Las críticas de los colectivos animalistas sobre la situación que viven los gatos abandonados de la ciudad hicieron reaccionar el pasado mes de febrero al Gobierno municipal. El alcalde, Carlos Negreira, aseguraba por aquel entonces que el Concello trabajaba en el desarrollo de "varias experiencias piloto" para controlar las colonias de gatos en el dique de abrigo, el entorno del Castillo de San Antón y Oza. Diez meses después, la medida engrosa el apartado de promesas incumplidas del Ejecutivo local.

"Desde el Ayuntamiento invertimos todo nuestro esfuerzo en mantener la situación controlada y dar un trato adecuado a los gatos", aseguraba el alcalde, que salía así al paso de las críticas de los colectivos animalistas, que denunciaban que muchos de los felinos recogidos por los servicios municipales eran sacrificados al no encontrar ningún interesado en adoptarlos.

Desde las asociaciones Libera y Miau aseguran que la ciudad cuenta con cerca de 6.500 gatos sin dueño y denuncian que solo un 5% de los gatos que acaban en la perrera son adoptados. El resto, sospechan, se sacrifican.

Desde el Ejecutivo municipal no han querido responder a las preguntas de LA OPINIÓN acerca de esta cuestión y acerca del estado en que se encuentran sus propuestas piloto para el control de las colonias. Los colectivos para la protección de los gatos piden al Gobierno que implante un sistema de esterilización para limitar la reproducción de estas comunidades en lugar del sacrificio.

Como modelo para el control de esta colonias, invitan al Concello a tomar nota de las políticas seguidas en ciudades como Zaragoza, Barcelona o Nueva York y aseguran que algunas de sus propuestas no supondrían a las arcas municipales un gasto superior a los 6.000 euros. Los propios activistas de Miau y Libera denuncian que la alimentación y esterilización de estos gatos es costeada por ciudadanos particulares y protectoras de animales y estiman que solo un 37% de los felinos no es fértil. Cifras, a su juicio, "claramente insuficientes".