Mar Reguant, doctor en Economía por el Massachusetts Institute of Technology, lleva muchos años estudiando un mercado tan opaco como el eléctrico. A base de rescatar datos de diversas fuentes ha conseguido dibujar un cuadro muy realista sobre su funcionamiento, sus limitaciones y sus posibles mejoras. Ese estudio le ha valido para ganar el premio Fundación Banco Sabadell a la investigación económica, que recogió esta semana.

-¿A qué conclusiones ha llegado tras tantos años estudiando los mercados eléctricos?

-Lo que se constata es que la competencia puede ayudar a tener mejores resultados. Diseñar un mercado que funcione bien siempre es más fácil si hay un comportamiento competitivo. Imagine un mercado que está diseñado con alguna falta, si no hay competencia ese fallo va a relucir mucho más.

-¿Y la hay?

-Se ha incrementado. Pero en lugares como España aún hay empresas que son muy muy grandes y que llevan muchos años en el mercado todas juntas. Una cosa que se hizo aquí fue concentrar todos los organismos en un solo ente, cuando antes había uno para cada cosa. Y eso no es positivo. El mercado energético español solía ser un duopolio, a principios del 2000 cuando el mercado se liberalizó Iberdrola y Endesa tenían más del cincuenta por ciento del mercado. Ese porcentaje ha ido bajando, y ahora hay cuatro o cinco empresas que tienen una buena parte de la producción.

-¿Y cómo se traduce esa competencia tan limitada al consumidor final?

-En España se pagan precios de electricidad altos por dos factores. Uno viene dado por la competencia que tengas en el día a día en la subasta y luego por los costes añadidos al precio de la electricidad. En España sucede que mientras los precios diarios han ido bajando los del consumidor han ido subiendo.

-El sistema de subasta diaria ha sido bastante cuestionada, sobre todo por los pequeños consumidores.

-Una subasta diaria siempre va a ser necesaria. La electricidad la debemos de producir y consumir al mismo tiempo por lo que se necesita coordinar esa operación cada día. La cuestión es si los precios son los buenos o no, y ahí, como se dice en inglés, el diablo está en los detalles.

-Algunas multinacionales asentadas en Galicia se quejan del precio de la electricidad e incluso han amenazado con la deslocalización ¿qué se puede hacer para solucionar un problema así?

-Es un gran problema y no solo en España. Por ejemplo, también lo es en California donde he estado trabajando con el regulador. Allí pusieron un impuesto a la emisión de dióxido de carbono y las grandes consumidoras de electricidad se quejaron. En Alemania es común que los precios de estas grandes empresas sean sustancialmente menores que los que pagan los hogares. España no es un país particularmente rico en energía. Por lo que es importante encontrar formas de mantener la industria sin llegar a la subvención.

-Pero eso puede producir un agravio comparativo entre grandes y pequeñas empresas.

-Es algo que estoy estudiando ahora. Los precios de producción han bajado mucho porque el gas natural ha bajado mucho, pero el de los de los consumidores va subiendo. Pero ¿a qué consumidores? Hay una teoría de imposición óptima de Ramsey que dice que debemos de pasar los costes a aquellos consumidores que son menos elásticos. Esos somos nosotros porque no nos vamos a mudar porque nos vaya a costar más la electricidad. En cambio el sector industrial es mucho más elástico. Se pueden marchar o en el caso de Alemania hasta pueden construirse su propia central eléctrica, porque allí está permitido, si no le gusta el precio. A través de la regulación se debe de trabajar para que ese incremento de los precios no sea grande. Y ahora, los consumidores estamos pagando unos ciertos sobrecostes.

-¿Avanza la transición energética hacia las renovables?

-España fue un líder en energías renovables y lo pagó bastante caro. Ahora aquí esa transición será mucho más pausada. En el resto del mundo van a explotar como ocurrió aquí. Las renovables son el futuro.

-¿Las renovables aún son caras?

-Las renovables están bajando mucho de coste, y ya hay mercados donde son más baratas que la convencional, por ejemplo, en muchas islas como Hawai o Canarias. En España hay días que el 60% de la energía se produce ya con renovables.

-En sus intervenciones insiste en que el cambio climático es un reto ¿no está la población lo suficientemente concienciada?

-Es un gran reto porque no lo vemos de forma muy explícita, salvo cuando hay smoke (humo), como pasa a veces en Madrid y Barcelona. Eso genera una percepción de que hay un problema. El cambio climático es como la historia del sapo en la olla. ¿La conoce?

-No

-Pues cuando se mete un sapo en una olla con agua hirviendo salta sin llegar ni siquiera a tocar el agua. Pero si lo mete dentro y calienta el agua poco a poco el sapo hierve, pese a tener mil oportunidades para salir. Eso es el cambio climático, va lento, poco a poco. Hay islas que van a desaparecer en los próximos 20 ó 30 años y que están trabajando para ver a dónde se van a ir a vivir.

-¿Qué consecuencias puede tener el rechazo de Trump al cambio climático?

-Estados Unidos nunca fue un gran aliado para la lucha contra el cambio climático. Pero es que el actual director de la agencia ambiental norteamericana (Scott Pruit) lo niega directamente. Estoy decepcionada y preocupada.

-¿El coche eléctrico es el futuro?

-Sin duda. Ayudará a solucionar varios problemas. Por un lado acabará con la contaminación acústica en las ciudades y por otro ayudará a los ciudadanos a mejorar de muchas enfermedades, como el asma.