"Es un proyecto comunitario, no tiene un fin lucrativo sino pedagógico", explica Verónica, educadora social y miembro de Abeiro Centro Xuvenil. El próximo jueves, la entidad se reunirá con la asociación de vecinos Atochas-Monte Alto-Torre de Hércules y con residentes en el barrio para poner a andar el proyecto de tener una huerta comunitaria.

El Gobierno local, aunque sin haber firmado todavía nada, ha puesto sobre la mesa una parcela de unos seis por cuatro metros cuadrados en el entorno de la antigua prisión provincial para poder realizar esta iniciativa.

Para el presidente de la entidad vecinal, Alberte Fernández, habilitar un terreno para el cultivo comunitario supone "una oportunidad para que las nuevas generaciones tomen conciencia del valor de la tierra y del medio ambiente".

Y es que, según explica Verónica, de Abeiro, el objetivo es que sea un proyecto intergeneracional, en el que puedan participar los residentes en el barrio y en el que sean ellos los protagonistas, los que tomen las decisiones que afecten a la parcela.

"Nosotros estaremos apoyándoles en la parte que es un poco más rollo, la de pedir subvenciones, hablar con el Ayuntamiento...", explica Verónica. La entidad tiene claro que el fin último de poner en marcha esta huerta comunitaria es el "pedagógico", el de aprender el cuidado de la tierra y el de escuchar para poder saber más y darle un buen trato a la parcela. Este proyecto es diferente al promovido por el Concello en Novo Mesoiro, el de los huertos urbanos, que tiene como objetivo la producción para comer -en ningún caso para su venta-.

Las parcelas en las que se instalan ahora las huertas urbanas son las que el Gobierno local ha propuesto a la Xunta para la construcción del centro escolar solicitado por los vecinos.

El Concello no renuncia a esta iniciativa, sino que prevé trasladarla a otro lugar, para que se pueda seguir adelante y los vecinos trabajen en su cosecha.