Helena Maleno Garzón tiene cuarenta y tantos años y es periodista, investigadora y escritora. Se dedica fundamentalmente al activismo en defensa de las personas emigrantes que arriesgan su vida para llegar a Europa. Creó una ONG y colabora con otras muchas y con organismos nacionales e internacionales para salvar vidas en el Mediterráneo y proteger los derechos de inmigrantes y refugiados. En Salvamento Marítimo la conocen bien porque gracias a sus llamadas telefónicas se han salvado muchas vidas. Fue premiada por entidades nacionales e internacionales por su labor, que realiza desde hace años y desde Tánger. Denunció la actuación ilegal e inmoral de la policía y la administración españolas en las fronteras de Ceuta y Melilla y esto parece ser que es el principio de su actual calvario. La policía española elaboró informes sobre sus actividades acusándola de favorecer la inmigración ilegal, pero la Justicia española, en buena lógica, desestimó estas acusaciones. Pero la policía no se quedó quieta y trasladó sus informes a Marruecos. Ahora Helena está siendo investigada y será juzgada por los tribunales marroquís. Y aquí vienen las primeras preguntas: ¿Fue por orden del Gobierno que se trasladaron a Marruecos esos informes a pesar del dictamen de la Justicia Española? De no ser así, ¿qué hace ahora el Gobierno con los responsables del traslado de los informes policiales a un gobierno extranjero para perjudicar a una ciudadana española? ¿Comparecerá el Estado español ante los tribunales marroquís para defender a una ciudadana española injustamente acusada, aportando su hoja de servicios humanitarios y las decisiones de la Justicia española? Supongo y espero que alguien haga estas y otras muchas preguntas al Gobierno en el Congreso.

El caso de Helena Maleno es el mejor ejemplo de cómo la farisaica e ignominiosa política europea de externalizar la infamia, haciendo que gobiernos de terceros países hagan el nauseabundo trabajo sucio, afecta a las vidas y derechos fundamentales de millones de inmigrantes y refugiados, pero llega y llegará a afectar también a los propios ciudadanos europeos e, inicuamente, a los mejores, como Helena Maleno. La cosa no tiene perdón de Dios.