O Parrote se ha convertido en una zona quebradiza con riesgos inesperados. Hay que moverse con tiento por el paseo peatonal si uno no quiere sufrir un corte con solo arrimarse a las barandillas de cristal que hay repartidas por el lugar. Hasta en cinco puntos donde las lunas protegen accesos al aparcamiento subterráneo o separan instalaciones de espacios de tránsito de peatones los cristales están salpicados por una espesa red de brechas y cortes, a punto de hacerse añicos. Algunas lunas pequeñas que cubren en el suelo focos de iluminación ya están rotas.

El aspecto deteriorado que presenta esta zona de O Parrote y que entraña peligro para los paseantes responde teóricamente a actos vandálicos, aunque ni el Ayuntamiento ni la Autoridad Portuaria se lo atribuyen a culpables concretos. No han sido pocos, no obstante, los fines de semana en los que la zona ha congregado por las noches a grupos de jóvenes para, entre otras actividades, organizar botellones.

El Gobierno local asegura que conoce estos desperfectos desde hace semanas y que ningún área municipal tiene competencia sobre el paseo de O Parrote, sino que esta corresponde al Puerto. Este organismo fue consultado ayer por este periódico sobre sus planes respecto a las lunas quebradas, pero no ofreció ninguna respuesta.

La zona que a simple vista entraña más riesgos es la escalera que separa La Solana del local de hostelería de Copasa, donde un extremo de la barandilla tienen unos 20 metros de cristal con muchos cortes. Otra mampara presenta un aspecto similar, solo en una esquina, en la entrada de coches al parking subterráneo. Y ocurre lo mismo en una pasarela que enlaza dos niveles de paseo peatonal.

No son las únicas áreas en O Parrote que dejan que desear. Los bajos aún desocupados reservados para dos establecimientos hosteleros en las arcadas laterales están sucias y descuidadas.