La persistencia de los núcleos rurales del municipio coruñés, cuyo número es considerable en relación con sus reducidas dimensiones, es la principal preocupación de las asociaciones que agrupan a los residentes en estas áreas. Los colectivos en los que existen estas entidades de población reclaman que se tengan en cuenta las recomendaciones del autor del plan general, Joan Busquets, para que se mantenga la tipología de las antiguas aldeas que aún resisten en las zonas periféricas del casco urbano.

. Bens y Nostián. Las asociaciones de estos dos núcleos reclaman de forma conjunta que sigan siendo considerados como entidades rurales, de forma que los terrenos que rodean a las viviendas existentes sean calificados como rústicos de protección ordinaria y no de protección especial. El fin es que los vecinos puedan seguir construyendo viviendas unifamiliares en ambas localidades, con el fin de mantener su sistema de vida tradicional.

. O Portiño. El colectivo decidió integrarse en la plataforma Dereito á cidade, que ha presentado alegaciones al plan en las que critica el modelo elegido para su elaboración, la falta de participación ciudadana real y la excesiva edificabilidad autorizada. El proyecto de construcción de un gran número de viviendas en este barrio, que supondrá la desaparición del núcleo existente y el realojo de los vecinos en nuevos edificios, es la principal preocupación de los residentes.

. As Xubias. Busquets alaba las características de este barrio y defiende su conservación, pero los vecinos reclaman unos accesos adecuados desde la avenida de A Pasaxe, ya que en la actualidad es imposible la llegada de los autobuses urbanos y de los vehículos de los bomberos. La asociación exige además unas zonas verdes reales, ya que las únicas previstas son taludes con fuertes pendientes.

. Castro de Elviña. La consolidación de los núcleos de San Vicente y O Castro es el objetivo del colectivo vecinal, que se opone a la construcción de viviendas colectivas, y exige la catalogación de elementos etnográficos como las fuentes y que se garantice la supervivencia de las casas afectadas por la ampliación del campus universitario.

. O Birloque-San Cristovo das Viñas. También esta asociación alega a la normativa de alturas, al tiempo que reclama alternativas a los viales que pasarán por este barrio, para lo que cuenta con el apoyo de la federación vecinal. La entidad defiende que el núcleo de As Rañas mantenga su carácter rural y que se modifique su conversión en una zona verde.

. Feáns. La agrupación vecinal muestra su disconformidad con la ordenación propuesta para toda la zona más elevada de esta parte del municipio, como la próxima al colegio Obradoiro. Los residentes desean además que el valle de Mesoiro, al que el nuevo plan general define como zona de protección paisajística, conserve su calificación urbanística actual para que puedan construirse viviendas unifamiliares en el futuro.

. Visma. El barrio exige una mejor comunicación con la tercera ronda y la construcción de una vía periférica que evite el paso del tráfico por el núcleo actual. Otra reclamación se refiere a la glorieta existente en el barrio, ya que el plan la reduce a la mitad de su superficie actual y los vecinos consideran que debería estar regulada mediante semáforos.

. Eirís. La ordenanza sobre alturas también es alegada por esta asociación, que reclama además la conservación de las viviendas unifamiliares en el monte Mero, así como en las zonas de Curramontes y Castaño de Eirís. También pide el colectivo que el polígono de Pedralonga no resulte afectado por la ley gallega sobre el litoral, ya que estará muy próximo al borde de la ría.

. A Zapateira. Las alegaciones de esta asociación defiende la consolidación de los núcleos urbanos en su zona porque estiman que la nueva normativa dejará fuera de ordenación a viviendas que ahora están en terreno urbanizable y que el plan define como rústico.

La continua expansión del casco urbano coruñés hacia sus afueras supone una seria amenaza para la continuidad de los núcleos de población rurales que aún existen en el municipio, según afirma Joan Busquets en el proyecto del plan general. El urbanista catalán señala que el contacto entre las antiguas aldeas y los edificios modernos es "en muchos casos directo, sin apenas transición" y califica de "invasión" el proceso mediante el cual la ciudad penetra en estas zonas rurales.

Para el autor del nuevo diseño urbano de A Coruña, en muchos casos "es imposible garantizar el entorno mínimo rural que la ley establece para la preservación de su condición de núcleos rurales", que en el caso de Galicia se fija en 50 metros de distancia con relación a las viviendas tradicionales. En su opinión, la definición legal hace que sea imposible considerar como rural ninguno de los núcleos de población coruñeses, que en el plan general aparecen tipificados como "tradicionales", aunque su suelo se clasifica como urbano, aunque diferenciado del que admite la edificación compactada que se autoriza en el resto del municipio.

Busquets estima que los núcleos rodeados por completo de suelo urbano "han perdido su carácter rural" y que se integrarán en la zona urbana "con mayor o menor fortuna". Para este técnico, el tamaño de las parcelas residenciales y la forma en la que se agrupan las viviendas sirve para identificar a los núcleos tradicionales coruñeses. En el plan se señala que la superficie media de los terrenos edificados va de los 100 a los 200 metros cuadrados y que la agrupación habitual es en hilera de al menos tres casas, lo que en opinión de su autor "configura una imagen más próxima a un modelo de crecimiento suburbano que a una implantación rural".