Charles Saunier, un antiguo alumno de la Escuela Politécnica de París dirige la casa Bengel Frères, fundada en 1850 en París y especializada en calefacción e iluminación de gas. A la muerte de su hermano, en 1907, Joaquim Bengel, deja la empresa de su propiedad en manos de sus directivos, Saunier y Maurice Duval. Nace así, la archiconocida firma de calderas de gas Saunier Duval.

La historia no tendría mayor curiosidad si no fuera porque bajo el nombre tan francés de Charles Saunier se oculta un ingeniero coruñés, que pasó su infancia y primera juventud en A Coruña, donde su padre dirigía la Fábrica de Gas y Electricidad desde 1879, un puesto que ocupó hasta ya nacido el siglo XX y que dejó para trasladarse a Niza, por motivos de trabajo, con sus otros hijos y su mujer, la olvidada compositora Eugenia Osterberger, sobrina del artífice Enrique Luard, que seguiría su carrera musical en Francia.

Charles Saunier -entonces, Carlos- vivió sus primeros años en el chalé anejo a la Fábrica de Gas, donde sus padres solían recibir a la intelectualidad y alta burguesía de la época, de Emilia Pardo Bazán a Sofía Casanova, pasando por músicos y escritores como Baldomir o Eugenio Carré. En esas veladas, la madre interpretaba ante sus invitados piezas propias y ajenas.

Francisco -o François- Saunier quiso para sus hijos una formación francesa y los envió a estudiar al país del que era originario. En Francia, los Saunier hicieron carrera pero la Gran Guerra (1914-1918) truncó sus destinos: tres miembros de la familia murieron en el frente, dos hijos y un yerno. Charles Saunier Salcines, hijo del primer matrimonio del director de la Fábrica de Gas coruñesa, fue movilizado y cayó en combate en 1916 cuando tenía 41 años.

Acabada la guerra, sus herederos siguieron en el negocio con Duval, y se sumó un tercer socio, Henry Frisquet, cuyos sucesores se retirarían unos años más tarde y la firma volvió a ser Saunier Duval, tal como llegó hasta ahora. Dos años antes, había muerto un hermanastro de Charles, Jorge Saunier Ostenberger, también ingeniero, inventor de la máscara antigás y con dotes musicales, un talento heredado, sin duda, de su madre.

Meses antes de estallar la guerra, se había casado en Niza María Elisa Saunier Ostenberger con André Le Goff. Entre los testigos de la boda figuraban su hermanastro Charles Saunier Salcines, de 39 años, industrial y con domicilio en el número 76 de la Avenue de la Republique, en París, según consta en los documentos oficiales, y el ingeniero Joachim Bengel, con residencia en el número 99 de la misma calle, la Avenue de la Republique, donde permaneció la sede de la empresa Saunier Duval, que conoció el éxito gracias a la producción industrial de calentadores de baño y la iluminación pública.

En los años veinte y treinta, Saunier Duval Frisquet iluminó París y las principales ciudades de Francia. Además, se encargó de la iluminación de la Bolsa, el Banco de Francia, el Senado, los palacios nacionales e incluso la hermosa iluminación del puente de Alejandro III y de la plaza de la Concordia.

La firma se encargó también de la iluminación de grandes acontecimientos como la Exposición Colonial de 1931 o los numerosos salones organizados en el Grand Palais de los Campos Elíseos.

Sin embrago, el sector en el que mayor éxito alcanzó la firma francesa de gas y electricidad fue en el desarrollo de aparatos de agua caliente y calefacción, que serán los que le llevarían a su expansión por toda Francia, donde llegó a tener distribuidores en las principales ciudades del país.

Saunier Duval desarrolló una gama de calentadores de agua que podían funcionar con distintos tipos de gas: gas ciudad, butano, propano o gas natural y que incluso eran adaptables. La producción se disparó con la reconstrucción y modernización llevada a cabo tras la Segunda Guerra Mundial y la difusión del gas natural a través de canalizaciones. En 1963 lanzó la caldera mural mixta para agua caliente y calefacción, que llegó a tener lista de espera de nueve meses.

Tras la crisis del petróleo de 1973, Saunier Duval entró a cotizar en Bolsa. En 1979, el mayor accionista era Saint-Gobain. Hacia finales de los años sesenta, se produjo el desarrollo internacional de la firma, que se introdujo en España también. En las décadas posteriores se extendió a Alemania, Italia, Gran Bretaña, Bélgica... Y, tras pasar por distintas manos, Saunier Duval fue adquirida en el año 2001 por la casa Vaillant, el primer grupo europeo en la industria de la calefacción.

Y toda esta historia, gracias a un ingeniero coruñés que debió interesarse por el sector ya desde pequeñito, cuando vivía el chalé de la Fábrica de Gas y Electricidad coruñesa, que había sido levantada en 1854 en el solar antes ocupado por la plaza de toros, en la calle del Socorro. Con ella, A Coruña fue una de las primeras ciudades españolas en tener este adelanto, que supuso la sustitución del alumbrado de aceite por el de gas. Fue, precisamente, con el padre de Charles, Francisco Saunier, cuando la fábrica coruñesa se amplió para llevar el alumbrado a la periferia de la ciudad. Para su fortuna, no vería el gran incendio que se produjo el 11 de octubre de 1924, que puso a A Coruña al borde de la catástrofe.