La residencia universitaria se escapa de los propósitos que aborda el plan estratégico de la UDC hasta 2020. "No es un objetivo realista a corto plazo", confiesa la vicerrectora de Planificación Económica e Infraestructuras, Amalia Blanco. La habilitación de un espacio para alojar a estudiantes no figura en el decálogo del programa y algunos de los claustrales que ayer intervinieron en la sesión se preguntaron por el futuro de la instalación que el anterior Gobierno autonómico incluía en sus previsiones. Blanco respondió precisamente aludiendo a que la Xunta "debería haber cubierto la financiación" de esta infraestructura, ya que la Universidad "no puede ni debe" asumir la puesta en marcha de la residencia debido a la escasez de fondos propios que tiene para ello.

El profesor Alejandro Pazos, que consideró la residencia una "necesidad estratégica" y dudó del consenso alcanzado en la elaboración del plan hasta 2020, cuestionó que siete años sean valorados como un corto plazo. La vicerrectora recordó que la UDC ha reiterado "por activa y por pasiva" que el alojamiento universitario a precios públicos es un reto "imprescindible", pero que la retirada de la Xunta del proyecto -hubo convocatoria de concurso pero no llegó a haber adjudicación con el cambio de Gobierno gallego en 2009- dificulta su construcción. Mientras tanto, prosiguió Blanco, la Universidad maneja alternativas diferentes "para que en este contexto se supla una carencia" a la que la institución "nunca va a renunciar".

Esas soluciones alternativas las pretende encontrar la UDC en su colaboración con el Concello en comisiones de trabajo para facilitar de alguna manera un alojamiento apropiado para estudiantes. El modelo a seguir, o al menos a tener más en cuenta, es Ferrol, donde un céntrico edificio abandonado que era propiedad de Benestar fue reformado para acoger a 22 estudiantes y dispone de habitaciones, cocina y baños comunitarios y una sala de ocio.