El transporte, la ausencia de él o su abuso, lastra la influencia medioambiental de la Universidad sobre su entorno y es el principal culpable de que sean necesarias más de 3.500 hectáreas de bosque para compensar sus emisiones. El 43% de los niveles registrados por la Oficina de Medio Ambiente del centro académico para elaborar un estudio sobre la huella ecológica de los campus corresponde a los efectos nocivos del transporte. La mitad de los estudiantes de la Universidade da Coruña (UDC) acuden a las facultades en su coche particular, según los datos recabados para el trabajo. El porcentaje se dispara hasta el 80% si se examinan las cifras de los empleados que utilizan su propio vehículo para llegar hasta sus puestos de trabajo en las distintas instalaciones universitarias.

Pero los datos podrían ser incluso peores, según el coordinador del trabajo y director de la Oficina de Medio Ambiente de la UDC, Manuel Soto. De no ser por las políticas de ahorro energético emprendidas por la entidad en los últimos cursos académicos, los niveles de emisiones serían mucho mayores y harían falta algo más de 3.500 hectáreas de árboles para contrarrestarlas. La Universidad espera reducir sus índices contaminantes por medio de sendos planes energéticos y de movilidad, orientados a lograr un uso más racional de los recursos energéticos y una utilización mayor de los autobuses públicos. A pesar de las cifras, los niveles expuestos están dentro de la media de otros centros universitarios de tamaño similar al coruñés.