación de bloqueo que está costando mucho dinero a España y que costará mucho más si no se puede formar Gobierno, pero desde mi punto de vista está poco y mal explicado. Creo que Rivera tendría que explicar mejor su postura, aportar argumentos sólidos y poner, a mi juicio, dos condiciones irrenunciables para que el sí sea un sí. La independencia de la Justicia, que está absolutamente politizada, y el adelgazamiento drástico de las administraciones públicas. Entonces me parecerá que ese sí está justificado y mostraría que Ciudadanos es un partido bisagra y útil a los intereses de los españoles por romper el bipartidismo, un bipartidismo corrupto.

-¿Por qué estima que falló el acuerdo de izquierdas?

-Por la absoluta ambición totalitaria del señor Pablo Iglesias y de Podemos. El PSOE habría estado encantado si hubiera unas condiciones asumibles, pero Podemos quería el poder, todo el poder y eso para el PSOE era inaceptable. El señor Iglesias se dio un tiro en el pie de soberbia y ahora va como un corderito suplicándole a Pedro Sánchez. Estuve convencida de que íbamos a tener un gobierno de frente popular, me parecía inconcebible que la izquierda renunciara a una oportunidad semejante.

-¿Se resquebraja la Unión Europea?

-La Unión Europea necesita un milagro y un liderazgo fuerte capaz de reconducir la UE hacia lo que fue en su origen. Creció desorbitadamente por la decisión errónea de Alemania buscando su famoso espacio vital. Y el terrorismo, que es una amenaza evidente que no somos capaces de controlar y, por supuesto, el Brexit. Ha sido demoledor y es consecuencia de un tipo estilo Donald Trump, Nigel Farage, que es un fascista, contemporáneo pero no deja de ser un fascista y un xenófobo.