La Universidade da Coruña pierde alumnos, tantos que la entidad gestiona 5.000 matrículas menos que hace cinco años, según recoge el Informe do reitor ao claustro del año pasado. Aún así, se mantiene en la media de los 24.000 estudiantes matriculados.

Los centros que más pierden son los que acogen las titulaciones de Relaciones Laborales, que pasan de tener 906 alumnos en el curso 2002-2003 a tan sólo 373 matriculados en este ejercicio. 533 son muchas bajas para una sola escuela universitaria, pero no es la única que sobrepasa la línea del medio millar de matrículas perdidas; en la cola de lista aparece la Facultade de Ciencias que llega a una diferencia de 528 alumnos menos respecto al curso 2002-2003. La vicerrectora de Organización, Ana Dorotea Tarrío, asegura que este descenso tiene muchas explicaciones aunque sólo una concreta y es que el descenso demográfico se ha hecho notar en las matrículas de todas las universidades de España. Aunque esta razón podría rebatirse con los datos de matriculación de la escuela de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos que ha seguido con su tendencia ascendente durante estos cinco años.

Ninguna de las carreras que oferta la Universidade da Coruña cuenta con una tasa de eficiencia del 100%, -sus alumnos necesitan matricularse varias veces en las mismas asignaturas para conseguir aprobarlas- y, por ello, la media de duración de los estudios sobrepasa, en todos los casos, a la de los años estipulados en el programa universitario para cursarlos. La carrera que más se aproxima a la perfección de la eficiencia es la Licenciatura en Comunicación Audiovisual y es que, con su 91,88%, la media de los alumnos consigue terminarla en poco más de dos años; sin embargo, la titulación que cuenta con un registro más bajo de eficiencia es la especialidad en electrónica industrial de Ingeniería Técnica Industrial. Sus alumnos tardan algo más de seis años en conseguir terminarla.

Cuando comenzó el curso 2008-2009, el ex consejero delegado de Inditex, José María Castellano, -el encargado de pronunciar el discurso de apertura del nuevo ciclo universitario- no dudó en criticar la política de la Universidad que le llevaba a gastar el cuádruple en un alumno matriculado en Humanidades que en otro de la Licenciatura de Derecho y esto creó un debate abierto entre los miembros de la comunidad universitaria, entre los que ven un dispendio en mantener titulaciones duplicadas con otras universidades y los que creen que, como organismo público, la Universidad debe dedicarse a formar a sus alumnos, sin reparar en el gasto que esto ocasione. Castellano se apuntaba al bando de los primeros. "Hay medios para formar a 10.000 alumnos en lengua gallega, aunque después sólo sean cinco los estudiantes", manifestó el ex consejero de Inditex. Los alumnos, sin embargo, reivindicaron desde las aulas que se mantuviese el presupuesto que habían tenido hasta entonces y reconocieron en la gestión de la Universidad las causas que les llevaban a ser menos matriculados cada año.

Para los más optimistas, los que quieran ver la parte buena de los datos, se pueden recrear en la teoría que defiende la vicerrectora de Organización, Ana Dorotea Tarrío, y es que, cada año, los alumnos terminan sus estudios y, en lugar de engrosar las listas de matriculados de primer ciclo, se unen a las de alumnos de másteres, doctorados y de grupos de investigación.

Unas cifras que han aumentado, mucho más que la matrícula de primeros alumnos. El número de convenios y contratos de investigación de la Universidade da Coruña con empresas y Administraciones públicas pasó de 119 a 286 en seis años y el importe que manejan -a pesar de que subió y bajó con el paso de los años- ha alcanzado los 10 millones de euros, cuando en 2003 apenas superaba los tres millones de euros.

Son 64 los nuevos doctores que la Universidad ha reconocido durante el año pasado -tan sólo uno de los candidatos al cargo de doctor no consiguió superar la lectura de la tesis y se quedó en el intento de aprobar-. Esta cifra es inferior a la registrada en los primeros años del nuevo milenio, en los que las tesis leídas eran más de 80.

El equipo del rector confía en que la adaptación de las titulaciones al Plan Bolonia y su conversión en grados haga los estudios universitarios más atractivos para los jóvenes que acaban el Bachillerato.

El grifo, además de los alumnos, lo han cerrado también, algunas de las empresas que colaboran con los universitarios a la hora de entregarles becas y de facilitarles contratos de trabajo. La Consellería de Educación redujo sus ayudas a los estudiantes de tercer ciclo dedicados a la investigación de 38 becas a 21 y la Universidad dejó de entregar 16 ayudas a este tipo de estudiantes.

Para algunos son modas, para otros influencias de los medios que unos años pregonan que serán las carreras técnicas las que más salidas tengan y, otros, que el futuro está en las letras, para Ana Dorotea Tarrío, es algo casi aleatorio que unas titulaciones tengan que restringir su número de plazas para acoger a los alumnos de nueva matriculación y que otras no cuenten con el mínimo para hacer una clase con diferentes grupos. No depende del dinero, pero asegura que la llegada del Plan Bolonia conseguirá que los grados sean más atractivos porque los estudios, "si todo se hace como se debe" se realizarán en menos tiempo y con más calidad.

Para los que han elegido las carreras que se quedan ahora en la cola de la lista, como las que menos alumnos de primer ciclo aglutinan en sus aulas defienden su decisión: "Siempre se necesitarán profesores de inglés", aseguraba Raquel Pastoriza, al inicio de este curso. "Coaccionan a la gente para que escoja determinadas carreras", se defendía la estudiante de Sociología Jennifer Cotelo, quien reivindicaba los derechos de los alumnos de las carreras minoritarias -como la suya- ya que el precio de la matrícula no se ve reducido porque sus lecciones se impartan en una facultad que, con el tiempo, se queda cada curso más desierta.

El rector de la Universidad, José María Barja, ante el envite lanzado por Castellano en su discurso de apertura del curso, aseguró que la entidad que dirije "planea que no desaparezca ninguna titulación" y defiende la idea totalmente opuesta, que el proceso de Bolonia sea capaz de atraer a la ciudad y a sus campus nuevos grados y diferentes maneras de entender y de enfrentarse al mundo laboral.