El baile de Carnaval con fines benéficos celebrado el pasado 16 de febrero en la Embajada española en El Vaticano sólo aportará poco más de 300 euros a las arcas de la Cocina Económica. El embajador Francisco Vázquez cedió el Palacio de España al Ayuntamiento de Roma para la celebración de una fiesta benéfica a cambio de que la mitad de la recaudación obtenida en el baile se destinara a la institución social coruñesa.

Pese a que al acontecimiento asistieron unas doscientas personas que representaban a los principales estamentos de la sociedad romana, la suma obtenida de los donativos fue tan escasa que apenas supuso tres euros por invitado, de modo que la parte correspondiente a la Cocina Económica apenas supera los 300 euros.

"Es más importante el significado que la cantidad", explicaba ayer el tesorero de la entidad, Emilio Suárez, quien se mostraba satisfecho con el resultado de esta actuación del ex alcalde coruñés, del que dice que siempre ha mostrado "entusiasmo" por la Cocina Económica.

Para el portavoz de la directiva de esta institución, el baile celebrado en los salones del Palacio de España "puso en conocimiento la existencia" de este comedor social y le permitió "ser coprotagonista ese día de una iniciativa solidaria".

La Cocina Económica envió documentación sobre su dilatada historia y las actividades que realiza a la Embajada en El Vaticano con el fin de que las autoridades municipales romanas conociesen a quién iba destinada la donación que se efectuaría con la recaudación del baile.

Cada año, el Consistorio de la capital italiana organiza este festejo, que pone fin al Carnaval en la ciudad, con el objetivo de reunir fondos con destino a obras benéficas, que en esta ocasión serían la financiación de las labores de la Cruz Roja italiana en Haití.

Gianni Alemanno, el alcalde romano, propuso este año a Francisco Vázquez que el baile de disfraces se llevase a cabo en la sede de la Embajada española en El Vaticano, puesto que el Palacio de España es uno de los edificios históricos más representativos y con mayor valor artístico de la ciudad.

Alemanno explicó a Vázquez que a la fiesta acude cada año lo más selecto de la sociedad de Roma y que el tema sobre el que versarían los disfraces sería la corte del papa Julio II, en pleno esplendor del Renacimiento italiano. La propuesta fue aceptada de inmediato por el ex alcalde coruñés, que sin embargo planteó que la mitad de la recaudación se reservase para la Cocina Económica.

Una vez puesto en marcha el festejo, el Ayuntamiento romano no reparó en gastos, puesto que requirió los servicios del director de escenografía del Palacio de la Ópera para que ambientase debidamente el lugar en el que se desarrollaría el baile.

Los participantes acudieron, no obstante, con una indumentaria dispar, ya que algunos, como el embajador español en Italia, Luis Calvo, se limitaron a echarse una capa sobre el traje y a tocarse con un sombrero de época, mientras que otros, como Vázquez y su esposa, María del Carmen de la Iglesia, no perdieron la oportunidad de enfundarse una espectacular vestimenta renacentista con la que destacaron en medio de los embajadores y nobles asistentes al acto.